/ miércoles 28 de octubre de 2020

Pacto Educativo Global


En la Universidad Lateranense de Roma el pasado 15 de octubre el papa convocó a los educadores de todo el mundo a un pacto educativo global. Según los datos recientes de los organismos internacionales, se habla de una catástrofe educativa ante los aproximadamente diez millones de niños que podrían verse obligados a abandonar la escuela debido a la crisis económica generada por el coronavirus. Este hecho provocaría un aumento en la brecha educativa ya alarmante con más de 250 millones de niños en edad escolar excluidos de toda actividad educativa. Centrándose en la capacidad transformadora de la educación, Francisco nos recuerda que educar es un acto de esperanza que invita a la participación y la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia, una lógica diversa capaz de acoger nuestra pertenencia común. También el papa afirmó que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia, haciendo referencia a un camino compartido de todas las naciones en el que no se pertenezca indiferente al flagelo de la violencia y el abuso infantil, al fenómeno de los niños vendidos y esclavizados.

El pacto educativo consiste en poner al centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su dignidad, pone de relieve su propia especialidad, su belleza, su singularidad y al mismo tiempo su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que lo rodea. Escuchar la voz de los niños y los jóvenes a los que transmitimos valores y conocimiento para construir juntos un futuro de justicia y paz, una vida digna para cada persona. Fomentar la plena participación de las niñas en la educación y ver en la familia al primer educador. Educar y educarnos para acoger abriéndose a los más vulnerables y marginados.

Comprometernos a encontrar nuevas formas para la economía, la política, el crecimiento y el progreso para que estén verdaderamente al servicio del hombre y toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral. Salvaguardar y cultivar nuestra casa común protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiaridad y solidaridad y de la economía circular.


En la Universidad Lateranense de Roma el pasado 15 de octubre el papa convocó a los educadores de todo el mundo a un pacto educativo global. Según los datos recientes de los organismos internacionales, se habla de una catástrofe educativa ante los aproximadamente diez millones de niños que podrían verse obligados a abandonar la escuela debido a la crisis económica generada por el coronavirus. Este hecho provocaría un aumento en la brecha educativa ya alarmante con más de 250 millones de niños en edad escolar excluidos de toda actividad educativa. Centrándose en la capacidad transformadora de la educación, Francisco nos recuerda que educar es un acto de esperanza que invita a la participación y la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia, una lógica diversa capaz de acoger nuestra pertenencia común. También el papa afirmó que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia, haciendo referencia a un camino compartido de todas las naciones en el que no se pertenezca indiferente al flagelo de la violencia y el abuso infantil, al fenómeno de los niños vendidos y esclavizados.

El pacto educativo consiste en poner al centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su dignidad, pone de relieve su propia especialidad, su belleza, su singularidad y al mismo tiempo su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que lo rodea. Escuchar la voz de los niños y los jóvenes a los que transmitimos valores y conocimiento para construir juntos un futuro de justicia y paz, una vida digna para cada persona. Fomentar la plena participación de las niñas en la educación y ver en la familia al primer educador. Educar y educarnos para acoger abriéndose a los más vulnerables y marginados.

Comprometernos a encontrar nuevas formas para la economía, la política, el crecimiento y el progreso para que estén verdaderamente al servicio del hombre y toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral. Salvaguardar y cultivar nuestra casa común protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiaridad y solidaridad y de la economía circular.