/ martes 24 de marzo de 2020

Comunicar la verdad

“El espíritu de la verdad, lo mismo que el de la libertad son los dos pilares fundamentales en la vida humana.” Henrik Ibsen


En nuestras ya lejanas clases de Lógica, se nos enseñó el contenido del concepto de verdad. “La verdad es un sistema de conocimientos del hombre sobre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Refleja el mundo en categorías leyes y principios, cuya justedad y veracidad se comprueban en la práctica.” Desde luego, que el hombre realiza día a día acciones que transforman al hombre mismo, a la naturaleza y a la sociedad, vamos, la praxis cotidiana, no es propiedad de un hombre, grupo o partido. Quien asevere tales cosas, ciertamente integra falacias para confundir y lograr fines inconfesables.

Tenemos cotidianamente que confrontar al valor fundamental de la Lógica: la verdad, con mendacidades, rumores, demagogia, frustraciones, supersticiones e incertidumbres que afectan a la sociedad en su conjunto. Se repiten mentiras en todos los medios, antiguos y modernos que grandes masas hacen suyos, sólo porque fulanito le dijo a zutanito. Vivimos momentos en que la ciencia (que tiene como base la verdad) recibe embates brutales, sobre todo en la base fundamental de la sociedad: la economía. Grupos de personas se apropian de la voluntad popular por medio de la ficción, la seducción y la imposición de conceptos y juicios, que conducen al fanatismo, al miedo, y, lo más grave: al odio.

Para establecer la relación entre la comunicación y la verdad, debemos reflexionar una versión de Giovanni Sartori. “Está empobrecida la teoría política actual. Mejorar la teoría también debería mejorar la comprensión (¿cuál?) y el funcionamiento de la democracia, porque ésta necesita ser entendida para poder funcionar.” La comprensión requiere como paso antecesor, el conocimiento, es decir, los escalones para alcanzar la verdad. Por ello es exigible, para comunicarnos de todo y por todo, la verdad, que es la madre de la ciencia. No se debe atrever un maestro a trasponer el umbral del aula, si no está seguro de lo que va a decir a sus discípulos, como tampoco un comunicador, de cualquier medio, evitar emitir juicios falsos y suposiciones hipotéticas que surgen de su ego, y que nada tienen que ver con la realidad. ¡Cuidado con los pregoneros del desastre de las enfermedades!


“El espíritu de la verdad, lo mismo que el de la libertad son los dos pilares fundamentales en la vida humana.” Henrik Ibsen


En nuestras ya lejanas clases de Lógica, se nos enseñó el contenido del concepto de verdad. “La verdad es un sistema de conocimientos del hombre sobre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Refleja el mundo en categorías leyes y principios, cuya justedad y veracidad se comprueban en la práctica.” Desde luego, que el hombre realiza día a día acciones que transforman al hombre mismo, a la naturaleza y a la sociedad, vamos, la praxis cotidiana, no es propiedad de un hombre, grupo o partido. Quien asevere tales cosas, ciertamente integra falacias para confundir y lograr fines inconfesables.

Tenemos cotidianamente que confrontar al valor fundamental de la Lógica: la verdad, con mendacidades, rumores, demagogia, frustraciones, supersticiones e incertidumbres que afectan a la sociedad en su conjunto. Se repiten mentiras en todos los medios, antiguos y modernos que grandes masas hacen suyos, sólo porque fulanito le dijo a zutanito. Vivimos momentos en que la ciencia (que tiene como base la verdad) recibe embates brutales, sobre todo en la base fundamental de la sociedad: la economía. Grupos de personas se apropian de la voluntad popular por medio de la ficción, la seducción y la imposición de conceptos y juicios, que conducen al fanatismo, al miedo, y, lo más grave: al odio.

Para establecer la relación entre la comunicación y la verdad, debemos reflexionar una versión de Giovanni Sartori. “Está empobrecida la teoría política actual. Mejorar la teoría también debería mejorar la comprensión (¿cuál?) y el funcionamiento de la democracia, porque ésta necesita ser entendida para poder funcionar.” La comprensión requiere como paso antecesor, el conocimiento, es decir, los escalones para alcanzar la verdad. Por ello es exigible, para comunicarnos de todo y por todo, la verdad, que es la madre de la ciencia. No se debe atrever un maestro a trasponer el umbral del aula, si no está seguro de lo que va a decir a sus discípulos, como tampoco un comunicador, de cualquier medio, evitar emitir juicios falsos y suposiciones hipotéticas que surgen de su ego, y que nada tienen que ver con la realidad. ¡Cuidado con los pregoneros del desastre de las enfermedades!