/ domingo 16 de mayo de 2021

Tendencias del periodismo global

Las nuevas tecnologías, la crisis económica, las llamadas redes sociales y ahora la pandemia nos han obligado adaptarnos a una nueva realidad. Nos encontramos ante un mundo de constantes cambios y nuevos retos.

Ante esta nueva realidad, es de vital importancia para el periodismo migrar inteligentemente al campo digital y combatir la desinformación, que nos lleve al recobrar el liderazgo social.

El periodista, necesariamente, debe convertirse en una figura con credibilidad, sobre todo cuando cumple con su responsabilidad social. Es un profesional cuyo eco llega a todos lados.

Conformamos la realidad no sólo a través de aquello que podemos palpar o contemplar con nuestros sentidos de forma directa, sino también en gran medida gracias a las ideas y conceptos, que a muchos nos llegan por los medios de comunicación, ahora mucho más masivos gracias a las llamadas redes sociales, aunque siempre con la amenaza constante de las fake news o “noticias falsas”.

No hay que olvidar que el público sigue a los medios serios y confiables, como está sucediendo con el fenómeno de la pandemia.

Cuando se lee un periódico, se consulta el internet, se escucha la radio o vemos la televisión, algunas, no todas las noticias captan nuestra atención, pero ¿por qué nos enganchan unas noticias y no otras? Algunas veces por el tema, otras por el enfoque, por el orden del discurso o sencillamente por la presentación.

Es prioritario hacer de esta profesión (oficio para muchos) una buena herramienta para atacar la información falsa, además la inclusión de profesionales del periodismo que logre la verificación (fact-cheking) de la información y la transparencia.

La desinformación no es el único problema grave, los medios atraviesan por severa crisis económica, por lo que la sociedad y órganos empresariales deben apoyar el rescate de la prensa baluarte de la democracia.

El virus es el causante de un raro fenómeno en materia mediática, pues mientras que la prensa, radio y televisión rompen récord en lectores y audiencias, se ha registrado una estrepitosa caída en ventas, principalmente en publicidad a causa de la paralización de la economía. Y es que, en estos tiempos de crisis, los gobiernos y el sector privado no tienen como prioridad apoyar el periodismo.

Hay medios escritos que tardaron mucho tiempo en diversificar su trabajo para obtener nuevas ganancias ante la pérdida de lectores y anunciantes, es decir migraron a los servicios digitales, pero la crisis de salud fracturó sus proyectos.

La crisis económica ha puesto en muchos medios en vías de extinción e incluso los grandes periódicos como el Washington Post y el New York Times, que tienen fuertes entradas de dinero por las suscripciones, sin embargo, se han visto en la necesidad de ejecutar planes de sobrevivencia, como reestructuración de deuda y aceptación de nuevos socios.

También es importante que los periodistas y empresarios escuchen las necesidades de la sociedad para crear nuevos servicios informativos. Un medio no puede cerrarse y dejar los espacios a gobiernos totalitarios. Todos tenemos la obligación de salvar el periodismo.

Existen medios, sobre todo los locales y comunitarios, que se encuentran en riesgo de cerrar o de ser capturados por intereses particulares, malos gobiernos o grupos delincuenciales, ante la falta de recursos para su subsistencia, afectando así a un entorno mediático libre y plural.

Los medios impresos han caído por la crisis económica y los recientes confinamientos que minaron la distribución física, principalmente el periódico, lo cual casi con certeza acelerará la transformación hacia un futuro enteramente digital.

Los confinamientos nos han llevado a un incremento global en la visualización de noticias a través de la televisión y de internet, aunque la desinformación es muy alta por medio de Facebook y WhatsApp.

El brote del coronavirus está acelerando las tendencias provocadas por la revolución tecnológica, incluido el auge de los teléfonos inteligentes como interfaz de consumo de noticias. Las perspectivas del negocio de las noticias siguen siendo sombrías. Los medios de comunicación de todo el mundo están recortando personal para hacer frente a una dramática caída de los ingresos por publicidad.

Hay muchas personas que están dispuestas a pagar por las noticias en internet, pero esto puede incrementar la “desigualdad informativa”, pues otro tanto no tendría acceso a la información y con ello perder un periodismo de alta calidad.

Y “en vez de culpar al mensajero”, como lo dijo Michelle Bachelet, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, los gobernantes “deberían proteger a los periodistas y permitirles ofrecer información confiable, algo indispensable para luchar contra la desinformación, que no hace sino agravar la crisis”.

Ante este panorama nos preguntamos: ¿Hacia dónde va el periodismo?

El futuro y la sobrevivencia de los medios dependerá de gran parte del vínculo que se haga con la sociedad, sustentada en la calidad y la confianza en los contenidos.

Por lo que respecta a los recursos provenientes de los estados, los medios deben dejar clara su independencia, pues hay riesgos de “captura” o “manipulación” informativa. Es conveniente la sana distancia.

Los periodistas, los de la “talacha” diaria, están obligados a proporcionar información de hechos y con un sentido de responsabilidad social. Como decía el periodista británico Charles Prestwich Scott: “El comentario es libre, pero los hechos son sagrados”.

