/ jueves 17 de enero de 2019

Perfil humano la crisis social por el desabasto de gasolina

La errónea medida de cerrar algunos poliductos para impedir el robo de combustible ha provocado una crisis social mayor a la que hubo en el 2017 con el “gasolinazo”.

Es algo similar a que si para evitar la contaminación de súbito se impidiera la circulación de todos los automotores. Los combustibles, sobre todo la gasolina, son como la sangre que alimenta a las economías modernas, y sin ellos no funciona nada en nuestra sociedad tecnificada.

El martes de la semana pasada estuve en la Ciudad de México en una gasolinera y no había ningún problema de abasto, aunque ya se daba en algunos estados del centro del país.

La situación cambió radicalmente en unos pocos días en la capital mexicana, pues el fin de la semana anterior ya predominaron largas filas de automovilistas intentando surtirse del hidrocarburo. Algunos incluso pernoctaron para poder tener acceso, lo que demuestra el alto grado de necesidad de la gasolina en todas las actividades cotidianas de los mexicanos.

En esta ciudad el viernes en la noche en una gasolinera cargué algunos litros de gasolina sin ningún problema y sin más filas que las habituales. El despachador comentó que no tenían ningún problema de abasto, a ver si en unos días no sucede lo mismo que en la Ciudad de México.

La primera alerta ya se dio con la clausura por varias horas del poliducto entre Ciudad Juárez y esta ciudad. De acuerdo a lo publicado en este periódico, la capacidad operativa de gasolina en esta ciudad es de 374 mil barriles, de los cuales se reciben 25 mil barriles diarios de Ciudad Juárez y 17 mil barriles al día de Gómez Palacio.

En caso de que aplicaran la misma medida de cerrar los poliductos entonces sí habría una seria carencia de combustible en esta capital que paralizaría la mayoría de las operaciones económicas.

La medida tomada por la directiva de Pemex es precipitada y contraproducente, pues ahora la escasez de gasolina ha alentado el huachicoleo que se pretendía combatir. Podría aducirse que es mejor hacer algo que nada, pero antes de tomar drásticamente tal acción debieron asegurar una alternativa viable de suministro.

Las moscas no se pueden eliminar a martillazos ni con ocurrencias matutinas se puede realmente exterminar el huachicoleo. El problema radica en la propia administración y sindicato de Pemex, que se han dedicado durante décadas a saquear lo que debería ser patrimonio de todos los mexicanos, el petróleo.

Las detenciones de huachicoleros y el decomiso de unos miles de litros de gasolina son efectos mediáticos, si no es que simulacros para poder continuar con el saqueo diario de gasolina a lo largo y ancho del territorio nacional.

El gobierno ha informado que ha destinado 12 mil militares para custodiar de los poliductos, lo cual podría menguar el robo, pero no exterminarlo. En este caso se requiere arrancar la raíz podrida: las corruptas directivas de la empresa estatal y del sindicato petrolero.

Lo que urge en este momento es abrir los ductos, pues se corre el serio riesgo de provocar una recesión económica por la paralización de las actividades de los mexicanos. Las protestas sociales ya iniciaron y aumentarán si se empecinan en mantener el absurdo de cerrar los poliductos para impedir el saqueo de combustible.

En este momento ya son millones de mexicanos los que afrontan una crisis para poder movilizarse o surtirse de los alimentos básicos. No se debe seguir experimentando con ensayos y errores que son más costosos que los problemas. No se apaga un incendio echándole gasolina…

La errónea medida de cerrar algunos poliductos para impedir el robo de combustible ha provocado una crisis social mayor a la que hubo en el 2017 con el “gasolinazo”.

Es algo similar a que si para evitar la contaminación de súbito se impidiera la circulación de todos los automotores. Los combustibles, sobre todo la gasolina, son como la sangre que alimenta a las economías modernas, y sin ellos no funciona nada en nuestra sociedad tecnificada.

El martes de la semana pasada estuve en la Ciudad de México en una gasolinera y no había ningún problema de abasto, aunque ya se daba en algunos estados del centro del país.

La situación cambió radicalmente en unos pocos días en la capital mexicana, pues el fin de la semana anterior ya predominaron largas filas de automovilistas intentando surtirse del hidrocarburo. Algunos incluso pernoctaron para poder tener acceso, lo que demuestra el alto grado de necesidad de la gasolina en todas las actividades cotidianas de los mexicanos.

En esta ciudad el viernes en la noche en una gasolinera cargué algunos litros de gasolina sin ningún problema y sin más filas que las habituales. El despachador comentó que no tenían ningún problema de abasto, a ver si en unos días no sucede lo mismo que en la Ciudad de México.

La primera alerta ya se dio con la clausura por varias horas del poliducto entre Ciudad Juárez y esta ciudad. De acuerdo a lo publicado en este periódico, la capacidad operativa de gasolina en esta ciudad es de 374 mil barriles, de los cuales se reciben 25 mil barriles diarios de Ciudad Juárez y 17 mil barriles al día de Gómez Palacio.

En caso de que aplicaran la misma medida de cerrar los poliductos entonces sí habría una seria carencia de combustible en esta capital que paralizaría la mayoría de las operaciones económicas.

La medida tomada por la directiva de Pemex es precipitada y contraproducente, pues ahora la escasez de gasolina ha alentado el huachicoleo que se pretendía combatir. Podría aducirse que es mejor hacer algo que nada, pero antes de tomar drásticamente tal acción debieron asegurar una alternativa viable de suministro.

Las moscas no se pueden eliminar a martillazos ni con ocurrencias matutinas se puede realmente exterminar el huachicoleo. El problema radica en la propia administración y sindicato de Pemex, que se han dedicado durante décadas a saquear lo que debería ser patrimonio de todos los mexicanos, el petróleo.

Las detenciones de huachicoleros y el decomiso de unos miles de litros de gasolina son efectos mediáticos, si no es que simulacros para poder continuar con el saqueo diario de gasolina a lo largo y ancho del territorio nacional.

El gobierno ha informado que ha destinado 12 mil militares para custodiar de los poliductos, lo cual podría menguar el robo, pero no exterminarlo. En este caso se requiere arrancar la raíz podrida: las corruptas directivas de la empresa estatal y del sindicato petrolero.

Lo que urge en este momento es abrir los ductos, pues se corre el serio riesgo de provocar una recesión económica por la paralización de las actividades de los mexicanos. Las protestas sociales ya iniciaron y aumentarán si se empecinan en mantener el absurdo de cerrar los poliductos para impedir el saqueo de combustible.

En este momento ya son millones de mexicanos los que afrontan una crisis para poder movilizarse o surtirse de los alimentos básicos. No se debe seguir experimentando con ensayos y errores que son más costosos que los problemas. No se apaga un incendio echándole gasolina…