/ sábado 12 de mayo de 2018

Los falsos profetas

Los falsos profetas también se encuentran en la política, y hay que cuidarse de ellos, hacen llamados al pueblo para que los sigan, con promesas inalcanzables y utópicas para lograr la bonanza y el desarrollo, pero la realidad es que sus intenciones son perversas, buscan el poder por el poder y se valen de ilusos y de personas de buena fe para llegar al poder y eternizarse en el mismo.

“También hay que guardarse de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, más dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”, advierten las sagradas escrituras.

Son populistas las aseveraciones de que la corrupción se acabará de la noche a la mañana, como los sostiene ya sabemos quién, que asegura eliminarla, no disminuirla el primer día de su gobierno, pero no dice cómo. Los ciudadanos pensantes queremos saber cómo se van a lograr las propuestas que los candidatos ofrecen; y estamos conscientes del papel que tenemos como sociedad y de que se requiere de nuestra participación para lograr los cambios positivos. Ofrecer que se terminará con la violencia implica más que una estrategia de seguridad del Estado, es menester fortalecer a las familias a través de políticas públicas con perspectiva de familia, en las que se retome la impartición de valores a sus integrantes, ya que la crisis que vivimos actualmente tiene como origen el desconocimiento de valores y refleja la descomposición social ¿en qué momento nos relajamos tanto, que descuidamos la parte fundamental a la que estamos obligados?, la formación de valores de nuestras hijas e hijos.

El desarrollo económico no se va a lograr como dice ya sabes quién, regalando el dinero a jóvenes, mujeres, desempleados y adultos mayores, la única fuente generadora de riqueza es el trabajo. El dinero no se genera por decreto. ¿Por qué no dar alternativas para proyectos productivos y fomentar el desarrollo económico? La mística del trabajo y de la iniciativa privada es el único camino para lograr la grandeza de las naciones.

Las y los mexicanos que amamos a nuestra patria no queremos dádivas, queremos que nos brinden oportunidades de trabajo, de seguridad y desarrollo para lograr el bienestar de nuestras familias, y exigimos que se respeten nuestras libertades para seguir transitando por el camino de la democracia y del bien común, que ponen en riesgo esos falsos profetas.



Los falsos profetas también se encuentran en la política, y hay que cuidarse de ellos, hacen llamados al pueblo para que los sigan, con promesas inalcanzables y utópicas para lograr la bonanza y el desarrollo, pero la realidad es que sus intenciones son perversas, buscan el poder por el poder y se valen de ilusos y de personas de buena fe para llegar al poder y eternizarse en el mismo.

“También hay que guardarse de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, más dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”, advierten las sagradas escrituras.

Son populistas las aseveraciones de que la corrupción se acabará de la noche a la mañana, como los sostiene ya sabemos quién, que asegura eliminarla, no disminuirla el primer día de su gobierno, pero no dice cómo. Los ciudadanos pensantes queremos saber cómo se van a lograr las propuestas que los candidatos ofrecen; y estamos conscientes del papel que tenemos como sociedad y de que se requiere de nuestra participación para lograr los cambios positivos. Ofrecer que se terminará con la violencia implica más que una estrategia de seguridad del Estado, es menester fortalecer a las familias a través de políticas públicas con perspectiva de familia, en las que se retome la impartición de valores a sus integrantes, ya que la crisis que vivimos actualmente tiene como origen el desconocimiento de valores y refleja la descomposición social ¿en qué momento nos relajamos tanto, que descuidamos la parte fundamental a la que estamos obligados?, la formación de valores de nuestras hijas e hijos.

El desarrollo económico no se va a lograr como dice ya sabes quién, regalando el dinero a jóvenes, mujeres, desempleados y adultos mayores, la única fuente generadora de riqueza es el trabajo. El dinero no se genera por decreto. ¿Por qué no dar alternativas para proyectos productivos y fomentar el desarrollo económico? La mística del trabajo y de la iniciativa privada es el único camino para lograr la grandeza de las naciones.

Las y los mexicanos que amamos a nuestra patria no queremos dádivas, queremos que nos brinden oportunidades de trabajo, de seguridad y desarrollo para lograr el bienestar de nuestras familias, y exigimos que se respeten nuestras libertades para seguir transitando por el camino de la democracia y del bien común, que ponen en riesgo esos falsos profetas.