/ sábado 22 de diciembre de 2018

Un juego de azar

Aquel funcionario público recién llegado llamó a uno de sus empleados de más bajo nivel y le pidió que le explicara cómo podía vestirse tan bien, pagar rentas altas y comer en buenos restaurantes con sólo cinco mil pesos al mes, un sueldo austero, según órdenes superiores. Aquel empleado explicó que aquellos cinco mil pesos se le volvían diez mil y a veces en veinte mil, rifándolos entre sus compañeros.

Algunos expertos en estadísticas y probabilidades aseguran que se acierta una vez cada cuatro mil jugadas y que se gastan doscientos pesos para ganar cincuenta.

El impulso de jugar es tan antiguo como la misma humanidad. Es una forma de escape de la realidad. Es el placer de encontrar una fuente inagotable de esperanza, que para él es realidad, y así muchos encontraron una esperanza en el nuevo gobierno, convirtiendo en realidad la enorme cantidad de mentiras y de falsas promesas que hemos venido comprobando en tan poco tiempo, que son imposibles de cumplir y con gente todavía aferrada que su falsa creencia es la que vale.

En tiempos de crisis, cuando la frustración nos ha alcanzado, el hombre recurre al azar, a apostar por un cambio con más empeño que nunca. Busca lo que le han prometido y cree sin reflexionar, y resultan “chasqueados”, pues todavía no se ha dado cuenta que en la cultura actual, para ganar mucho dinero las únicas formas de hacerlo son: meterse de narco, el juego de azar, el juego de la política, y el juego del liderazgo mesiánico. Los que lo juegan mejor son los que hacen trampa, o los que crean el divisionismo entre la sociedad…. la lucha de clases.

Las ganas de trabajar ya no son importantes. Las apuestas por los que dicen tener las soluciones, que dicen que perdonan (exoneran) los pecados, que dicen provocar los milagros tales que de un día para otro acabarán con la corrupción, han metido al mexicano en el más profundo abismo de su historia.

El único modo seguro de ganar y tener dinero es “jugar” en algo preciso y que nunca falla; que demanda conocimientos, dedicación, tenacidad y esfuerzo: trabajo y ahorro.

A partir de esta administración, la fortuna del ciudadano para hacer algo que realmente valga la pena para su familia ha sido frenada. Su crecimiento tendrá ahora un crecimiento lento, como crecen algunos árboles. Por las apuestas a los que se dicen los salvadores del país, no hemos de llegar a la independencia económica que todo hombre anhela, al contrario, el presente gobierno no repartirá ninguna riqueza, lo único que nos dejará repartir será la “pobreza republicana” y además quiere que sea voluntaria.

Cuando el mexicano adquiera un carácter diferente, creeremos menos en la suerte y en las promesas, y más en nosotros mismos.

Aquel funcionario público recién llegado llamó a uno de sus empleados de más bajo nivel y le pidió que le explicara cómo podía vestirse tan bien, pagar rentas altas y comer en buenos restaurantes con sólo cinco mil pesos al mes, un sueldo austero, según órdenes superiores. Aquel empleado explicó que aquellos cinco mil pesos se le volvían diez mil y a veces en veinte mil, rifándolos entre sus compañeros.

Algunos expertos en estadísticas y probabilidades aseguran que se acierta una vez cada cuatro mil jugadas y que se gastan doscientos pesos para ganar cincuenta.

El impulso de jugar es tan antiguo como la misma humanidad. Es una forma de escape de la realidad. Es el placer de encontrar una fuente inagotable de esperanza, que para él es realidad, y así muchos encontraron una esperanza en el nuevo gobierno, convirtiendo en realidad la enorme cantidad de mentiras y de falsas promesas que hemos venido comprobando en tan poco tiempo, que son imposibles de cumplir y con gente todavía aferrada que su falsa creencia es la que vale.

En tiempos de crisis, cuando la frustración nos ha alcanzado, el hombre recurre al azar, a apostar por un cambio con más empeño que nunca. Busca lo que le han prometido y cree sin reflexionar, y resultan “chasqueados”, pues todavía no se ha dado cuenta que en la cultura actual, para ganar mucho dinero las únicas formas de hacerlo son: meterse de narco, el juego de azar, el juego de la política, y el juego del liderazgo mesiánico. Los que lo juegan mejor son los que hacen trampa, o los que crean el divisionismo entre la sociedad…. la lucha de clases.

Las ganas de trabajar ya no son importantes. Las apuestas por los que dicen tener las soluciones, que dicen que perdonan (exoneran) los pecados, que dicen provocar los milagros tales que de un día para otro acabarán con la corrupción, han metido al mexicano en el más profundo abismo de su historia.

El único modo seguro de ganar y tener dinero es “jugar” en algo preciso y que nunca falla; que demanda conocimientos, dedicación, tenacidad y esfuerzo: trabajo y ahorro.

A partir de esta administración, la fortuna del ciudadano para hacer algo que realmente valga la pena para su familia ha sido frenada. Su crecimiento tendrá ahora un crecimiento lento, como crecen algunos árboles. Por las apuestas a los que se dicen los salvadores del país, no hemos de llegar a la independencia económica que todo hombre anhela, al contrario, el presente gobierno no repartirá ninguna riqueza, lo único que nos dejará repartir será la “pobreza republicana” y además quiere que sea voluntaria.

Cuando el mexicano adquiera un carácter diferente, creeremos menos en la suerte y en las promesas, y más en nosotros mismos.