/ viernes 2 de febrero de 2024

Ángeles y chamucos

Se acercan épocas electorales y con ellas sensaciones de intensa polarización. Las visiones que, tradicionalmente, ya están confrontadas, ahora se condimentan, se ensalzan, se enfrascan en acaloradas discusiones donde la mentada, el pitorreo y la carilla, son las armas preferidas. Llueven memes, se crean verdaderas enciclopedias del sarcasmo, se fúnan (“censuran” en lenguaje juvenil) personajes, negocios y discursos.

Los caminos de la vida -como la canción- que antes parecían tocarse en algunos de sus puntos para transmitirnos empatía, hoy se dispersan en una infinidad de ideologías que, fieles a pensamientos sectarios, nos lavan el cerebro, nublando toda posibilidad de cuestionarnos sobre la validez de las ideas o percepciones. Con ello, perdimos la capacidad de ver, escuchar, hablar, oler o sentir por nosotros mismos; la realidad ya no es como la contemplamos. Debemos conformarnos viviendo un proceso de adaptación a un clima hostil, el cual busca convencernos de que el método científico, la duda racional o la mera curiosidad, son herramientas inútiles, peligrosas y llenas de resentimiento.

La historia universal está plagada de episodios de villanos y héroes. Ocasionalmente, los papeles se invirtieron y los malos no eran tan malos, y los buenos, pues, les gustó la maldad. Respecto a este punto, el trovador cubano “Virulo” escribió una canción que, letras más, letras menos, dice: “Antes de ser malo, [FULANO] era bueno, [pues] los [buenos] le daban dinero, aunque con otros era malo, eso no era malo, porque a los buenos les convenía […]” Siendo así, los enfoques, los matices, se vuelven elementales para tomar una postura. Para saber hay que conocer, ver más allá del blanco o negro, dar contexto objetivo y no doxear (recopilar información sobre un tema con propósitos siniestros, según los jóvenes de ahora).

Como diría el futbolista Javier Hernández: “imaginemos cosas ching…” (sic); pensemos, por unos instantes, que los partidos políticos incluyen, en su estructura, mecanismos que les permiten cuestionar sus decisiones desde la perspectiva de sus odiados opositores. Tener unidades de inteligencia a la inversa que les ayuden a apreciar las iniciativas ajenas, reconociendo su valor y retroalimentándoles. Ahora, imaginemos que los pueblos de México, y sus colectivos sociales, aprenden de las conclusiones razonadas y conscientes que sus acérrimos “detractores” ofrecen. Soñemos, un poco más, con un país donde las necesidades del pueblo nos conmueven a todos -y todas-, en el cual aprendemos a limpiar -lo más posible- de sesgos nuestros comentarios, tratando de generar preguntas sobre lo que no sabemos y, así, tal vez, hacer equipo para hallar las respuestas.

Somos mente y emociones. Incorporamos a nuestras decisiones, tanto ideas como pasiones. Nos es fácil colocarnos en filas opuestas y renunciar a cualquier mediación. La culpa siempre la tiene el de enfrente; sin embargo, la responsabilidad, aunque no lo queramos, se comparte. No podemos ser indiferentes y creer que podemos aislarnos en nuestros pensamientos o creencias, dejando el cargo de conciencia en otra frente. Pensar que los dolores ajenos no son los propios y que vale la pena comunicarnos más y mejor.

Que no nos pase lo que condenó Martin Niemöller: Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío. Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre.


¡Hay que involucrarnos y no dividirnos, o desapareceremos!

Director de Derecho, Economía y Relaciones Internacionales

Tecnológico de Monterrey campus Chihuahua

lgortizc@gmail.com

youtube: lgortizc


Se acercan épocas electorales y con ellas sensaciones de intensa polarización. Las visiones que, tradicionalmente, ya están confrontadas, ahora se condimentan, se ensalzan, se enfrascan en acaloradas discusiones donde la mentada, el pitorreo y la carilla, son las armas preferidas. Llueven memes, se crean verdaderas enciclopedias del sarcasmo, se fúnan (“censuran” en lenguaje juvenil) personajes, negocios y discursos.

Los caminos de la vida -como la canción- que antes parecían tocarse en algunos de sus puntos para transmitirnos empatía, hoy se dispersan en una infinidad de ideologías que, fieles a pensamientos sectarios, nos lavan el cerebro, nublando toda posibilidad de cuestionarnos sobre la validez de las ideas o percepciones. Con ello, perdimos la capacidad de ver, escuchar, hablar, oler o sentir por nosotros mismos; la realidad ya no es como la contemplamos. Debemos conformarnos viviendo un proceso de adaptación a un clima hostil, el cual busca convencernos de que el método científico, la duda racional o la mera curiosidad, son herramientas inútiles, peligrosas y llenas de resentimiento.

La historia universal está plagada de episodios de villanos y héroes. Ocasionalmente, los papeles se invirtieron y los malos no eran tan malos, y los buenos, pues, les gustó la maldad. Respecto a este punto, el trovador cubano “Virulo” escribió una canción que, letras más, letras menos, dice: “Antes de ser malo, [FULANO] era bueno, [pues] los [buenos] le daban dinero, aunque con otros era malo, eso no era malo, porque a los buenos les convenía […]” Siendo así, los enfoques, los matices, se vuelven elementales para tomar una postura. Para saber hay que conocer, ver más allá del blanco o negro, dar contexto objetivo y no doxear (recopilar información sobre un tema con propósitos siniestros, según los jóvenes de ahora).

Como diría el futbolista Javier Hernández: “imaginemos cosas ching…” (sic); pensemos, por unos instantes, que los partidos políticos incluyen, en su estructura, mecanismos que les permiten cuestionar sus decisiones desde la perspectiva de sus odiados opositores. Tener unidades de inteligencia a la inversa que les ayuden a apreciar las iniciativas ajenas, reconociendo su valor y retroalimentándoles. Ahora, imaginemos que los pueblos de México, y sus colectivos sociales, aprenden de las conclusiones razonadas y conscientes que sus acérrimos “detractores” ofrecen. Soñemos, un poco más, con un país donde las necesidades del pueblo nos conmueven a todos -y todas-, en el cual aprendemos a limpiar -lo más posible- de sesgos nuestros comentarios, tratando de generar preguntas sobre lo que no sabemos y, así, tal vez, hacer equipo para hallar las respuestas.

Somos mente y emociones. Incorporamos a nuestras decisiones, tanto ideas como pasiones. Nos es fácil colocarnos en filas opuestas y renunciar a cualquier mediación. La culpa siempre la tiene el de enfrente; sin embargo, la responsabilidad, aunque no lo queramos, se comparte. No podemos ser indiferentes y creer que podemos aislarnos en nuestros pensamientos o creencias, dejando el cargo de conciencia en otra frente. Pensar que los dolores ajenos no son los propios y que vale la pena comunicarnos más y mejor.

Que no nos pase lo que condenó Martin Niemöller: Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío. Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre.


¡Hay que involucrarnos y no dividirnos, o desapareceremos!

Director de Derecho, Economía y Relaciones Internacionales

Tecnológico de Monterrey campus Chihuahua

lgortizc@gmail.com

youtube: lgortizc