/ miércoles 16 de mayo de 2018

No es mismo gastar que invertir

Gastar fue lo que se hizo en la Secretaría de Educación Pública al destinar mil 963 millones de pesos para publicidad. Invertir es haber destinado esos recursos en la mejora de escuelas, en la capacitación a maestros, en el alza a los salarios. Es decir, invertir rinde frutos, gastar, no. ¡Que alguien les explique!

El gasto que hizo la SEP y su anterior titular, Aurelio Nuño, es simplemente exorbitante, es incomprensible e injustificable que, ante tantas necesidades y carencias en este vital rubro, los recursos se destinen a la promoción de una “reforma” (así, entre comillas) que todo el tiempo se evidencia su fracaso.

El sobreejercicio en comunicación social fue de 2680% más de lo que le había aprobado el Congreso de la Unión. ¿De dónde sacó el demás dinero? Clara y obviamente de otro rubro de la SEP. Quizás alguno destinado a cubrir necesidades y carencias reales, es decir, inversiones que sólo se convirtieron en gastos, en mensajes efímeros del secretario queriendo convencer a la ciudadanía de las bondades de una “reforma”.

Y eso, tomar dinero de una bolsa para meterlo a otra, se llama desvío de recursos. Se tendría que empezar a realizar una auditoría a la SEP que determine a qué rubro le quitó para ponerlo en publicidad y después de ello, señalar claramente a los responsables y castigarlos. ¿Eso pasará? Muy seguramente que no, porque parecen prácticas comunes y justificadas para quienes lo ejercen.

Ante toda esta situación no se puede perder de vista que, con esos recursos, mínimo, se podrían haber mejorado al menos 4 mil escuelas, dotándolas de las necesidades más básicas (luz y drenaje) que no se tienen; o quizás dotar de becas a estudiantes con el propósito de que no abandonen sus estudios. Imaginación sobra para saber qué hacer con mil 963 millones de pesos.

Pero no, se destinaron en tratar de convencer a la ciudadanía de que la “reforma” educativa era buena, que era la correcta, que todos los que estuvieran en contra de ella estaban equivocados. Ante esto, el tiempo, sin ningún costo, ha hecho ver lo contrario.

A la par de la promoción de la “reforma” educativa, el titular de la dependencia en ese momento, Aurelio Nuño, también se promocionaba. Había que conocer (porque antes de su puesto en la SEP, sólo el círculo rojo lo conocía) al que por momentos se mencionaba como probable candidato presidencial.

El gasto pocas veces trae beneficios palpables. Esta ocasión siguió la regla y no trajo ninguno para nadie, ni para la educación de este país, ni para la mentada “reforma”, ni para el suspirante que nunca fue.


lilia.aguilargil.2015@gmail.com








Gastar fue lo que se hizo en la Secretaría de Educación Pública al destinar mil 963 millones de pesos para publicidad. Invertir es haber destinado esos recursos en la mejora de escuelas, en la capacitación a maestros, en el alza a los salarios. Es decir, invertir rinde frutos, gastar, no. ¡Que alguien les explique!

El gasto que hizo la SEP y su anterior titular, Aurelio Nuño, es simplemente exorbitante, es incomprensible e injustificable que, ante tantas necesidades y carencias en este vital rubro, los recursos se destinen a la promoción de una “reforma” (así, entre comillas) que todo el tiempo se evidencia su fracaso.

El sobreejercicio en comunicación social fue de 2680% más de lo que le había aprobado el Congreso de la Unión. ¿De dónde sacó el demás dinero? Clara y obviamente de otro rubro de la SEP. Quizás alguno destinado a cubrir necesidades y carencias reales, es decir, inversiones que sólo se convirtieron en gastos, en mensajes efímeros del secretario queriendo convencer a la ciudadanía de las bondades de una “reforma”.

Y eso, tomar dinero de una bolsa para meterlo a otra, se llama desvío de recursos. Se tendría que empezar a realizar una auditoría a la SEP que determine a qué rubro le quitó para ponerlo en publicidad y después de ello, señalar claramente a los responsables y castigarlos. ¿Eso pasará? Muy seguramente que no, porque parecen prácticas comunes y justificadas para quienes lo ejercen.

Ante toda esta situación no se puede perder de vista que, con esos recursos, mínimo, se podrían haber mejorado al menos 4 mil escuelas, dotándolas de las necesidades más básicas (luz y drenaje) que no se tienen; o quizás dotar de becas a estudiantes con el propósito de que no abandonen sus estudios. Imaginación sobra para saber qué hacer con mil 963 millones de pesos.

Pero no, se destinaron en tratar de convencer a la ciudadanía de que la “reforma” educativa era buena, que era la correcta, que todos los que estuvieran en contra de ella estaban equivocados. Ante esto, el tiempo, sin ningún costo, ha hecho ver lo contrario.

A la par de la promoción de la “reforma” educativa, el titular de la dependencia en ese momento, Aurelio Nuño, también se promocionaba. Había que conocer (porque antes de su puesto en la SEP, sólo el círculo rojo lo conocía) al que por momentos se mencionaba como probable candidato presidencial.

El gasto pocas veces trae beneficios palpables. Esta ocasión siguió la regla y no trajo ninguno para nadie, ni para la educación de este país, ni para la mentada “reforma”, ni para el suspirante que nunca fue.


lilia.aguilargil.2015@gmail.com