/ martes 23 de febrero de 2021

La responsabilidad de la libertad

“La libertad no consiste en hacer lo que nos gusta, sino en tener el derecho a hacer lo que debemos” (Juan Pablo II).

La palabra “libertad” tiene un profundo sentido, ya que como seres humanos tenemos la capacidad y la facultad de actuar de acuerdo a nuestro criterio, razón, voluntad y valores sin restricciones, siempre y cuando nos conservemos dentro de estos parámetros respetando siempre la libertad de los demás.

El actuar con libertad no significa que nos podamos dejar llevar por nuestros impulsos sin obrar con conciencia, debemos ver por el bienestar del bien común y propio actuando con ética y aceptando que el actuar con libertad conlleva responsabilidad individual y social.

Los ciudadanos en general gozamos de muchas libertades, y contamos con herramientas que nos permiten expresar libremente nuestra forma de pensar, nuestras opiniones y hasta al estado de ánimo que en un momento determinado nos enfrentamos. Sin embargo, hay quienes utilizan la libertad para cometer excesos en el decir y en el actuar.

Resulta perverso esgrimir la libertad para mentir y pretender obtener algún beneficio económico o político, y lo ponemos en este sentido porque traspasar la línea entre lo legal y lo ético difícilmente es comprobable jurídicamente a pesar de los recientes cambios en nuestra legislación sobre todo en el tema de las redes sociales.

Invitar a no vacunarse porque “puede ser que nos inyecten agua”, como lo dijo un conocido locutor del noroeste, a destruir con violencia monumentos, estatuas, lugares públicos y privados, a confundir con notas falsas con toda la perversidad posible, a denostar y atacar a personas con maléficos fines y sobre todo en el ambiente político a enfrentar a ciudadanos pretendiendo acciones que van más allá de la palabra representa un claro ejemplo del uso sin duda de la libertad, pero también del abuso de la misma.

Porque el hecho de que gocemos de “libertad” para decir, y actuar no esquiva que esto tenga que hacerse dentro de los límites de la legalidad y sobre todo de la ética, es común escuchar aquello de que “tu derecho termina donde comienza el propio” y es que en la sociedad donde vivimos todos tenemos los mismos derechos. No es lo mismo abonar por la libertad a decidir sobre su cuerpo como lo predican algunas feministas a coartar el derecho de vivir de un ser indefenso gestándose en el vientre de su madre.

Por eso no olvidemos que gozar de las libertades que tenemos lo hemos ganado a pulso como sociedad y por ello debemos actuar con responsabilidad al ejercer este derecho pensando siempre… en el derecho de los demás.

Correo: vicmedina@hotmail.cm

“La libertad no consiste en hacer lo que nos gusta, sino en tener el derecho a hacer lo que debemos” (Juan Pablo II).

La palabra “libertad” tiene un profundo sentido, ya que como seres humanos tenemos la capacidad y la facultad de actuar de acuerdo a nuestro criterio, razón, voluntad y valores sin restricciones, siempre y cuando nos conservemos dentro de estos parámetros respetando siempre la libertad de los demás.

El actuar con libertad no significa que nos podamos dejar llevar por nuestros impulsos sin obrar con conciencia, debemos ver por el bienestar del bien común y propio actuando con ética y aceptando que el actuar con libertad conlleva responsabilidad individual y social.

Los ciudadanos en general gozamos de muchas libertades, y contamos con herramientas que nos permiten expresar libremente nuestra forma de pensar, nuestras opiniones y hasta al estado de ánimo que en un momento determinado nos enfrentamos. Sin embargo, hay quienes utilizan la libertad para cometer excesos en el decir y en el actuar.

Resulta perverso esgrimir la libertad para mentir y pretender obtener algún beneficio económico o político, y lo ponemos en este sentido porque traspasar la línea entre lo legal y lo ético difícilmente es comprobable jurídicamente a pesar de los recientes cambios en nuestra legislación sobre todo en el tema de las redes sociales.

Invitar a no vacunarse porque “puede ser que nos inyecten agua”, como lo dijo un conocido locutor del noroeste, a destruir con violencia monumentos, estatuas, lugares públicos y privados, a confundir con notas falsas con toda la perversidad posible, a denostar y atacar a personas con maléficos fines y sobre todo en el ambiente político a enfrentar a ciudadanos pretendiendo acciones que van más allá de la palabra representa un claro ejemplo del uso sin duda de la libertad, pero también del abuso de la misma.

Porque el hecho de que gocemos de “libertad” para decir, y actuar no esquiva que esto tenga que hacerse dentro de los límites de la legalidad y sobre todo de la ética, es común escuchar aquello de que “tu derecho termina donde comienza el propio” y es que en la sociedad donde vivimos todos tenemos los mismos derechos. No es lo mismo abonar por la libertad a decidir sobre su cuerpo como lo predican algunas feministas a coartar el derecho de vivir de un ser indefenso gestándose en el vientre de su madre.

Por eso no olvidemos que gozar de las libertades que tenemos lo hemos ganado a pulso como sociedad y por ello debemos actuar con responsabilidad al ejercer este derecho pensando siempre… en el derecho de los demás.

Correo: vicmedina@hotmail.cm