/ miércoles 1 de noviembre de 2023

Educar para la crisis climática

Al ver la tragedia que ha sucedido en Acapulco con la llegada del huracán Otis la solidaridad y el compromiso de ayuda debe estar presente en la mente de todos nosotros para auxiliar a nuestros hermanos de Guerrero en la medida de nuestras posibilidades. Creo que también debe darse un espacio para la reflexión sobre el aumento de la virulencia de los fenómenos naturales y su relación con el cambio climático. Para esto la Iglesia Católica y el Papa Francisco han publicado recientemente un interesante documento Láudate Deum, que es continuación de la llamada Encíclica Verde Laudato Si, que fue publicada hace ocho años. El mismo Papa declara que no hay reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás el cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas. No es un planteamiento solamente ecológico, porque los efectos del cambio climático son soportados por las personas más vulnerables. Como hemos podido atestiguar ahora, en Acapulco donde precisamente las personas más pobres son las que se han quedado prácticamente sin nada. En el segundo capítulo de su carta Francisco habla del paradigma tecnocrático que consiste “en pensar como si la realidad el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico y se retroalimenta monstruosamente basada en la idea de un ser humano sin límites”, “nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a ser utilizado bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo”. El Papa reitera que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento de uso desenfrenado de ambiciones ilimitadas. Recuerda que estamos incluidos en la naturaleza y esto excluye la idea de que el ser humano sea un extraño un factor externo sólo capaz de dañar el ambiente. Debe ser considerado como parte de la naturaleza. En el siguiente capítulo de la exhortación el Papa aborda la debilidad política internacional insistiendo en la necesidad de favorecer los acuerdos multilaterales entre los estados. Explica que “Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal sino de organizaciones mundiales más eficaces dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria y la defensa de ciertos derechos humanos elementales. Con respecto a la COP28 en Dubai escribe que decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida, porque implicaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático, “no podemos dejar de soñar que esa COP28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos susceptibles de un monitoreo permanente”.


Al ver la tragedia que ha sucedido en Acapulco con la llegada del huracán Otis la solidaridad y el compromiso de ayuda debe estar presente en la mente de todos nosotros para auxiliar a nuestros hermanos de Guerrero en la medida de nuestras posibilidades. Creo que también debe darse un espacio para la reflexión sobre el aumento de la virulencia de los fenómenos naturales y su relación con el cambio climático. Para esto la Iglesia Católica y el Papa Francisco han publicado recientemente un interesante documento Láudate Deum, que es continuación de la llamada Encíclica Verde Laudato Si, que fue publicada hace ocho años. El mismo Papa declara que no hay reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás el cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas. No es un planteamiento solamente ecológico, porque los efectos del cambio climático son soportados por las personas más vulnerables. Como hemos podido atestiguar ahora, en Acapulco donde precisamente las personas más pobres son las que se han quedado prácticamente sin nada. En el segundo capítulo de su carta Francisco habla del paradigma tecnocrático que consiste “en pensar como si la realidad el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico y se retroalimenta monstruosamente basada en la idea de un ser humano sin límites”, “nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a ser utilizado bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo”. El Papa reitera que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento de uso desenfrenado de ambiciones ilimitadas. Recuerda que estamos incluidos en la naturaleza y esto excluye la idea de que el ser humano sea un extraño un factor externo sólo capaz de dañar el ambiente. Debe ser considerado como parte de la naturaleza. En el siguiente capítulo de la exhortación el Papa aborda la debilidad política internacional insistiendo en la necesidad de favorecer los acuerdos multilaterales entre los estados. Explica que “Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal sino de organizaciones mundiales más eficaces dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria y la defensa de ciertos derechos humanos elementales. Con respecto a la COP28 en Dubai escribe que decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida, porque implicaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático, “no podemos dejar de soñar que esa COP28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos susceptibles de un monitoreo permanente”.