/ lunes 25 de enero de 2021

El pirata Israel Hands en “La Isla del Tesoro”

“Treinta años me he pasado cruzando los mares y he visto de todo: bueno y malo, mejor y peor; calmas y tempestades, acabarse las provisiones, reyertas, cuchilladas, y en fin, cuanto es posible ver. Pues bien, te diré que no he visto nunca ni por casualidad que el ser bueno reportase el menor beneficio”.

El pirata Israel Hands en “La Isla del Tesoro” de Robert Louis Stevenson.

Jean Francois Revel, uno de los mandarines modernos de la cultura en Francia, nos dice que no es la verdad sino la mentira la fuerza que mueve a la sociedad de nuestro tiempo. Gran parte de este clima de mentira y de trastocamiento de valores se lo debemos a los medios de comunicación que día a día llegan intensamente a mayor número de personas, generando procesos de cosificación, embotamiento de la imaginación, alienación y masificación de los pueblos de casi todo el mundo, siendo siempre más vulnerables los países en desarrollo como el nuestro, por sus altos grados de marginación. Y son precisamente los medios de comunicación, las ahora llamadas “redes sociales”, la televisión y la radio, los que van a la vanguardia con esta infame campaña, cuyo objetivo es la degeneración más o menos acelerada de la especie humana, concibiéndola mercantilmente como “cliente”, anteponiendo siempre el lucro y la generación de utilidades y segregando a un plano secundario la educación y formación en valores de la gente.

En nuestro país, donde el nivel educativo es tan bajo (y donde los programas educacionales a través de la radio o televisión comerciales son muy escasos), nuestra gente es pasto fácil de cualquier tendencia por irracional que sea, merced a las imágenes visuales fundidas a la voz de los animadores, que en realidad son los intérpretes para las masas de los sucesos que proyectan ante nuestros ojos.

Si nos comparamos con el estado de Atenas, que floreció hace más de dos milenios, nos encontramos en una situación de verdadera pesadilla. Atenas, aplicando una ecuación básica común, logró suprimir el analfabetismo para la época de las guerras del Peleponeso. Las obras de Homero, Eurípides, Sófocles y Esquilo eran las que disfrutaba la juventud y constituirían de ahí hasta la senectud, el medio de comunicación por excelencia que crearía la conciencia de unidad en el pueblo griego que eventualmente le llevarían a su imperecedera grandeza.

Esquilo, cuya madurez coincidió con la guerra contra los persas y combatió en las batallas de Maratón y Salamina, en su obra “Los Persas” en que celebra la victoria de los griegos sobre los persas, describe a los personajes de uno y otro bando como seres nobles, trémulos, aterrados o llenos de ternura; rechaza siempre en ellos la noción de culpabilidad colectiva y arbitraria y afirma la preeminencia de la justicia sobre la ley y del espíritu sobre la fuerza. Persia ocupaba el actual territorio de Iraq e Irán. En los conflictos de Estados Unidos con Iraq de hace 20 y 30 años, las malintencionadas imágenes que las televisoras norteamericanas difundieron en todo el mundo, sobre todo las que con palabras construían los reporteros, eran el polo opuesto de la honrada sencillez transmitida en su obra hace aproximadamente 2,500 años por Esquilo, poeta y reportero de aquellas grandes batallas.

El haber disfrutado de la hermosa e invaluable herencia de la cultura griega durante más de dos mil años, no ha impedido que en occidente, para decirlo con palabras de Mario Vargas Llosa al explicar la tesis de “El Conocimiento Inútil” de J.F. Revel, “quienes organizan la vida de los demás y orientan la marcha de la sociedad, sigan cometiendo los mismos errores y provocando las mismas catástrofes porque sus decisiones continúan siendo dictadas por el prejuicio, la pasión o el instinto antes que por la razón, como en los tiempos que (con una buena dosis de cinismo) nos atrevemos a llamar bárbaros”.

Desafortunadamente México no es la excepción. Gobiernos de todos los órdenes, partidos políticos, empresas, colectivos y grupos de poder manipulan todos los días la información a conveniencia. Por tanto, conscientes de esta manipulación y de la fuerte incidencia de las redes sociales y de los medios de comunicación en los procesos educativos de México, los invitamos a ser ante todo cautos. Asentir o disentir de la información que se nos suministre, pero siempre desde una posición crítica, coherente y congruente con la historia de la humanidad y con nuestra identidad nacional. No nos dejemos manipular; sigamos el consejo de uno de los grandes hombres del siglo XX, el músico John Lennon y “démosle una oportunidad a la paz”.

