/ martes 22 de febrero de 2022

A reflexionar | Historia que desconoce el dictador

“Con la sonrisa inmóvil en los labios se puede ser un vil”: Shakespeare

Con desmedido afán y sin conocer la memoria de nuestro pueblo, el dictador urgido de venganza emite comentarios históricos para ampliar la división que se propuso al asumir el poder. Todo dictador “crea enemigos” de su régimen para convertir en verdades mentiras repetidas mil veces. Le apura consumar su dictadura y prolongar el tiempo de su estancia en el poder. En sus peroratas vierte blasfemias, mendacidades, insultos y amenazas contra quienes no le siguen la corriente, o bien se oponen a sus ocurrencias, sólo falta que nombre senador a su caballo, o que mande quemar la Ciudad de México y culpar de sus desastres a sus opositores.

Llama seriamente la atención que ataque a los intelectuales, a los artistas y a los investigadores que critican su remedo de “gobierno” democrático, respetuoso de la ley e incorruptible (¿?). Nuestra historia es rica en hechos que confirmaron y confirman la lucha por alcanzar la libertad, la legalidad y la fraternidad. Reflexionemos sobre Antonio López de Santa Anna, fue once veces presidente de México y jamás construyó las grandes obras públicas que requería nuestra nación. Gastaba fuertes sumas de dinero para organizar festejos, mantener una guardia pretoriana y favorecer a su corte de aduladores y favoritos. Para obtener recursos, obligaba a hacendados, comerciantes y opositores a los muy utilizados “préstamos forzosos”, se alcanzó las brillantes ideas de cobrar impuestos por puertas y ventanas, y el colmo: impuestos por la posesión de perros. Después de la execrable invasión norteamericana de (1846-1847), nuestra patria perdió más de la mitad de su territorio y Antonio López de Santa Anna se alejó de México.

Se estableció en Colombia y para 1852 recibió una extensa carta redactada por Lucas Alamán, cerebro de los conservadores y del clero. El contenido del documento era todo un sistema de gobierno que los conservadores querían que encabezara Antonio López de Santa Anna, desde luego se hizo del rogar, sin embargo aceptó. Se hizo llamar “alteza serenísima” y estableció una costosa y cruel dictadura. Hubo distinguidos liberales que fueron desterrados, entre ellos Benito Juárez. El descontento se generalizó por todo el país y el primero de marzo de 1854, E. Villarreal proclamó el Plan de Ayutla, pasó un año de lucha entre federalistas, encabezados por Villarreal, Juan Álvarez e Ignacio Comonfort y los pretorianos de Antonio López de Santa Anna. El triunfo de los revolucionarios de Ayutla llevó al poder a los liberales y entre sus primeros actos de gobierno, convocaron a un Congreso Constituyente que elaboró la Constitución de 1857. Se inició la época de la Reforma Liberal en México.


“Con la sonrisa inmóvil en los labios se puede ser un vil”: Shakespeare

Con desmedido afán y sin conocer la memoria de nuestro pueblo, el dictador urgido de venganza emite comentarios históricos para ampliar la división que se propuso al asumir el poder. Todo dictador “crea enemigos” de su régimen para convertir en verdades mentiras repetidas mil veces. Le apura consumar su dictadura y prolongar el tiempo de su estancia en el poder. En sus peroratas vierte blasfemias, mendacidades, insultos y amenazas contra quienes no le siguen la corriente, o bien se oponen a sus ocurrencias, sólo falta que nombre senador a su caballo, o que mande quemar la Ciudad de México y culpar de sus desastres a sus opositores.

Llama seriamente la atención que ataque a los intelectuales, a los artistas y a los investigadores que critican su remedo de “gobierno” democrático, respetuoso de la ley e incorruptible (¿?). Nuestra historia es rica en hechos que confirmaron y confirman la lucha por alcanzar la libertad, la legalidad y la fraternidad. Reflexionemos sobre Antonio López de Santa Anna, fue once veces presidente de México y jamás construyó las grandes obras públicas que requería nuestra nación. Gastaba fuertes sumas de dinero para organizar festejos, mantener una guardia pretoriana y favorecer a su corte de aduladores y favoritos. Para obtener recursos, obligaba a hacendados, comerciantes y opositores a los muy utilizados “préstamos forzosos”, se alcanzó las brillantes ideas de cobrar impuestos por puertas y ventanas, y el colmo: impuestos por la posesión de perros. Después de la execrable invasión norteamericana de (1846-1847), nuestra patria perdió más de la mitad de su territorio y Antonio López de Santa Anna se alejó de México.

Se estableció en Colombia y para 1852 recibió una extensa carta redactada por Lucas Alamán, cerebro de los conservadores y del clero. El contenido del documento era todo un sistema de gobierno que los conservadores querían que encabezara Antonio López de Santa Anna, desde luego se hizo del rogar, sin embargo aceptó. Se hizo llamar “alteza serenísima” y estableció una costosa y cruel dictadura. Hubo distinguidos liberales que fueron desterrados, entre ellos Benito Juárez. El descontento se generalizó por todo el país y el primero de marzo de 1854, E. Villarreal proclamó el Plan de Ayutla, pasó un año de lucha entre federalistas, encabezados por Villarreal, Juan Álvarez e Ignacio Comonfort y los pretorianos de Antonio López de Santa Anna. El triunfo de los revolucionarios de Ayutla llevó al poder a los liberales y entre sus primeros actos de gobierno, convocaron a un Congreso Constituyente que elaboró la Constitución de 1857. Se inició la época de la Reforma Liberal en México.