/ jueves 4 de noviembre de 2021

CFE Rumbo al túnel del tiempo

“Los ecosistemas se están colapsando.

Los políticos no son los suficientemente maduros para decir bien las cosas”.

Greta Tunberg (2003 - ) activista




Hace días envié al dip. federal Manuel Rodríguez Moreno, presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, una factura de consumo eléctrico de una pequeña familia que vive en Noruega. No deja de sorprender que el costo con energías limpias y renovables el KW/hora producida por la estatal Norway Statkraft (también hay empresas privadas) es 6.5 veces menor que en México, es decir, que la CFE según la Comisión Reguladora de Energía, un KW/hora cuesta $2,312 pesos, que es producido con combustóleo proveniente del residuo después de refinar petróleo crudo con alto contenido en azufre, catalogado como el más dañino para la atmósfera.


Además hay que destacar que el salario laboral en nuestra ciudad es de 123 pesos diarios y en Noruega 3000 pesos por día; lo que nos hace suponer que con escasos minutos de trabajo es suficiente para cubrir el pago de la energía eléctrica, que lo mismo se utiliza en la estufa eléctrica, bóiler, calefacción, en la recarga de autos eléctricos, etc. y que en un par de años los motores a gasolina y diésel serán historia en ese país líder mundial en energías limpias.


Si todo esto es cierto por qué miente Manuel Barttlet, director de CFE, insistiendo en que si no hay sol ni viento no hay energía. Tampoco es aceptable la negativa de los congresistas de Morena al rehuir al debate técnico, científico y financiero por tener la consigna de aprobar la contrarreforma que significaría un costo de 80 mil millones de dólares (1.6 billones de pesos) sin explicar de dónde el gobierno obtendría esa cantidad al menos que recorte programas de educación, salud, obra pública, duplique las tarifas eléctricas o bien que endeude más al erario. Con ello cerraría las puertas a las energías limpias incumpliendo la Convención de París sobre el Cambio Climático, ratificado por el Senado en 2016, que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además habría que indemnizar a las compañías ya “contratadas” como se hizo en el fracasado aeropuerto de Texcoco.


Esta empresa nacida en 1937 por decreto del general Cárdenas cuando el país tenía 20.8 millones de habitantes, respondió sin duda a los intereses de una nación que se incorporaba como el resto del mundo al uso y beneficio de la electricidad. Fue posteriormente con López Mateos cuando en 1960 nacionaliza la industria eléctrica donde el Estado establece un monopolio, con cierta participación de particulares.


La Reforma Energética 2013 (que no fue perfecta) tuvo la clara finalidad de hacerla más competitiva con una visión encaminada a las energías limpias. Hoy en día tras la caída del Muro de Berlín, las economías tienen otras perspectivas “esfumando” los monopolios en energías como en países socialistas, Rusia y China que desde 2008 y 2012 respectivamente permitieron la entrada de inversionistas extranjeros para la producción de energías limpias, sustentables y baratas, aunque el Estado conserva su rectoría.


Según la SHCP, las deudas asfixiantes de Pemex ascendieron a 112 mil millones de dls. 12.8% más en 2020 y de la CFE a 18 mil millones de dls. Son datos duros que debería reflexionar el presidente Obrador antes de que sea demasiado tarde, pues “meter” en el túnel del tiempo a la CFE hacia 1960 a favor de energías sucias y desaparecer la Comisión Reguladora de Energía, convirtiendo a la CFE en juez y parte en las tarifas significaría traicionar a los mexicanos.



“Los ecosistemas se están colapsando.

Los políticos no son los suficientemente maduros para decir bien las cosas”.

Greta Tunberg (2003 - ) activista




Hace días envié al dip. federal Manuel Rodríguez Moreno, presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, una factura de consumo eléctrico de una pequeña familia que vive en Noruega. No deja de sorprender que el costo con energías limpias y renovables el KW/hora producida por la estatal Norway Statkraft (también hay empresas privadas) es 6.5 veces menor que en México, es decir, que la CFE según la Comisión Reguladora de Energía, un KW/hora cuesta $2,312 pesos, que es producido con combustóleo proveniente del residuo después de refinar petróleo crudo con alto contenido en azufre, catalogado como el más dañino para la atmósfera.


Además hay que destacar que el salario laboral en nuestra ciudad es de 123 pesos diarios y en Noruega 3000 pesos por día; lo que nos hace suponer que con escasos minutos de trabajo es suficiente para cubrir el pago de la energía eléctrica, que lo mismo se utiliza en la estufa eléctrica, bóiler, calefacción, en la recarga de autos eléctricos, etc. y que en un par de años los motores a gasolina y diésel serán historia en ese país líder mundial en energías limpias.


Si todo esto es cierto por qué miente Manuel Barttlet, director de CFE, insistiendo en que si no hay sol ni viento no hay energía. Tampoco es aceptable la negativa de los congresistas de Morena al rehuir al debate técnico, científico y financiero por tener la consigna de aprobar la contrarreforma que significaría un costo de 80 mil millones de dólares (1.6 billones de pesos) sin explicar de dónde el gobierno obtendría esa cantidad al menos que recorte programas de educación, salud, obra pública, duplique las tarifas eléctricas o bien que endeude más al erario. Con ello cerraría las puertas a las energías limpias incumpliendo la Convención de París sobre el Cambio Climático, ratificado por el Senado en 2016, que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además habría que indemnizar a las compañías ya “contratadas” como se hizo en el fracasado aeropuerto de Texcoco.


Esta empresa nacida en 1937 por decreto del general Cárdenas cuando el país tenía 20.8 millones de habitantes, respondió sin duda a los intereses de una nación que se incorporaba como el resto del mundo al uso y beneficio de la electricidad. Fue posteriormente con López Mateos cuando en 1960 nacionaliza la industria eléctrica donde el Estado establece un monopolio, con cierta participación de particulares.


La Reforma Energética 2013 (que no fue perfecta) tuvo la clara finalidad de hacerla más competitiva con una visión encaminada a las energías limpias. Hoy en día tras la caída del Muro de Berlín, las economías tienen otras perspectivas “esfumando” los monopolios en energías como en países socialistas, Rusia y China que desde 2008 y 2012 respectivamente permitieron la entrada de inversionistas extranjeros para la producción de energías limpias, sustentables y baratas, aunque el Estado conserva su rectoría.


Según la SHCP, las deudas asfixiantes de Pemex ascendieron a 112 mil millones de dls. 12.8% más en 2020 y de la CFE a 18 mil millones de dls. Son datos duros que debería reflexionar el presidente Obrador antes de que sea demasiado tarde, pues “meter” en el túnel del tiempo a la CFE hacia 1960 a favor de energías sucias y desaparecer la Comisión Reguladora de Energía, convirtiendo a la CFE en juez y parte en las tarifas significaría traicionar a los mexicanos.