Las nuevas tecnologías, la crisis económica, las llamadas redes sociales y ahora la pandemia nos han obligado adaptarnos a una nueva realidad. Nos encontramos ante un mundo de constantes cambios y nuevos retos.

Ante esta nueva realidad, es de vital importancia para el periodismo migrar inteligentemente al campo digital y combatir la desinformación, que nos lleve al recobrar el liderazgo social.

El periodista, necesariamente, debe convertirse en una figura con credibilidad, sobre todo cuando cumple con su responsabilidad social. Es un profesional cuyo eco llega a todos lados.

Conformamos la realidad no sólo a través de aquello que podemos palpar o contemplar con nuestros sentidos de forma directa, sino también en gran medida gracias a las ideas y conceptos, que a muchos nos llegan por los medios de comunicación, ahora mucho más masivos gracias a las llamadas redes sociales, aunque siempre con la amenaza constante de las fake news o “noticias falsas”.

No hay que olvidar que el público sigue a los medios serios y confiables, como está sucediendo con el fenómeno de la pandemia.

Cuando se lee un periódico, se consulta el internet, se escucha la radio o vemos la televisión, algunas, no todas las noticias captan nuestra atención, pero ¿por qué nos enganchan unas noticias y no otras? Algunas veces por el tema, otras por el enfoque, por el orden del discurso o sencillamente por la presentación.

Es prioritario hacer de esta profesión (oficio para muchos) una buena herramienta para atacar la información falsa, además la inclusión de profesionales del periodismo que logre la verificación (fact-cheking) de la información y la transparencia.

La desinformación no es el único problema grave, los medios atraviesan por severa crisis económica, por lo que la sociedad y órganos empresariales deben apoyar el rescate de la prensa baluarte de la democracia.

El virus es el causante de un raro fenómeno en materia mediática, pues mientras que la prensa, radio y televisión rompen récord en lectores y audiencias, se ha registrado una estrepitosa caída en ventas, principalmente en publicidad a causa de la paralización de la economía. Y es que, en estos tiempos de crisis, los gobiernos y el sector privado no tienen como prioridad apoyar el periodismo.

Hay medios escritos que tardaron mucho tiempo en diversificar su trabajo para obtener nuevas ganancias ante la pérdida de lectores y anunciantes, es decir migraron a los servicios digitales, pero la crisis de salud fracturó sus proyectos.

La crisis económica ha puesto en muchos medios en vías de extinción e incluso los grandes periódicos como el Washington Post y el New York Times, que tienen fuertes entradas de dinero por las suscripciones, sin embargo, se han visto en la necesidad de ejecutar planes de sobrevivencia, como reestructuración de deuda y aceptación de nuevos socios.

También es importante que los periodistas y empresarios escuchen las necesidades de la sociedad para crear nuevos servicios informativos. Un medio no puede cerrarse y dejar los espacios a gobiernos totalitarios. Todos tenemos la obligación de salvar el periodismo.

Existen medios, sobre todo los locales y comunitarios, que se encuentran en riesgo de cerrar o de ser capturados por intereses particulares, malos gobiernos o grupos delincuenciales, ante la falta de recursos para su subsistencia, afectando así a un entorno mediático libre y plural.

Los medios impresos han caído por la crisis económica y los recientes confinamientos que minaron la distribución física, principalmente el periódico, lo cual casi con certeza acelerará la transformación hacia un futuro enteramente digital.

Los confinamientos nos han llevado a un incremento global en la visualización de noticias a través de la televisión y de internet, aunque la desinformación es muy alta por medio de Facebook y WhatsApp.

El brote del coronavirus está acelerando las tendencias provocadas por la revolución tecnológica, incluido el auge de los teléfonos inteligentes como interfaz de consumo de noticias. Las perspectivas del negocio de las noticias siguen siendo sombrías. Los medios de comunicación de todo el mundo están recortando personal para hacer frente a una dramática caída de los ingresos por publicidad.

Hay muchas personas que están dispuestas a pagar por las noticias en internet, pero esto puede incrementar la “desigualdad informativa”, pues otro tanto no tendría acceso a la información y con ello perder un periodismo de alta calidad.

Y “en vez de culpar al mensajero”, como lo dijo Michelle Bachelet, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, los gobernantes “deberían proteger a los periodistas y permitirles ofrecer información confiable, algo indispensable para luchar contra la desinformación, que no hace sino agravar la crisis”.

Ante este panorama nos preguntamos: ¿Hacia dónde va el periodismo?

El futuro y la sobrevivencia de los medios dependerá de gran parte del vínculo que se haga con la sociedad, sustentada en la calidad y la confianza en los contenidos.

Por lo que respecta a los recursos provenientes de los estados, los medios deben dejar clara su independencia, pues hay riesgos de “captura” o “manipulación” informativa. Es conveniente la sana distancia.

Los periodistas, los de la “talacha” diaria, están obligados a proporcionar información de hechos y con un sentido de responsabilidad social. Como decía el periodista británico Charles Prestwich Scott: “El comentario es libre, pero los hechos son sagrados”.