/ martes 24 de mayo de 2022

El falso mesías

Hace poco más de tres años, llegó un falso mesías a la presidencia de México. Desgraciadamente mucha gente le creyó (dicen que 30 millones de votos), dijo mentiras tras mentiras, como para demostrar su humildad, siguió usando su Tsuru blanco, que no usaría el avión presidencial, que era una ofensa, que seguiría viviendo en su departamentito de Tlalpan, y además prometió que acabaría con la corrupción, con la inseguridad, con la pobreza y que en muy poco tiempo viviríamos en un edén, guiados por su santa mano, que algunos llegaron a besar, en señal no sólo de respeto, sino de adoración.

Del pequeño departamento en Tlalpan se cambió al único palacio que tenemos en México, porque la residencia oficial de Los Pinos se le hizo poca cosa. El ejemplo de humildad del falso mesías lo dice todo. Nos cuesta más de 6 millones de pesos mensuales mantenerlo, con criados, vigilancia, mantenimiento de salones y salones bien fastuosos. El falso mesías vive como rey en el Palacio Nacional.

Acabar con la corrupción fue sólo un slogan de campaña. Hoy la corrupción está ms desatada que nunca. La Auditoría Superior de la Federación acaba de declarar que hay más de 600 mil millones sin comprobación. Aparece la famosa casa gris del hijo del presidente, que hace unos meses había declarado no tener empleo alguno, en Houston, con un valor superior al millón de dólares, fábricas de chocolates que aparecen de la nada, si no es que de la corrupción.

Las tres obras faraónicas de este sexenio se han elevado a más del doble de lo presupuestado, como es el Aeropuerto Felipe Angeles, que no sirve para nada, un elefante blanco, que las líneas aéreas no quieren irse para ese aeropuerto, por la inseguridad del cielo, está muy lejos de todo y no hay servicios de nada: restaurantes, regalos, revistas, libros, etc. El Tren Maya, que está acabando con el ecosistema de la península de Yucatán y lleva gastado más del doble y no se diga de la Refinería Dos Bocas, que se inunda a cada rato. Puros caprichos, y así no se debe gobernar.

Acabar con la inseguridad. Hoy estamos peor que nunca, ni en el sexenio de Felipe Calderón se han tenido tantos homicidios. La política de “abrazos, no balazos”, no sólo no ha servido de nada, sino que somos la burla de los narcos, que persiguen a balazos a la Guardia Nacional, porque tienen orden de no enfrentarlos, porque los de las bandas “también son seres humanos, que merecen nuestra protección”, declaración sin el más mínimo sentido común, legal y que nos exhibe ante el mundo.

Acabar con la pobreza. Desgraciadamente ésta ha crecido en más de 4 millones adicionales de pobres. Entrando les quitó los apoyos a las guarderías que ayudaban mucho a las madres que necesitan ir a trabajar. Quitó los apoyos a las casas que cuidan a las madres golpeadas y requieren de esa protección. Dejó en desabasto los medicamentos que necesita tanto la gente, sobre todo para combatir el cáncer en los niños, y además canceló el Seguro Popular que daba servicio médico a más de 15 millones de mexicanos, que dejó desamparados.

Vender un avión que no vendió, rifar avión que no rifó y sólo obtuvo pérdidas su ocurrencia, y el país sigue en caída libre.

Al falso mesías le quedan dos años y dos meses, que esperamos se pasen muy rápido.


Hace poco más de tres años, llegó un falso mesías a la presidencia de México. Desgraciadamente mucha gente le creyó (dicen que 30 millones de votos), dijo mentiras tras mentiras, como para demostrar su humildad, siguió usando su Tsuru blanco, que no usaría el avión presidencial, que era una ofensa, que seguiría viviendo en su departamentito de Tlalpan, y además prometió que acabaría con la corrupción, con la inseguridad, con la pobreza y que en muy poco tiempo viviríamos en un edén, guiados por su santa mano, que algunos llegaron a besar, en señal no sólo de respeto, sino de adoración.

Del pequeño departamento en Tlalpan se cambió al único palacio que tenemos en México, porque la residencia oficial de Los Pinos se le hizo poca cosa. El ejemplo de humildad del falso mesías lo dice todo. Nos cuesta más de 6 millones de pesos mensuales mantenerlo, con criados, vigilancia, mantenimiento de salones y salones bien fastuosos. El falso mesías vive como rey en el Palacio Nacional.

Acabar con la corrupción fue sólo un slogan de campaña. Hoy la corrupción está ms desatada que nunca. La Auditoría Superior de la Federación acaba de declarar que hay más de 600 mil millones sin comprobación. Aparece la famosa casa gris del hijo del presidente, que hace unos meses había declarado no tener empleo alguno, en Houston, con un valor superior al millón de dólares, fábricas de chocolates que aparecen de la nada, si no es que de la corrupción.

Las tres obras faraónicas de este sexenio se han elevado a más del doble de lo presupuestado, como es el Aeropuerto Felipe Angeles, que no sirve para nada, un elefante blanco, que las líneas aéreas no quieren irse para ese aeropuerto, por la inseguridad del cielo, está muy lejos de todo y no hay servicios de nada: restaurantes, regalos, revistas, libros, etc. El Tren Maya, que está acabando con el ecosistema de la península de Yucatán y lleva gastado más del doble y no se diga de la Refinería Dos Bocas, que se inunda a cada rato. Puros caprichos, y así no se debe gobernar.

Acabar con la inseguridad. Hoy estamos peor que nunca, ni en el sexenio de Felipe Calderón se han tenido tantos homicidios. La política de “abrazos, no balazos”, no sólo no ha servido de nada, sino que somos la burla de los narcos, que persiguen a balazos a la Guardia Nacional, porque tienen orden de no enfrentarlos, porque los de las bandas “también son seres humanos, que merecen nuestra protección”, declaración sin el más mínimo sentido común, legal y que nos exhibe ante el mundo.

Acabar con la pobreza. Desgraciadamente ésta ha crecido en más de 4 millones adicionales de pobres. Entrando les quitó los apoyos a las guarderías que ayudaban mucho a las madres que necesitan ir a trabajar. Quitó los apoyos a las casas que cuidan a las madres golpeadas y requieren de esa protección. Dejó en desabasto los medicamentos que necesita tanto la gente, sobre todo para combatir el cáncer en los niños, y además canceló el Seguro Popular que daba servicio médico a más de 15 millones de mexicanos, que dejó desamparados.

Vender un avión que no vendió, rifar avión que no rifó y sólo obtuvo pérdidas su ocurrencia, y el país sigue en caída libre.

Al falso mesías le quedan dos años y dos meses, que esperamos se pasen muy rápido.