/ viernes 6 de enero de 2023

El negacionismo político brasileño socava su democracia

Por: Javier Bernabé Fraguas

Brasil protagoniza una dinámica política que además de inaudita en el ámbito internacional democrático, es extremadamente peligrosa: la negación por parte de los perdedores de unas elecciones limpias de la veracidad de los resultados, la ausencia de reconocimiento al vencedor, la siembra de duda e inquina entre partes de la población de su país que se deja llevar por manipuladores y propagandistas.

Lula da Silva tomó posesión como presidente de Brasil este 1 de enero y el perdedor electoral, Jair Bolsonaro, nunca reconoció su derrota, fomentando entre sus votantes la falta de legitimidad del nuevo presidente. Esto no es una anécdota, hubo grupos de camioneros que en noviembre bloquearon muchas carreteras exigiendo un golpe de Estado militar para no permitir el gobierno de Lula da Silva. Todas las observaciones electorales internacionales, destacando la de la Unión Europea y la de la Organización de Estados Americanos, entidades poco sospechosas de ser comunistas, hicieron informes que ratificaban la limpieza del proceso electoral y por lo tanto su validez; esto les dio lo mismo, ya que se dedicaron a reiterar la mentira impulsada por Bolsonaro de que el proceso fue ilegal e ilegítimo, y esa mentira caló entre gran parte de la población.

Bolsonaro no estuvo presente en la toma de posesión del nuevo presidente de su país, no hizo el traspaso formal de la presidencia, ya dijo en varias ocasiones que no quería entregar la banda presidencial a Lula, asumiendo por lo tanto que no acepta las reglas de la democracia de su país. Una pregunta interesante es hasta dónde respetan la democracia los partidarios de un líder que no la respeta en absoluto, hasta dónde figuras públicas como el futbolista Neymar, que apoya a Bolsonaro sin complejos, potencian lo contrario de la democracia con sus actitudes.

El rey de España Felipe VI sí estuvo, junto al presidente de Portugal y al de Alemania, por ejemplo, sumando en total 17 jefes de Estado presentes, con delegaciones de más de 120 países, reconociendo la grandeza de la democracia y dando un ejemplo de saber estar y saber hacer.

La extrema derecha no sabe perder y socava la democracia con todas las armas a su alcance, intenta destruir un sistema que le permite existir como espacio político, envenenando desde dentro con el objetivo de reventar los resultados electorales que no les gustan. Trump comenzó este peligroso camino que, hoy en día, enero de 2023, todavía mantiene un 15% de congresistas republicanos negando la legalidad y legitimidad de la victoria electoral de Biden. El riesgo es enorme para la democracia, un sistema imperfecto pero útil, que nos ha permitido vivir en relativa paz y pelear por defender los derechos humanos, aunque a veces no se consiga, convivir en la diversidad, asumir que las sociedades son plurales y multicolores. Ojalá este 2023 sea el año en que se visibilizan más las mentiras de estos manipuladores propagandistas, descendientes del Dr. Joseph Goebbels, para que la ciudadanía pueda elegir, por lo menos, sabiendo cómo les mienten.


Por: Javier Bernabé Fraguas

Brasil protagoniza una dinámica política que además de inaudita en el ámbito internacional democrático, es extremadamente peligrosa: la negación por parte de los perdedores de unas elecciones limpias de la veracidad de los resultados, la ausencia de reconocimiento al vencedor, la siembra de duda e inquina entre partes de la población de su país que se deja llevar por manipuladores y propagandistas.

Lula da Silva tomó posesión como presidente de Brasil este 1 de enero y el perdedor electoral, Jair Bolsonaro, nunca reconoció su derrota, fomentando entre sus votantes la falta de legitimidad del nuevo presidente. Esto no es una anécdota, hubo grupos de camioneros que en noviembre bloquearon muchas carreteras exigiendo un golpe de Estado militar para no permitir el gobierno de Lula da Silva. Todas las observaciones electorales internacionales, destacando la de la Unión Europea y la de la Organización de Estados Americanos, entidades poco sospechosas de ser comunistas, hicieron informes que ratificaban la limpieza del proceso electoral y por lo tanto su validez; esto les dio lo mismo, ya que se dedicaron a reiterar la mentira impulsada por Bolsonaro de que el proceso fue ilegal e ilegítimo, y esa mentira caló entre gran parte de la población.

Bolsonaro no estuvo presente en la toma de posesión del nuevo presidente de su país, no hizo el traspaso formal de la presidencia, ya dijo en varias ocasiones que no quería entregar la banda presidencial a Lula, asumiendo por lo tanto que no acepta las reglas de la democracia de su país. Una pregunta interesante es hasta dónde respetan la democracia los partidarios de un líder que no la respeta en absoluto, hasta dónde figuras públicas como el futbolista Neymar, que apoya a Bolsonaro sin complejos, potencian lo contrario de la democracia con sus actitudes.

El rey de España Felipe VI sí estuvo, junto al presidente de Portugal y al de Alemania, por ejemplo, sumando en total 17 jefes de Estado presentes, con delegaciones de más de 120 países, reconociendo la grandeza de la democracia y dando un ejemplo de saber estar y saber hacer.

La extrema derecha no sabe perder y socava la democracia con todas las armas a su alcance, intenta destruir un sistema que le permite existir como espacio político, envenenando desde dentro con el objetivo de reventar los resultados electorales que no les gustan. Trump comenzó este peligroso camino que, hoy en día, enero de 2023, todavía mantiene un 15% de congresistas republicanos negando la legalidad y legitimidad de la victoria electoral de Biden. El riesgo es enorme para la democracia, un sistema imperfecto pero útil, que nos ha permitido vivir en relativa paz y pelear por defender los derechos humanos, aunque a veces no se consiga, convivir en la diversidad, asumir que las sociedades son plurales y multicolores. Ojalá este 2023 sea el año en que se visibilizan más las mentiras de estos manipuladores propagandistas, descendientes del Dr. Joseph Goebbels, para que la ciudadanía pueda elegir, por lo menos, sabiendo cómo les mienten.