/ jueves 23 de julio de 2020

¿Temblor político o parto de los montes?

La extradición de Emilio Lozoya y su arribo al país motivó que se suscitaran especulaciones, encabezadas por el presidente López Obrador, de que el exdirector de Pemex haría revelaciones escandalosas sobre el involucramiento en operaciones ilícitas de conocidos personajes políticos.

El senador morenista Ricardo Monreal pronosticó que las declaraciones de Lozoya ocasionarían temblores políticos, que afectarían a los funcionarios del anterior sexenio y los dirigentes del partido que estuvieron en el poder.

En Chihuahua la detención de César Duarte al parecer también ha sacudido a la clase política local, sobre todo a la panista. El gobernador Corral marcó su sana distancia de la alcaldesa capitalina y reiteró enfáticamente que las denuncias derivadas de la nómina confidencial utilizada por el exgobernador iban a continuar, toparan con lo que toparan.

Desde luego que quien acapara la atención nacional es Emilio Lozoya, quien hizo un trato con la FGR para denunciar a sus cómplices en los fraudes a Pemex y los sobornos de Odebrecht destinados para las campañas políticas del partido tricolor.

Por cierto que el dirigente nacional del PRI se deslindó inmediatamente de que el exfuncionario peñista fuera miembro de ese partido, pues según él no estaba documentada su filiación.

El caso es que también se esperan sean dadas a conocer las grabaciones que hizo Lozoya a legisladores de varios partidos cuando recibieron sobornos para votar a favor de la reforma energética promovida por el expresidente Peña Nieto, su antiguo jefe.

En el caso de Duarte el gobierno estatal anticipó que se presentarían otras decenas de denuncias de más involucrados en el multimillonario peculado realizado por el ballezano, como lo son sus familiares, funcionarios, políticos, empresarios e incluso clérigos.

La extradición del exgobernador podría tardar meses e incluso años por lo que los temblores serán pequeños, dirigidos más bien en contra de los contrincantes internos y externos que se opongan al proyecto de sucesión de Corral, el cual al parecer está enfocado a dejar en su lugar al senador panista Gustavo Madero.

El gobernador por lo pronto aprovechará la detención de Duarte para revivir la nómina secreta que podría salpicar no sólo a Maru Campos, sino también a su examigo y ahora más férreo enemigo el senador morenista Pérez Cuéllar.

Ahora bien, los dos casos más publicitados del momento (el de Lozoya y el de Duarte), en lugar de provocar fuertes sismos políticos podrían terminar sólo en un parto de los montes si no se les aplica realmente la justicia sin concesiones a estos dos personajes y a sus cómplices.

Los castigos en contra de los corruptos del pasado deberán ajustarse a las leyes, con procesos imparciales para que se juzgue a todos los involucrados, sea cuál sea el puesto que tenían, incluso si fueron presidentes de la República.

A ver si en lugar de peces gordos la FGR sólo termina pescando a pequeños charales como sucedió en el sexenio de Fox, y ya no se diga en el de Peña Nieto.

La extradición de Emilio Lozoya y su arribo al país motivó que se suscitaran especulaciones, encabezadas por el presidente López Obrador, de que el exdirector de Pemex haría revelaciones escandalosas sobre el involucramiento en operaciones ilícitas de conocidos personajes políticos.

El senador morenista Ricardo Monreal pronosticó que las declaraciones de Lozoya ocasionarían temblores políticos, que afectarían a los funcionarios del anterior sexenio y los dirigentes del partido que estuvieron en el poder.

En Chihuahua la detención de César Duarte al parecer también ha sacudido a la clase política local, sobre todo a la panista. El gobernador Corral marcó su sana distancia de la alcaldesa capitalina y reiteró enfáticamente que las denuncias derivadas de la nómina confidencial utilizada por el exgobernador iban a continuar, toparan con lo que toparan.

Desde luego que quien acapara la atención nacional es Emilio Lozoya, quien hizo un trato con la FGR para denunciar a sus cómplices en los fraudes a Pemex y los sobornos de Odebrecht destinados para las campañas políticas del partido tricolor.

Por cierto que el dirigente nacional del PRI se deslindó inmediatamente de que el exfuncionario peñista fuera miembro de ese partido, pues según él no estaba documentada su filiación.

El caso es que también se esperan sean dadas a conocer las grabaciones que hizo Lozoya a legisladores de varios partidos cuando recibieron sobornos para votar a favor de la reforma energética promovida por el expresidente Peña Nieto, su antiguo jefe.

En el caso de Duarte el gobierno estatal anticipó que se presentarían otras decenas de denuncias de más involucrados en el multimillonario peculado realizado por el ballezano, como lo son sus familiares, funcionarios, políticos, empresarios e incluso clérigos.

La extradición del exgobernador podría tardar meses e incluso años por lo que los temblores serán pequeños, dirigidos más bien en contra de los contrincantes internos y externos que se opongan al proyecto de sucesión de Corral, el cual al parecer está enfocado a dejar en su lugar al senador panista Gustavo Madero.

El gobernador por lo pronto aprovechará la detención de Duarte para revivir la nómina secreta que podría salpicar no sólo a Maru Campos, sino también a su examigo y ahora más férreo enemigo el senador morenista Pérez Cuéllar.

Ahora bien, los dos casos más publicitados del momento (el de Lozoya y el de Duarte), en lugar de provocar fuertes sismos políticos podrían terminar sólo en un parto de los montes si no se les aplica realmente la justicia sin concesiones a estos dos personajes y a sus cómplices.

Los castigos en contra de los corruptos del pasado deberán ajustarse a las leyes, con procesos imparciales para que se juzgue a todos los involucrados, sea cuál sea el puesto que tenían, incluso si fueron presidentes de la República.

A ver si en lugar de peces gordos la FGR sólo termina pescando a pequeños charales como sucedió en el sexenio de Fox, y ya no se diga en el de Peña Nieto.