/ jueves 17 de marzo de 2022

Adiós a la clase media

En un mundo globalizado empobrecer a un país lo hace indefenso ante todo: Amaryta Sen

En muchos países las consecuencias de la pandemia del Covid, la lucha por los mercados mundiales y los precios del petróleo ha sido la disminución de los ingresos de la clase media y por ende del motor principal del bienestar social. Los ricos son más ricos y los pobres más pobres, pero en la clase media está en juego la pervivencia de un modelo social basado en las ideas de ciudadanía, equidad y calidad democrática. En México, bajo las políticas del gobierno de Obrador, se están presentando grietas significativas en la cimentación de la clase media en una tozuda declaratoria por derruir su estructura.

La clase media ha perdido entre 6% y 8% de su poder adquisitivo entre los años 2010 y 2016 con un crecimiento negativo hasta llegar el 2021 para reducirse otros tres puntos porcentuales; con un gobierno que sólo apoyó en la crisis sanitaria 1% del PIB (como Uganda) al sector productivo, mientras que en Alemania se respaldó con un 35% del PIB. Esta política en México propició la reducción en 2021 de la clase media, para llegar a cubrir a 27.6% de la población, según el Coneval.

El presidente Obrador ha sido enfático en reiterar hasta el cansancio: “Primero los pobres”, siendo por tanto las ciudades epicentros de capital y creatividad las que están cada día perdiendo su dinamismo frente a las posturas del gobierno de la 4T de condenar a la clase media por neoliberal, ambiciosa y aspiracionista, cuando los economistas saben que conjuntamente con la clase empresarial sostienen la maltrecha economía y gasto público de este país.

Es largo el tema de las estadísticas de economía y población, pero fuentes fidedignas como INEGI, Conapo, Banco de México y Coneval coinciden en la desaparición paulatina de la clase media, contrario a la parte final del siglo pasado donde los núcleos urbanos reunían los mejores empleos, talentos, escuelas y universidades. Es también, pese a todo, donde se hospedaron los espacios de desarrollo cultural, artístico y científico, prosperaron los emprendimientos comerciales o tecnológicos, florecieron la innovación social, etc.

A pesar del abandono del campo (que no es justificable) cuanto más urbano el contexto, más oportunidades de movilidad social y de crecimiento de las clases medias al conformarse el Tratado de Libre Comercio, el aumento de las remesas y los ingresos por el turismo, que junto con las exportaciones petroleras facilitó una mayor producción y consumo, además de crearse millones de empleos.

Lamentablemente hoy en día, la OCDE para este año pronostica un paupérrimo crecimiento de 2.2% como otros países africanos; sin una agenda integral de cobijo al aparato productivo que sin duda la gran mayoría de los mexicanos estaremos confinados a la pobreza.

Sembrar más pobres en México exhortándolos a usar un par de zapatos, es paralizar los sueños de una nación. Con 4 millones más de pobres es irrefutable decir que la clase media está encarrilándose hacia ese rumbo, desapareciendo como las obstinadas promesas de las que seguimos creyendo los mexicanos.


En un mundo globalizado empobrecer a un país lo hace indefenso ante todo: Amaryta Sen

En muchos países las consecuencias de la pandemia del Covid, la lucha por los mercados mundiales y los precios del petróleo ha sido la disminución de los ingresos de la clase media y por ende del motor principal del bienestar social. Los ricos son más ricos y los pobres más pobres, pero en la clase media está en juego la pervivencia de un modelo social basado en las ideas de ciudadanía, equidad y calidad democrática. En México, bajo las políticas del gobierno de Obrador, se están presentando grietas significativas en la cimentación de la clase media en una tozuda declaratoria por derruir su estructura.

La clase media ha perdido entre 6% y 8% de su poder adquisitivo entre los años 2010 y 2016 con un crecimiento negativo hasta llegar el 2021 para reducirse otros tres puntos porcentuales; con un gobierno que sólo apoyó en la crisis sanitaria 1% del PIB (como Uganda) al sector productivo, mientras que en Alemania se respaldó con un 35% del PIB. Esta política en México propició la reducción en 2021 de la clase media, para llegar a cubrir a 27.6% de la población, según el Coneval.

El presidente Obrador ha sido enfático en reiterar hasta el cansancio: “Primero los pobres”, siendo por tanto las ciudades epicentros de capital y creatividad las que están cada día perdiendo su dinamismo frente a las posturas del gobierno de la 4T de condenar a la clase media por neoliberal, ambiciosa y aspiracionista, cuando los economistas saben que conjuntamente con la clase empresarial sostienen la maltrecha economía y gasto público de este país.

Es largo el tema de las estadísticas de economía y población, pero fuentes fidedignas como INEGI, Conapo, Banco de México y Coneval coinciden en la desaparición paulatina de la clase media, contrario a la parte final del siglo pasado donde los núcleos urbanos reunían los mejores empleos, talentos, escuelas y universidades. Es también, pese a todo, donde se hospedaron los espacios de desarrollo cultural, artístico y científico, prosperaron los emprendimientos comerciales o tecnológicos, florecieron la innovación social, etc.

A pesar del abandono del campo (que no es justificable) cuanto más urbano el contexto, más oportunidades de movilidad social y de crecimiento de las clases medias al conformarse el Tratado de Libre Comercio, el aumento de las remesas y los ingresos por el turismo, que junto con las exportaciones petroleras facilitó una mayor producción y consumo, además de crearse millones de empleos.

Lamentablemente hoy en día, la OCDE para este año pronostica un paupérrimo crecimiento de 2.2% como otros países africanos; sin una agenda integral de cobijo al aparato productivo que sin duda la gran mayoría de los mexicanos estaremos confinados a la pobreza.

Sembrar más pobres en México exhortándolos a usar un par de zapatos, es paralizar los sueños de una nación. Con 4 millones más de pobres es irrefutable decir que la clase media está encarrilándose hacia ese rumbo, desapareciendo como las obstinadas promesas de las que seguimos creyendo los mexicanos.