“Treinta años me he pasado cruzando los mares y he visto de todo: bueno y malo, mejor y peor; calmas y tempestades, acabarse las provisiones, reyertas, cuchilladas, y en fin, cuanto es posible ver. Pues bien, te diré que no he visto nunca ni por casualidad que el ser bueno reportase el menor beneficio”.

El pirata Israel Hands en “La Isla del Tesoro” de Robert Louis Stevenson.

Jean Francois Revel, uno de los mandarines modernos de la cultura en Francia, nos dice que no es la verdad sino la mentira la fuerza que mueve a la sociedad de nuestro tiempo. Gran parte de este clima de mentira y de trastocamiento de valores se lo debemos a los medios de comunicación que día a día llegan intensamente a mayor número de personas, generando procesos de cosificación, embotamiento de la imaginación, alienación y masificación de los pueblos de casi todo el mundo, siendo siempre más vulnerables los países en desarrollo como el nuestro, por sus altos grados de marginación. Y son precisamente los medios de comunicación, las ahora llamadas “redes sociales”, la televisión y la radio, los que van a la vanguardia con esta infame campaña, cuyo objetivo es la degeneración más o menos acelerada de la especie humana, concibiéndola mercantilmente como “cliente”, anteponiendo siempre el lucro y la generación de utilidades y segregando a un plano secundario la educación y formación en valores de la gente.

En nuestro país, donde el nivel educativo es tan bajo (y donde los programas educacionales a través de la radio o televisión comerciales son muy escasos), nuestra gente es pasto fácil de cualquier tendencia por irracional que sea, merced a las imágenes visuales fundidas a la voz de los animadores, que en realidad son los intérpretes para las masas de los sucesos que proyectan ante nuestros ojos.

Si nos comparamos con el estado de Atenas, que floreció hace más de dos milenios, nos encontramos en una situación de verdadera pesadilla. Atenas, aplicando una ecuación básica común, logró suprimir el analfabetismo para la época de las guerras del Peleponeso. Las obras de Homero, Eurípides, Sófocles y Esquilo eran las que disfrutaba la juventud y constituirían de ahí hasta la senectud, el medio de comunicación por excelencia que crearía la conciencia de unidad en el pueblo griego que eventualmente le llevarían a su imperecedera grandeza.

Esquilo, cuya madurez coincidió con la guerra contra los persas y combatió en las batallas de Maratón y Salamina, en su obra “Los Persas” en que celebra la victoria de los griegos sobre los persas, describe a los personajes de uno y otro bando como seres nobles, trémulos, aterrados o llenos de ternura; rechaza siempre en ellos la noción de culpabilidad colectiva y arbitraria y afirma la preeminencia de la justicia sobre la ley y del espíritu sobre la fuerza. Persia ocupaba el actual territorio de Iraq e Irán. En los conflictos de Estados Unidos con Iraq de hace 20 y 30 años, las malintencionadas imágenes que las televisoras norteamericanas difundieron en todo el mundo, sobre todo las que con palabras construían los reporteros, eran el polo opuesto de la honrada sencillez transmitida en su obra hace aproximadamente 2,500 años por Esquilo, poeta y reportero de aquellas grandes batallas.

El haber disfrutado de la hermosa e invaluable herencia de la cultura griega durante más de dos mil años, no ha impedido que en occidente, para decirlo con palabras de Mario Vargas Llosa al explicar la tesis de “El Conocimiento Inútil” de J.F. Revel, “quienes organizan la vida de los demás y orientan la marcha de la sociedad, sigan cometiendo los mismos errores y provocando las mismas catástrofes porque sus decisiones continúan siendo dictadas por el prejuicio, la pasión o el instinto antes que por la razón, como en los tiempos que (con una buena dosis de cinismo) nos atrevemos a llamar bárbaros”.

Desafortunadamente México no es la excepción. Gobiernos de todos los órdenes, partidos políticos, empresas, colectivos y grupos de poder manipulan todos los días la información a conveniencia. Por tanto, conscientes de esta manipulación y de la fuerte incidencia de las redes sociales y de los medios de comunicación en los procesos educativos de México, los invitamos a ser ante todo cautos. Asentir o disentir de la información que se nos suministre, pero siempre desde una posición crítica, coherente y congruente con la historia de la humanidad y con nuestra identidad nacional. No nos dejemos manipular; sigamos el consejo de uno de los grandes hombres del siglo XX, el músico John Lennon y “démosle una oportunidad a la paz”.