/ jueves 12 de abril de 2018

Los riesgos de guerras comerciales y de una nueva Guerra Fría

El factor Trump incide cada vez más en crear un clima de incertidumbre y conflictos internacionales, como lo ha hecho con nuestro país al ordenar la militarización de la frontera así como con las constantes amenazas de cancelar el TLCAN.

Sin embargo los mayores riesgos alentados irracionalmente por el presidente norteamericano son la detonación de guerras comerciales. La decisión de aumentar los aranceles a los productos de China ha provocado la lógica reacción de este país al aplicarles a su vez mayores impuestos a las mercancías estadounidenses.

Estas medidas afectan a los mercados financieros con las consecuencias lógicas para la economía mundial. El peligro de este absurdo ping-pong que juegan Donald Trump y Xi Jinping es que lesionen seriamente la debilitada economía mundial que aún no se recupera de la crisis financiera del 2008.

La política proteccionista de Trump está perjudicando no sólo a los chinos sino también a sus aliados, como los japoneses y coreanos del sur. La economía está globalizada, por lo que si se alteran seriamente algunas de sus variables los efectos los resienten todos los países.

El nacionalismo radical que ha resurgido en este siglo posmoderno también promovido por el presidente estadounidense no sólo se manifiesta en cuestiones económicas sino también en las beligerantes políticas asumidas por las potencias mundiales.

El fortalecimiento de las tendencias autoritarias y demagógicas (el abuso de las posverdades y fake-news) está reviviendo los tiempos de la Guerra Fría. Una muestra de ello es la expulsión de diplomáticos iniciada por el Reino Unido y sus aliados, agravada por Trump y luego respondida por Putin.

Esta disputa entre las potencias es más peligrosa que los pleitos comerciales pues empuja a los dirigentes y a sus países a emprender acciones cada vez más agresivas. Como reza el dicho, todos saben cuándo empieza una guerra pero nadie sabe cuándo terminará.

La Guerra Fría en la década de los sesenta estuvo a punto de desencadenar una tercera confrontación mundial. El desmantelamiento del bloque soviético parecía que llevaría a una distensión entre las naciones pero ahora la historia podría repetirse debido a la perenne disputa por la hegemonía mundial.

Los retos como el calentamiento global, la migración y la marginación de las mayorías no podrán ser enfrentados si se prioriza la lucha por el poder. En estos tiempos de demagogia y guerras, están en juego no sólo los ideales de la modernidad sino la misma supervivencia humana.

El factor Trump incide cada vez más en crear un clima de incertidumbre y conflictos internacionales, como lo ha hecho con nuestro país al ordenar la militarización de la frontera así como con las constantes amenazas de cancelar el TLCAN.

Sin embargo los mayores riesgos alentados irracionalmente por el presidente norteamericano son la detonación de guerras comerciales. La decisión de aumentar los aranceles a los productos de China ha provocado la lógica reacción de este país al aplicarles a su vez mayores impuestos a las mercancías estadounidenses.

Estas medidas afectan a los mercados financieros con las consecuencias lógicas para la economía mundial. El peligro de este absurdo ping-pong que juegan Donald Trump y Xi Jinping es que lesionen seriamente la debilitada economía mundial que aún no se recupera de la crisis financiera del 2008.

La política proteccionista de Trump está perjudicando no sólo a los chinos sino también a sus aliados, como los japoneses y coreanos del sur. La economía está globalizada, por lo que si se alteran seriamente algunas de sus variables los efectos los resienten todos los países.

El nacionalismo radical que ha resurgido en este siglo posmoderno también promovido por el presidente estadounidense no sólo se manifiesta en cuestiones económicas sino también en las beligerantes políticas asumidas por las potencias mundiales.

El fortalecimiento de las tendencias autoritarias y demagógicas (el abuso de las posverdades y fake-news) está reviviendo los tiempos de la Guerra Fría. Una muestra de ello es la expulsión de diplomáticos iniciada por el Reino Unido y sus aliados, agravada por Trump y luego respondida por Putin.

Esta disputa entre las potencias es más peligrosa que los pleitos comerciales pues empuja a los dirigentes y a sus países a emprender acciones cada vez más agresivas. Como reza el dicho, todos saben cuándo empieza una guerra pero nadie sabe cuándo terminará.

La Guerra Fría en la década de los sesenta estuvo a punto de desencadenar una tercera confrontación mundial. El desmantelamiento del bloque soviético parecía que llevaría a una distensión entre las naciones pero ahora la historia podría repetirse debido a la perenne disputa por la hegemonía mundial.

Los retos como el calentamiento global, la migración y la marginación de las mayorías no podrán ser enfrentados si se prioriza la lucha por el poder. En estos tiempos de demagogia y guerras, están en juego no sólo los ideales de la modernidad sino la misma supervivencia humana.