/ martes 22 de octubre de 2019

El Chapito somete a López Obrador

“Abrazos y no balazos”, “fuchi, guácala”, “los voy a acusar con sus abuelitas”, son frases de López Obrador, que sólo demuestran que no puede con el puesto, pero lo sucedido en Culiacán el jueves de la semana pasada hizo oficial su ineptitud. Ahora sólo nos queda apretar el botón de pánico, porque esta nave va a la deriva.

Se ha doblado ante 92 maestros que fueron a reclamarle y les dio la plaza de inmediato. A los soldados les da la orden de no defenderse y los malandros se burlan de ellos, los desarman, los humillan y se quedan con armas y vehículos del Ejército. A los guerrilleros de la Liga 23 de Septiembre les pide perdón públicamente y les entrega reconocimientos.

No es un presidente débil, que no tiene ni idea de gobernar, sino lo que le sigue. Dijo en su campaña: “Al diablo las instituciones” y ya lo cumplió, acabó con el congreso al convertir a sus diputados y senadores en sus simples empleados. A la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la tumbada del ministro Medina Mora, se queda con lo necesario para mandar él. Quizás no se dio cuenta con su expresión, pero la Presidencia de la República es una institución, que encabeza él, y la acaba de mandar al diablo.

El jueves de mentiras, que la Guardia Nacional andaba dando un rondín por la zona de Tres Ríos en Culiacán, cuando fueron atacados desde una casa y ellos sólo repelieron el ataque logrando capturar a sus cuatro ocupantes. Minutos después acepta que sí apresaron a Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante más buscado en su momento, en todo el mundo, el Chapo Guzmán, hoy extraditado a Estados Unidos, donde permanece en una cárcel de alta seguridad.

Momentos después se fue descubriendo la verdad. Las autoridades americanas le pidieron a López Obrador que atrapara al hijo del Chapo y se lo extraditara porque allá tiene varios procesos pendientes por narcotráfico. Se le hizo fácil a López Obrador mandar un piquete veinte soldados a detener a Ovidio, que se encontraba en un puesto de tacos comiendo, acompañado de ocho escoltas, sin toda una estrategia, como cuando atrapó el gobierno anterior al mismo Chapo, a Beltrán Leyva, etc. En minutos Culiacán era tomada por más de 600 narcos con armas hasta de 50 mm, capaces de bajar un helicóptero, que dicen que derribaron uno, pero oficialmente no se dijo nada.

Se dice que ni el secretario de la Defensa estaba enterado, fue una decisión entre el Negro Durazo Jr. y López Obrador. Cuando estalla prácticamente la guerra en Culiacán y le exigen a López Obrador que libere a Ovidio, ellos mismos deciden dejarlo libre. El Gobierno de la República se rinde ante el narco.

Una burla la rueda de prensa que dan al día siguiente los abogados del Chapito, agradeciéndole a López Obrador por haber liberado a Ovidio y así haber evitado la muerte de más civiles, y que lo esperan en Badiraguato, la tierra del Chapo, para que vaya a poner la primera piedra de la universidad, sólo les faltó decir que acompañado de la mamá del Chapo.

López Obrador causó el caos en Culiacán y ahora los chairos quieren que le agradezcamos ¡¡por liberar a Ovidio y evitar más muertes!!

“Abrazos y no balazos”, “fuchi, guácala”, “los voy a acusar con sus abuelitas”, son frases de López Obrador, que sólo demuestran que no puede con el puesto, pero lo sucedido en Culiacán el jueves de la semana pasada hizo oficial su ineptitud. Ahora sólo nos queda apretar el botón de pánico, porque esta nave va a la deriva.

Se ha doblado ante 92 maestros que fueron a reclamarle y les dio la plaza de inmediato. A los soldados les da la orden de no defenderse y los malandros se burlan de ellos, los desarman, los humillan y se quedan con armas y vehículos del Ejército. A los guerrilleros de la Liga 23 de Septiembre les pide perdón públicamente y les entrega reconocimientos.

No es un presidente débil, que no tiene ni idea de gobernar, sino lo que le sigue. Dijo en su campaña: “Al diablo las instituciones” y ya lo cumplió, acabó con el congreso al convertir a sus diputados y senadores en sus simples empleados. A la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la tumbada del ministro Medina Mora, se queda con lo necesario para mandar él. Quizás no se dio cuenta con su expresión, pero la Presidencia de la República es una institución, que encabeza él, y la acaba de mandar al diablo.

El jueves de mentiras, que la Guardia Nacional andaba dando un rondín por la zona de Tres Ríos en Culiacán, cuando fueron atacados desde una casa y ellos sólo repelieron el ataque logrando capturar a sus cuatro ocupantes. Minutos después acepta que sí apresaron a Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante más buscado en su momento, en todo el mundo, el Chapo Guzmán, hoy extraditado a Estados Unidos, donde permanece en una cárcel de alta seguridad.

Momentos después se fue descubriendo la verdad. Las autoridades americanas le pidieron a López Obrador que atrapara al hijo del Chapo y se lo extraditara porque allá tiene varios procesos pendientes por narcotráfico. Se le hizo fácil a López Obrador mandar un piquete veinte soldados a detener a Ovidio, que se encontraba en un puesto de tacos comiendo, acompañado de ocho escoltas, sin toda una estrategia, como cuando atrapó el gobierno anterior al mismo Chapo, a Beltrán Leyva, etc. En minutos Culiacán era tomada por más de 600 narcos con armas hasta de 50 mm, capaces de bajar un helicóptero, que dicen que derribaron uno, pero oficialmente no se dijo nada.

Se dice que ni el secretario de la Defensa estaba enterado, fue una decisión entre el Negro Durazo Jr. y López Obrador. Cuando estalla prácticamente la guerra en Culiacán y le exigen a López Obrador que libere a Ovidio, ellos mismos deciden dejarlo libre. El Gobierno de la República se rinde ante el narco.

Una burla la rueda de prensa que dan al día siguiente los abogados del Chapito, agradeciéndole a López Obrador por haber liberado a Ovidio y así haber evitado la muerte de más civiles, y que lo esperan en Badiraguato, la tierra del Chapo, para que vaya a poner la primera piedra de la universidad, sólo les faltó decir que acompañado de la mamá del Chapo.

López Obrador causó el caos en Culiacán y ahora los chairos quieren que le agradezcamos ¡¡por liberar a Ovidio y evitar más muertes!!