/ jueves 8 de marzo de 2018

De la dictadura perfecta al populismo

“He aquí una cosa que cuanto más se necesita menos se estima: el consejo”

  • Leonardo Da Vinci -

 

Cuando un premio Nobel de Literatura habla sus palabras retiemblan en su centro y hacen eco en el infinito y más allá por la sencilla razón de que de alguna manera representan un liderazgo en el territorio de las letras y de la opinión. El peruano Jorge Mario Pedro Vargas Llosa no se trata sólo de un buen escritor, por favor, se trata, si no del mejor, de uno de los mejores escritores que bien nos puede invitar a conocer las conversaciones en la catedral que celosamente sostiene Santiago Zavala hasta divertirnos con Pantaleón y las visitadoras y siempre con la calidad que el honoris causa nos regala en cada párrafo escrito desde su intelecto.    

Hace unos días Vargas Llosa (quien también sabe de política, y muy bien) comentó en la presentación de su más reciente libro titulado “La llamada de la tribu” que espera que en las próximas elecciones de México haya lucidez por parte de los votantes para no caer en un gobierno populista y demagógico. Estas declaraciones mortificaron a mucha gente que en 1990 le aplaudía con entusiasmo cuando en un programa televisivo de aquellos años el autor de “La fiesta del chivo” dijera que México era la dictadura perfecta por la permanencia de un partido político en el poder, refiriéndose evidentemente al Revolucionario Institucional. Entonces, ¿en qué quedamos, hace 28 años sus palabras sí tenían peso y relevancia y ahora, con mayor experiencia, lo que diga no tiene validez?

Desde luego que las palabras del escritor de Arequipa tienen importancia, por supuesto que se debe tomar en cuenta su opinión, hoy más que nunca tenemos que meditar en qué es lo que queremos para nuestro país, pero principalmente en lo que no queremos y si bien es cierto que no deseamos más problemas de corrupción e impunidad, los dos cánceres más fuertes de México, también es cierto que no merecemos un gobierno dirigido por el autoritarismo y la intolerancia de quien, disfrazado de cordero, en un capricho de condiciones preocupantes tiene entre sus candidatos para senadores, diputados y alcaldes a gente cuyo pasado se tejió entre delincuencia e ineptitud.

La boleta electoral no sabe de encuestas, esa la tendrás hasta el 1 de julio y es sólo tuya, de nadie más, piensa en ti, piensa en nosotros, piensa en México.

 

“He aquí una cosa que cuanto más se necesita menos se estima: el consejo”

  • Leonardo Da Vinci -

 

Cuando un premio Nobel de Literatura habla sus palabras retiemblan en su centro y hacen eco en el infinito y más allá por la sencilla razón de que de alguna manera representan un liderazgo en el territorio de las letras y de la opinión. El peruano Jorge Mario Pedro Vargas Llosa no se trata sólo de un buen escritor, por favor, se trata, si no del mejor, de uno de los mejores escritores que bien nos puede invitar a conocer las conversaciones en la catedral que celosamente sostiene Santiago Zavala hasta divertirnos con Pantaleón y las visitadoras y siempre con la calidad que el honoris causa nos regala en cada párrafo escrito desde su intelecto.    

Hace unos días Vargas Llosa (quien también sabe de política, y muy bien) comentó en la presentación de su más reciente libro titulado “La llamada de la tribu” que espera que en las próximas elecciones de México haya lucidez por parte de los votantes para no caer en un gobierno populista y demagógico. Estas declaraciones mortificaron a mucha gente que en 1990 le aplaudía con entusiasmo cuando en un programa televisivo de aquellos años el autor de “La fiesta del chivo” dijera que México era la dictadura perfecta por la permanencia de un partido político en el poder, refiriéndose evidentemente al Revolucionario Institucional. Entonces, ¿en qué quedamos, hace 28 años sus palabras sí tenían peso y relevancia y ahora, con mayor experiencia, lo que diga no tiene validez?

Desde luego que las palabras del escritor de Arequipa tienen importancia, por supuesto que se debe tomar en cuenta su opinión, hoy más que nunca tenemos que meditar en qué es lo que queremos para nuestro país, pero principalmente en lo que no queremos y si bien es cierto que no deseamos más problemas de corrupción e impunidad, los dos cánceres más fuertes de México, también es cierto que no merecemos un gobierno dirigido por el autoritarismo y la intolerancia de quien, disfrazado de cordero, en un capricho de condiciones preocupantes tiene entre sus candidatos para senadores, diputados y alcaldes a gente cuyo pasado se tejió entre delincuencia e ineptitud.

La boleta electoral no sabe de encuestas, esa la tendrás hasta el 1 de julio y es sólo tuya, de nadie más, piensa en ti, piensa en nosotros, piensa en México.