/ martes 5 de abril de 2022

La teoría de la mente o regresión a la media

Si aplicáramos el principio de la Regresión a la media, históricamente también llamada Reversión a la mediocridad, donde una variable extrema tiende a la media en una segunda medición, ¿podríamos decir que las medidas políticas para hacer irreversible a la Cuarta Transformación (4T) nos colocan en el extremo de lo malo que tiende a lo mejor o la 4T es a lo mejor que podemos aspirar para ir a lo peor? Tal vez, para el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se están cumpliendo las condiciones ideales de su plan ideológico, pero a pesar de la pérdida económica.

Pero para el resto de la ciudadanía, si aplicáramos la Teoría de la mente, nos encontraríamos con dos posturas. Una Teoría de la mente Afectiva diría: “AMLO es alguien que está preocupado por los pobres y hace todo lo que puede para ayudarlos… las consecuencias no importan”. La otra, una Teoría de la mente más Cognitiva, sería pensada por la mayoría del resto: “AMLO piensa que se ayuda más al pobre a ser más conforme con su pobreza, empobreciendo a los demás… el resultado negativo de sus acciones no le interesa”. Ambas posturas parecen no poder dialogar entre ellas.

La Teoría general de la tensión puede ayudarnos a entender este fenómeno, explicando que las personas que viven en pobreza o en profunda insatisfacción social, probablemente, tiendan a cometer delitos o que, como es el caso, voten por personajes carismáticos poco objetivos como una forma de canalizar su tensión emocional, lo que es perfectamente válido, como efecto de un acuerdo social que tiende a proporcionar cada vez menos resultados a los más grandes problemas nacionales; un sistema secular con rasgos de decadencia y con problemas de adaptación.

Un Estado benefactor, donde todos tengan lo indispensable, rozando los límites de la pobreza, ¿elevaría el Efecto Flynn en nuestro país, es decir, el aumento de las puntuaciones de cociente intelectual, año con año, o nos haría más tontos? ¿Tendríamos la inteligencia de los políticos que nos gobiernan? El dilema no tiene una respuesta sencilla. Podríamos considerar que seremos más listos para sobrevivir en una sociedad llevada a su mínima expresión en salud, empleo y educación, o muy tontos si un paraíso, como el que AMLO desea, llega a implementarse con éxito.

Sin duda, algo está fallando con nuestra metacognición, es decir, la pérdida de control que nuestra sociedad tiene sobre los sus procesos de pensamiento y aprendizaje, porque las herramientas que, en teoría, permitirían compartir una misma realidad (cognición social) a los individuos de nuestra patria como la ciencia, la educación o la historia, claramente han sido insuficientes para superar visiones, aparentemente, irreconciliables, por ejemplo, entre “chairos” y “fifís”. También, es posible que la política oficial nos haya enseñado la ciencia, la educación o la historia equivocadas.



Si las herramientas que deberían ser un medio para entablar acuerdos tienen fallas graves, no debe extrañarnos que tengamos tantas dificultades para conciliar y dialogar nuestras diferencias. La revocación de mandato propuesta por AMLO basta y sobra como ejemplo de una herramienta que, lejos de perjudicar al que la promueve, sólo alimenta sus intenciones egoístas, triste desperdicio de recursos con la excusa de entablar acuerdos.

agusperezr@hotmail.com


Administrador financiero


Si aplicáramos el principio de la Regresión a la media, históricamente también llamada Reversión a la mediocridad, donde una variable extrema tiende a la media en una segunda medición, ¿podríamos decir que las medidas políticas para hacer irreversible a la Cuarta Transformación (4T) nos colocan en el extremo de lo malo que tiende a lo mejor o la 4T es a lo mejor que podemos aspirar para ir a lo peor? Tal vez, para el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se están cumpliendo las condiciones ideales de su plan ideológico, pero a pesar de la pérdida económica.

Pero para el resto de la ciudadanía, si aplicáramos la Teoría de la mente, nos encontraríamos con dos posturas. Una Teoría de la mente Afectiva diría: “AMLO es alguien que está preocupado por los pobres y hace todo lo que puede para ayudarlos… las consecuencias no importan”. La otra, una Teoría de la mente más Cognitiva, sería pensada por la mayoría del resto: “AMLO piensa que se ayuda más al pobre a ser más conforme con su pobreza, empobreciendo a los demás… el resultado negativo de sus acciones no le interesa”. Ambas posturas parecen no poder dialogar entre ellas.

La Teoría general de la tensión puede ayudarnos a entender este fenómeno, explicando que las personas que viven en pobreza o en profunda insatisfacción social, probablemente, tiendan a cometer delitos o que, como es el caso, voten por personajes carismáticos poco objetivos como una forma de canalizar su tensión emocional, lo que es perfectamente válido, como efecto de un acuerdo social que tiende a proporcionar cada vez menos resultados a los más grandes problemas nacionales; un sistema secular con rasgos de decadencia y con problemas de adaptación.

Un Estado benefactor, donde todos tengan lo indispensable, rozando los límites de la pobreza, ¿elevaría el Efecto Flynn en nuestro país, es decir, el aumento de las puntuaciones de cociente intelectual, año con año, o nos haría más tontos? ¿Tendríamos la inteligencia de los políticos que nos gobiernan? El dilema no tiene una respuesta sencilla. Podríamos considerar que seremos más listos para sobrevivir en una sociedad llevada a su mínima expresión en salud, empleo y educación, o muy tontos si un paraíso, como el que AMLO desea, llega a implementarse con éxito.

Sin duda, algo está fallando con nuestra metacognición, es decir, la pérdida de control que nuestra sociedad tiene sobre los sus procesos de pensamiento y aprendizaje, porque las herramientas que, en teoría, permitirían compartir una misma realidad (cognición social) a los individuos de nuestra patria como la ciencia, la educación o la historia, claramente han sido insuficientes para superar visiones, aparentemente, irreconciliables, por ejemplo, entre “chairos” y “fifís”. También, es posible que la política oficial nos haya enseñado la ciencia, la educación o la historia equivocadas.



Si las herramientas que deberían ser un medio para entablar acuerdos tienen fallas graves, no debe extrañarnos que tengamos tantas dificultades para conciliar y dialogar nuestras diferencias. La revocación de mandato propuesta por AMLO basta y sobra como ejemplo de una herramienta que, lejos de perjudicar al que la promueve, sólo alimenta sus intenciones egoístas, triste desperdicio de recursos con la excusa de entablar acuerdos.

agusperezr@hotmail.com


Administrador financiero