/ martes 25 de agosto de 2020

Un presidente de ocurrencias

En una mañanera del presidente López dijo que no creyéramos que él pensaba en lo que iba a decir, que no lo preparaba, que él decía lo que sentía. Esta frase es para dejar frío a cualquier ciudadano de cualquier país, al oír eso de su presidente. Es decir que el presidente de México no piensa en lo que va a decir, es decir que estamos gobernados por ocurrencias, porque lo grave es que ese mismo día sus fieles lacayos ejecutan cualquiera de estas ocurrencias que el presidente López se le ocurrió, porque no lo piensa y así se detuvo la terminación de la construcción de la cervecería “Constellations Brands” en Baja California, inversión por más de 900 millones de dólares, se detuvo la construcción de plantas de energía solar y vuelve a ocurrírsele que la energía que vamos a producir en México será con carbón, altamente contaminante, pero al señor se le ocurrió y no pensó en lo que dijo, porque es lo que sintió en ese momento.

Las ocurrencias de detener la construcción del nuevo aeropuerto de la CDMX y llevárselo a Santa Lucía, donde es inoperante. La construcción del tren Maya, que nadie lo quiere, no hay estudios de derrama económica, de impacto ambiental, donde se va a acabar con la fauna única en el mundo, así como se va a acabar con ruinas prehistóricas. La tontería de la refinería de Dos Bocas. Así podríamos seguir mencionando ocurrencias, que después el hombre es necio y no da marcha atrás, porque ya su dedito dijo que se hiciera eso o en sus votaciones a mano alzada, que no tienen una sola validez.

La última ocurrencia, mandar traer a Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, en la época de Peña Nieto, detenido en España, pero se ha rumorado que López tuvo acuerdo con Peña Nieto, en la campaña 2018, de que lo apoyaran a ganar y no los tocaría, ni a él, ni a sus cercanos colaboradores. Pero se le ocurre al presidente López que en lugar de meterlo a la cárcel, con la orden de aprehensión en contra de Lozoya, lo deja como testigo protegido, para que de acusado se convierte en acusador, sin darse cuenta que esto implicaba romper el acuerdo con el PRI, pero en su ocurrencia no pensó en las consecuencias y con los colmilludos del PRI, de inmediato filtraron unos videos donde el hermano del presidente López recibe dinero, mencionando cantidades, para qué es el dinero, etc., es decir fue cachado en pleno delito.

En la mañanera de esta semana, el presidente acepta que le dieron ese dinero, “pero que no se puede comparar con los sobornos de la constructora Odebrecht y Pemex, que fueron de 200 millones de dólares”, por decir lo que siente y no pensar en lo que dice, reconoce haber cometido un delito y grave.

Un soborno es un soborno, sea de un peso o de millones de pesos y como dicen los abogados “a confesión de parte, relevo de pruebas”, es decir que aparte de ocurrente, tenemos a un delincuente confeso.

Muy mal vamos con un presidente que maneja el país a base de ocurrencias que siente y no piensa en lo más mínimo.

Si a los problemas de la pandemia le agregamos un presidente ocurrente, no cabe duda de que vamos por muy mal camino.


En una mañanera del presidente López dijo que no creyéramos que él pensaba en lo que iba a decir, que no lo preparaba, que él decía lo que sentía. Esta frase es para dejar frío a cualquier ciudadano de cualquier país, al oír eso de su presidente. Es decir que el presidente de México no piensa en lo que va a decir, es decir que estamos gobernados por ocurrencias, porque lo grave es que ese mismo día sus fieles lacayos ejecutan cualquiera de estas ocurrencias que el presidente López se le ocurrió, porque no lo piensa y así se detuvo la terminación de la construcción de la cervecería “Constellations Brands” en Baja California, inversión por más de 900 millones de dólares, se detuvo la construcción de plantas de energía solar y vuelve a ocurrírsele que la energía que vamos a producir en México será con carbón, altamente contaminante, pero al señor se le ocurrió y no pensó en lo que dijo, porque es lo que sintió en ese momento.

Las ocurrencias de detener la construcción del nuevo aeropuerto de la CDMX y llevárselo a Santa Lucía, donde es inoperante. La construcción del tren Maya, que nadie lo quiere, no hay estudios de derrama económica, de impacto ambiental, donde se va a acabar con la fauna única en el mundo, así como se va a acabar con ruinas prehistóricas. La tontería de la refinería de Dos Bocas. Así podríamos seguir mencionando ocurrencias, que después el hombre es necio y no da marcha atrás, porque ya su dedito dijo que se hiciera eso o en sus votaciones a mano alzada, que no tienen una sola validez.

La última ocurrencia, mandar traer a Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, en la época de Peña Nieto, detenido en España, pero se ha rumorado que López tuvo acuerdo con Peña Nieto, en la campaña 2018, de que lo apoyaran a ganar y no los tocaría, ni a él, ni a sus cercanos colaboradores. Pero se le ocurre al presidente López que en lugar de meterlo a la cárcel, con la orden de aprehensión en contra de Lozoya, lo deja como testigo protegido, para que de acusado se convierte en acusador, sin darse cuenta que esto implicaba romper el acuerdo con el PRI, pero en su ocurrencia no pensó en las consecuencias y con los colmilludos del PRI, de inmediato filtraron unos videos donde el hermano del presidente López recibe dinero, mencionando cantidades, para qué es el dinero, etc., es decir fue cachado en pleno delito.

En la mañanera de esta semana, el presidente acepta que le dieron ese dinero, “pero que no se puede comparar con los sobornos de la constructora Odebrecht y Pemex, que fueron de 200 millones de dólares”, por decir lo que siente y no pensar en lo que dice, reconoce haber cometido un delito y grave.

Un soborno es un soborno, sea de un peso o de millones de pesos y como dicen los abogados “a confesión de parte, relevo de pruebas”, es decir que aparte de ocurrente, tenemos a un delincuente confeso.

Muy mal vamos con un presidente que maneja el país a base de ocurrencias que siente y no piensa en lo más mínimo.

Si a los problemas de la pandemia le agregamos un presidente ocurrente, no cabe duda de que vamos por muy mal camino.