En vísperas de conmemorarse el 51 aniversario del 2 de octubre de 1968, corrió la versión de que el presidente Andrés López Obrador había ordenado a la secretaria de Gobernación organizar el acto correspondiente de lo cual, ni quienes año con año lo han coordinado estaban enterados.
Al final, y ante la violencia desatada durante las marchas en las últimas semanas y la crítica por la inacción de la policía, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, se concentró en evitar los actos vandálicos y los daños a bienes públicos y privados así como a la población, que causan los grupos autollamados anarquistas (para AMLO neoliberales).
Fue así que a parir de la tarde-noche del mismo día 2 “en noticias de última hora” de los distintos medios de información, la nota giró más en torno a la estrategia aplicada por las autoridades para contener a los violentos, que en el significado de la fecha a conmemorar.
Y en eso estamos, dejando para otras colaboraciones el contexto internacional y nacional así como las consecuencias de los hechos del 2 de octubre del 68.
Conforme a la idea de la gobernadora Sheinbaum, se crearon los “Cinturones de Paz”, con la aportación de 300 trabajadores por cada una de las dependencias capitalinas. Personas sin capacitación servirían de colchón entre los manifestantes y los grupos anarquistas.
No obstante, “Hubo golpes, gases, algunos heridos y mucha suerte para las autoridades, porque los grupos de anarquistas que llegaron al Centro Histórico a cumplir con la agenda de protesta contra el modelo económico global y neoliberal, no incluían al grupo más experimentado que se vio en la violencia que desataron cuando Enrique Peña Nieto tomó posesión como presidente en 2012.
“Tampoco su capacidad de ataque regular, que incluye bombas molotov. No está claro si a través de los vasos comunicantes de los anarquistas con miembros de los gobiernos de Sheinbaum y del presidente López Obrador, con quienes comparten objetivos, hubo una negociación para que se redujera el nivel de violencia.
“A la utilización de civiles para cuidar que la policía no interviniera en su contención… se le agrega el total desconocimiento de los protocolos donde el objetivo es dispersar a quienes violentan el orden público.
“Si no hubo consecuencias que lamentar, se debió a que los anarquistas no tenían la intención de escalar los enfrentamientos -como se puede ver al analizar sus comportamientos a lo largo de veinte años y no como resultado de una buena estrategia policial-.
“Blindar resuelve coyunturalmente para Sheinbaum el problema del vandalismo en comercios, pero no es una solución de corto, mediano o largo plazo. No puede recurrir al mismo ejercicio cada vez que haya marcha, porque como en el caso de los ‘Cinturones de Paz’, transferir a la sociedad una responsabilidad de gobierno, y pedirle indirectamente que sea ella la sacrificada porque la autoridad no quiere pagar costos políticos al tener que cumplir con sus obligaciones de ley, es insostenible”.
*Con datos de Raymundo Riva Palacio. Eje Central 04.10.201
