/ jueves 8 de febrero de 2024

Perfil humano | La sequía y la crisis hídrica en México

El gran reto para el país en este año no es tanto el relevo de sus gobernantes ni las propuestas presidenciales de reformas, sino la carencia de agua que podría causar serios daños a la población.

La alarma sobre la prolongada sequía que afecta las dos terceras partes del país desde el año pasado no ha tenido como consecuencia la acción inmediata y previsora tanto de las autoridades como de los ciudadanos.

La Ciudad de México está en riesgo de llegar al día cero en junio de este año con la suspensión del servicio diario de agua y que sólo se surta el consumo más indispensable.

En esta megalópolis 254 colonias carecen del vital líquido y son surtidas con tandeos de pipas.

El sistema Cutzamala que provee el 29 por ciento del agua en la capital mexicana está al 40 por ciento de su capacidad y no tiene visos de aumentar ante la escasez de lluvias.

Si no hay buenas precipitaciones pluviales en el Valle de México a partir de mayo, la zona metropolitana calculada en más de 20 millones de habitantes sufrirá una seria crisis hídrica que impactará no solo a su población sino también al resto del país.

La respuesta poco seria del jefe de gobierno interino fue que el alud de demandas ciudadanas era debido a que es “temporada de zopilotes” pues según él ya estaban aplicando las medidas adecuadas para resolver el problema.

Los dos lagos más grandes del país, el de Chapala y Cuitzeo, se están secando así como otros embalses de agua del territorio nacional.

La sequía continúa en este año y de acuerdo a un reporte enviado al Senado se han agotado el 20 por ciento de los mantos freáticos.

El fenómeno climático también ha golpeado al estado de Chihuahua, sobre todo a los municipios del sur y algunos serranos.

Los agricultores de los distritos de riego tal vez solo podrán sembrar este año el 40 por ciento de sus tierras y si no llueve el año siguiente entonces sus cultivos serán nulos.

Al ser un territorio semidesértico la escasez de lluvias es tradicional, pero el año pasado se caracterizó por ser uno de los más secos y el actual podría ser igual o peor.

En este sexenio no se ha actuado ante esta grave contingencia y la Conagua casi tiene el mismo presupuesto que en el 2018. No se han emprendido obras hidráulicas que puedan disminuir los efectos de la sequía.

En lugar de construir presas, acueductos y plantas recicladoras se han destinado sumas multimillonarias a obras faraónicas de dudosa utilidad y beneficio público.

Tampoco han sido sustituidas las tuberías obsoletas que causan una pérdida diaria de agua del 30 o 40 por ciento en la mayoría de las ciudades mexicanas.

En pocas palabras no se han tomado las medidas adecuadas y las crecientes protestas ciudadanas son poco atendidas al igual que el cambio climático que afecta a todo el planeta.

El agua es vida y al parecer se le valora poco ya que se priorizan otros objetivos banales posmodernos como el consumo y la moda.

Si la pandemia afectó las actividades humanas, la sequía podría tener consecuencias más graves por lo que se debería actuar en forma proactiva y no reactiva.

Monterrey vivió una seria escasez de agua hace dos años y lo mismo podría ocurrir en cualquier otra ciudad mexicana.

Otro caso es el de Cataluña que se acaba de declarar en emergencia y en Barcelona se racionó el agua a 200 litros diarios por persona.

Ejemplos sobran pero de nada sirven ante la indiferencia de los ciudadanos, los cuales creen que las cosas solas se arreglarán y continúan sus actividades sin preocupación alguna, aunque cada día se aproxime más el día cero.


El gran reto para el país en este año no es tanto el relevo de sus gobernantes ni las propuestas presidenciales de reformas, sino la carencia de agua que podría causar serios daños a la población.

La alarma sobre la prolongada sequía que afecta las dos terceras partes del país desde el año pasado no ha tenido como consecuencia la acción inmediata y previsora tanto de las autoridades como de los ciudadanos.

La Ciudad de México está en riesgo de llegar al día cero en junio de este año con la suspensión del servicio diario de agua y que sólo se surta el consumo más indispensable.

En esta megalópolis 254 colonias carecen del vital líquido y son surtidas con tandeos de pipas.

El sistema Cutzamala que provee el 29 por ciento del agua en la capital mexicana está al 40 por ciento de su capacidad y no tiene visos de aumentar ante la escasez de lluvias.

Si no hay buenas precipitaciones pluviales en el Valle de México a partir de mayo, la zona metropolitana calculada en más de 20 millones de habitantes sufrirá una seria crisis hídrica que impactará no solo a su población sino también al resto del país.

La respuesta poco seria del jefe de gobierno interino fue que el alud de demandas ciudadanas era debido a que es “temporada de zopilotes” pues según él ya estaban aplicando las medidas adecuadas para resolver el problema.

Los dos lagos más grandes del país, el de Chapala y Cuitzeo, se están secando así como otros embalses de agua del territorio nacional.

La sequía continúa en este año y de acuerdo a un reporte enviado al Senado se han agotado el 20 por ciento de los mantos freáticos.

El fenómeno climático también ha golpeado al estado de Chihuahua, sobre todo a los municipios del sur y algunos serranos.

Los agricultores de los distritos de riego tal vez solo podrán sembrar este año el 40 por ciento de sus tierras y si no llueve el año siguiente entonces sus cultivos serán nulos.

Al ser un territorio semidesértico la escasez de lluvias es tradicional, pero el año pasado se caracterizó por ser uno de los más secos y el actual podría ser igual o peor.

En este sexenio no se ha actuado ante esta grave contingencia y la Conagua casi tiene el mismo presupuesto que en el 2018. No se han emprendido obras hidráulicas que puedan disminuir los efectos de la sequía.

En lugar de construir presas, acueductos y plantas recicladoras se han destinado sumas multimillonarias a obras faraónicas de dudosa utilidad y beneficio público.

Tampoco han sido sustituidas las tuberías obsoletas que causan una pérdida diaria de agua del 30 o 40 por ciento en la mayoría de las ciudades mexicanas.

En pocas palabras no se han tomado las medidas adecuadas y las crecientes protestas ciudadanas son poco atendidas al igual que el cambio climático que afecta a todo el planeta.

El agua es vida y al parecer se le valora poco ya que se priorizan otros objetivos banales posmodernos como el consumo y la moda.

Si la pandemia afectó las actividades humanas, la sequía podría tener consecuencias más graves por lo que se debería actuar en forma proactiva y no reactiva.

Monterrey vivió una seria escasez de agua hace dos años y lo mismo podría ocurrir en cualquier otra ciudad mexicana.

Otro caso es el de Cataluña que se acaba de declarar en emergencia y en Barcelona se racionó el agua a 200 litros diarios por persona.

Ejemplos sobran pero de nada sirven ante la indiferencia de los ciudadanos, los cuales creen que las cosas solas se arreglarán y continúan sus actividades sin preocupación alguna, aunque cada día se aproxime más el día cero.