/ jueves 15 de marzo de 2018

César Duarte, la pesada losa del PRI

La desprestigiada imagen de César Duarte, aún prófugo de la justicia con once órdenes de aprehensión, es una pesada losa que deben superar los candidatos del PRI tanto estatales como nacionales para poder salir adelante en sus proyectos futuros.

El de hecho candidato a la senaduría José Reyes Baeza solicitó a la dirigencia de su partido que le suspendieran temporalmente los derechos políticos a Duarte. El también exgobernador tiene claro que mientras el fugitivo ficha roja continúe perteneciendo a su partido será cuestionado críticamente no sólo por sus oponentes sino también por la mayoría de los chihuahuenses.

El mismo motivo impulsó al diputado federal Alejandro Gutiérrez al ir más lejos y demandar por escrito a la dirigencia nacional que se expulse a César Duarte porque afecta a los demás candidatos de este partido al ser acusado penalmente por múltiples hechos de corrupción.

El problema para los candidatos priistas locales y nacionales es que aunque sea dado de baja el exgobernador no se liberarán de la fama creada no sólo por este nefasto personaje, sino también por los otros ex mandatarios estatales corruptos como el de Nayarit, socio de Duarte en la desaparición de miles de vaquillas importadas de Nueva Zelanda.

La losa al parecer es más pesada de lo que pareciera, pues al menos para los chihuahuenses no será fácil de olvidar y menos de perdonar el desfalco por miles de millones de pesos cometido por el ballezano y su pandilla de familiares e incondicionales.

La comisión de ética propuesta por el candidato presidencial es una aspirina para contrarrestar el cáncer de la corrupción que corroe y consume al otrora partido hegemónico de México. La personificación de este mal no lo es con todo Duarte y sus colegas, sino el mismo presidente Peña Nieto con su pésima imagen e impopularidad.

Por lo pronto en lo estatal Reyes Baeza y Alejandro Domínguez, precandidato único a la presidencia de la capital chihuahuense, tendrán que cargar con el desprestigio del exgobernador y tratar a la vez de convencer a los electores de ser la mejor opción.

La credibilidad será difícil de obtener tanto por ellos como por los otros aspirantes priistas, pues durante el sexenio de Duarte no externaron la mínima crítica en su contra. El silencio de los priistas no abona precisamente a su causa y menos al dejar pasar el tiempo para intentar desligarse de quien ha sido uno de los peores gobernantes en la historia del estado.

El reto de liberarse de la losa duartista no es fácil pero sí necesario si los candidatos priistas pretenden ser competitivos para vencer a sus rivales. El costo de la corrupción de los exgobernadores la está pagando el tricolor desde el 2016 y continuará haciéndolo mientras no lleve a cabo una reforma a fondo para deshacerse de sus pésimos activos como el citado César Duarte.

La desprestigiada imagen de César Duarte, aún prófugo de la justicia con once órdenes de aprehensión, es una pesada losa que deben superar los candidatos del PRI tanto estatales como nacionales para poder salir adelante en sus proyectos futuros.

El de hecho candidato a la senaduría José Reyes Baeza solicitó a la dirigencia de su partido que le suspendieran temporalmente los derechos políticos a Duarte. El también exgobernador tiene claro que mientras el fugitivo ficha roja continúe perteneciendo a su partido será cuestionado críticamente no sólo por sus oponentes sino también por la mayoría de los chihuahuenses.

El mismo motivo impulsó al diputado federal Alejandro Gutiérrez al ir más lejos y demandar por escrito a la dirigencia nacional que se expulse a César Duarte porque afecta a los demás candidatos de este partido al ser acusado penalmente por múltiples hechos de corrupción.

El problema para los candidatos priistas locales y nacionales es que aunque sea dado de baja el exgobernador no se liberarán de la fama creada no sólo por este nefasto personaje, sino también por los otros ex mandatarios estatales corruptos como el de Nayarit, socio de Duarte en la desaparición de miles de vaquillas importadas de Nueva Zelanda.

La losa al parecer es más pesada de lo que pareciera, pues al menos para los chihuahuenses no será fácil de olvidar y menos de perdonar el desfalco por miles de millones de pesos cometido por el ballezano y su pandilla de familiares e incondicionales.

La comisión de ética propuesta por el candidato presidencial es una aspirina para contrarrestar el cáncer de la corrupción que corroe y consume al otrora partido hegemónico de México. La personificación de este mal no lo es con todo Duarte y sus colegas, sino el mismo presidente Peña Nieto con su pésima imagen e impopularidad.

Por lo pronto en lo estatal Reyes Baeza y Alejandro Domínguez, precandidato único a la presidencia de la capital chihuahuense, tendrán que cargar con el desprestigio del exgobernador y tratar a la vez de convencer a los electores de ser la mejor opción.

La credibilidad será difícil de obtener tanto por ellos como por los otros aspirantes priistas, pues durante el sexenio de Duarte no externaron la mínima crítica en su contra. El silencio de los priistas no abona precisamente a su causa y menos al dejar pasar el tiempo para intentar desligarse de quien ha sido uno de los peores gobernantes en la historia del estado.

El reto de liberarse de la losa duartista no es fácil pero sí necesario si los candidatos priistas pretenden ser competitivos para vencer a sus rivales. El costo de la corrupción de los exgobernadores la está pagando el tricolor desde el 2016 y continuará haciéndolo mientras no lleve a cabo una reforma a fondo para deshacerse de sus pésimos activos como el citado César Duarte.