/ sábado 16 de octubre de 2021

Antes que se nos olvide; Idiotizados 

Por: Carlos A. Esparza Deister

Hace unos días colapsaron Facebook y WhatsApp por más de siete horas, una gran cantidad de usuarios estaban desesperados, algunos a punto del colapso nervioso. Lamentablemente, somos esclavos del teléfono móvil y de las redes sociales sobre todo. Que por supuesto, se han convertido en importantes herramientas de comunicación, pero no podemos depender de ellas. Hubo usuarios de WhatsApp que prefirieron esperar a que se resolviera el problema, antes de hablar directamente por teléfono. Increíblemente, muchos ya ven como algo normal comunicarse únicamente por mensajes. Sucede con frecuencia que los integrantes de una familia aun estando bajo el mismo techo, incluso en la misma habitación, en vez de hablar prefieren enviarse mensajes. Se entiende cuando se trata de algún secreto, pero hacerlo frecuentemente es absurdo.

La mayoría de las veces que llega a reunirse una familia en la mesa, casi todos están metidos en sus teléfonos, sonriéndole a una pantalla, prefieren interactuar con @Sobaco91, usuario de alguna red social, al cual ni siquiera conocen personalmente, que prestarle atención a Mario, el hijo, quien por supuesto, también está metido en su celular, ignorando a sus padres.

En décadas pasadas se consideraba a la televisión un lastre, claro, tenía cuestiones positivas, pero muchos le llamaban la caja idiota, decían que trastornaba a la gente, que sus programas eran nocivos o aportaban poco a la sociedad, quizá, pero afortunadamente no se podía llevar consigo a todas partes, claro, había televisiones portátiles, pero no tenían buena recepción, con suerte se veían dos canales y terminaban aburriendo. Ahora las cosas han cambiado, podemos llevar en el bolsillo algo mucho más adictivo y peligroso que la televisión, un teléfono inteligente. Suele pasar que una “checada de unos minutitos” al Face o Instagram se convierte en varias horas pegado a una pantallita. Comenzamos con un video sobre nutrición, luego otro, de repente el tema ya es distinto y más tarde sin saber por qué, terminamos viendo a La Gilbertona u otro personaje extraño de internet. Malgastamos tiempo valioso, incluso si no suenan las alertas de WhatsApp, Face u otra red social de manera frecuente, nos preocupa y estamos checando el celular cada tres minutos.

Pareciera que la humanidad va en retroceso, pues anteriormente una caja idiota nos dominó por un tiempo, pero al final no lo permitimos, lamentablemente ahora un teléfono inteligente nos mantiene idiotizados gran parte del día.

***

Descanse en paz el distinguido profesor Tayde Guzmán, estimado amigo que por varios años fue lector de esta columna. Excelente ser humano, magnífico padre y admirable maestro. Abrazo fraterno para sus hijos, Flor y Tayde.

esparzadeister@gmail.com

Twitter: @carlosaesparza

Por: Carlos A. Esparza Deister

Hace unos días colapsaron Facebook y WhatsApp por más de siete horas, una gran cantidad de usuarios estaban desesperados, algunos a punto del colapso nervioso. Lamentablemente, somos esclavos del teléfono móvil y de las redes sociales sobre todo. Que por supuesto, se han convertido en importantes herramientas de comunicación, pero no podemos depender de ellas. Hubo usuarios de WhatsApp que prefirieron esperar a que se resolviera el problema, antes de hablar directamente por teléfono. Increíblemente, muchos ya ven como algo normal comunicarse únicamente por mensajes. Sucede con frecuencia que los integrantes de una familia aun estando bajo el mismo techo, incluso en la misma habitación, en vez de hablar prefieren enviarse mensajes. Se entiende cuando se trata de algún secreto, pero hacerlo frecuentemente es absurdo.

La mayoría de las veces que llega a reunirse una familia en la mesa, casi todos están metidos en sus teléfonos, sonriéndole a una pantalla, prefieren interactuar con @Sobaco91, usuario de alguna red social, al cual ni siquiera conocen personalmente, que prestarle atención a Mario, el hijo, quien por supuesto, también está metido en su celular, ignorando a sus padres.

En décadas pasadas se consideraba a la televisión un lastre, claro, tenía cuestiones positivas, pero muchos le llamaban la caja idiota, decían que trastornaba a la gente, que sus programas eran nocivos o aportaban poco a la sociedad, quizá, pero afortunadamente no se podía llevar consigo a todas partes, claro, había televisiones portátiles, pero no tenían buena recepción, con suerte se veían dos canales y terminaban aburriendo. Ahora las cosas han cambiado, podemos llevar en el bolsillo algo mucho más adictivo y peligroso que la televisión, un teléfono inteligente. Suele pasar que una “checada de unos minutitos” al Face o Instagram se convierte en varias horas pegado a una pantallita. Comenzamos con un video sobre nutrición, luego otro, de repente el tema ya es distinto y más tarde sin saber por qué, terminamos viendo a La Gilbertona u otro personaje extraño de internet. Malgastamos tiempo valioso, incluso si no suenan las alertas de WhatsApp, Face u otra red social de manera frecuente, nos preocupa y estamos checando el celular cada tres minutos.

Pareciera que la humanidad va en retroceso, pues anteriormente una caja idiota nos dominó por un tiempo, pero al final no lo permitimos, lamentablemente ahora un teléfono inteligente nos mantiene idiotizados gran parte del día.

***

Descanse en paz el distinguido profesor Tayde Guzmán, estimado amigo que por varios años fue lector de esta columna. Excelente ser humano, magnífico padre y admirable maestro. Abrazo fraterno para sus hijos, Flor y Tayde.

esparzadeister@gmail.com

Twitter: @carlosaesparza