/ viernes 15 de noviembre de 2019

El imperio del horror y el terror

La oleada creciente de violencia criminal en las últimas semanas en el país demuestra, más que la prédica oficialista, que México vive bajo un régimen de horror y terror creado por las bandas delictivas.

La bárbara y cruel masacre de tres familias mormonas en Bavispe, Sonora, no sólo indigna y conmueve, sino también es un ejemplo palpable de la indefensión y vulnerabilidad de los habitantes del noroeste mexicano y del resto del territorio nacional.

El lugar donde fueron asesinados seis menores de edades y sus tres madres por esbirros de los cárteles de la droga es tierra sin ley, pues son las células criminales de los cárteles quienes imponen sus condiciones como lo demostraron también el mes pasado en la capital sinaloense.

En Culiacán el Cártel de Sinaloa exhibió nacional e internacionalmente la debilidad del Estado mexicano, el cual no pudo impedir que cientos de sicarios se apoderaran por varias horas de las calles amenazando asesinar a civiles y familiares de los soldados de la zona militar.

El retiro de los criminales no se debió a la oportuna y eficaz labor de las fuerzas de seguridad, sino porque el gobierno federal cedió al dejar libre al hijo del Chapo Guzmán. Ahora Ovidio, un desconocido hasta ese momento, se ha convertido en el nuevo ídolo que simboliza el poder del narco mexicano.

La imitación del “culiacanazo” no tardó en darse, pues en Ciudad Juárez la pandilla de Los Mexicles incendió vehículos y asesinó impunemente por varios días con el fin de provocar el terror y evitar un operativo en el Cereso 3, penal en el que se encuentran sus cabecillas y desde donde dirigen las actividades delictivas de la banda al servicio del Cártel de Sinaloa.

Estos tres aberrantes hechos se suman a los que diariamente ocurren en el resto del país, como el homicidio de cinco policías estatales en Puebla y de trece en Michoacán. En este sangriento 2019 ya han sido asesinados casi 350 policías, por lo que el promedio este año podría llegar a ser de un agente victimado diariamente por pistoleros del crimen organizado.

La inaudita e inhumana saña criminal aplicada en Bavispe es la que más ha conmocionado a los mexicanos, además de crear un serio problema entre el gobierno federal y el estadounidense, pues las víctimas no sólo eran ciudadanos mexicanos, sino también norteamericanos.

La amenaza latente de que México se convierta en un Estado fallido aumenta a la vez que se aleja la posibilidad real de llegar a ser un auténtico estado de derecho. La masacre de Bavispe es el acto criminal que marca vergonzosamente al sexenio de López Obrador, como lo hizo en su momento la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el de Peña Nieto.

La oleada creciente de violencia criminal en las últimas semanas en el país demuestra, más que la prédica oficialista, que México vive bajo un régimen de horror y terror creado por las bandas delictivas.

La bárbara y cruel masacre de tres familias mormonas en Bavispe, Sonora, no sólo indigna y conmueve, sino también es un ejemplo palpable de la indefensión y vulnerabilidad de los habitantes del noroeste mexicano y del resto del territorio nacional.

El lugar donde fueron asesinados seis menores de edades y sus tres madres por esbirros de los cárteles de la droga es tierra sin ley, pues son las células criminales de los cárteles quienes imponen sus condiciones como lo demostraron también el mes pasado en la capital sinaloense.

En Culiacán el Cártel de Sinaloa exhibió nacional e internacionalmente la debilidad del Estado mexicano, el cual no pudo impedir que cientos de sicarios se apoderaran por varias horas de las calles amenazando asesinar a civiles y familiares de los soldados de la zona militar.

El retiro de los criminales no se debió a la oportuna y eficaz labor de las fuerzas de seguridad, sino porque el gobierno federal cedió al dejar libre al hijo del Chapo Guzmán. Ahora Ovidio, un desconocido hasta ese momento, se ha convertido en el nuevo ídolo que simboliza el poder del narco mexicano.

La imitación del “culiacanazo” no tardó en darse, pues en Ciudad Juárez la pandilla de Los Mexicles incendió vehículos y asesinó impunemente por varios días con el fin de provocar el terror y evitar un operativo en el Cereso 3, penal en el que se encuentran sus cabecillas y desde donde dirigen las actividades delictivas de la banda al servicio del Cártel de Sinaloa.

Estos tres aberrantes hechos se suman a los que diariamente ocurren en el resto del país, como el homicidio de cinco policías estatales en Puebla y de trece en Michoacán. En este sangriento 2019 ya han sido asesinados casi 350 policías, por lo que el promedio este año podría llegar a ser de un agente victimado diariamente por pistoleros del crimen organizado.

La inaudita e inhumana saña criminal aplicada en Bavispe es la que más ha conmocionado a los mexicanos, además de crear un serio problema entre el gobierno federal y el estadounidense, pues las víctimas no sólo eran ciudadanos mexicanos, sino también norteamericanos.

La amenaza latente de que México se convierta en un Estado fallido aumenta a la vez que se aleja la posibilidad real de llegar a ser un auténtico estado de derecho. La masacre de Bavispe es el acto criminal que marca vergonzosamente al sexenio de López Obrador, como lo hizo en su momento la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el de Peña Nieto.