/ viernes 26 de enero de 2024

Antes que se nos Olvide | La famosa Orquesta Riestra

Los libros que más disfruto son de memorias o autobiografías, me gusta leer la vida de todo tipo de personajes, de hecho, si encuentro un libro de alguien desconocido para mí, de todas maneras, lo compro, pues todos tienen relatos interesantes que contar, experiencias sorprendentes, claro, también hechos tristes, los cuales llegan irremediablemente, pero dejan grandes enseñanzas. Hace varios meses encontré en una de las mesas de remate de Centro librero La Prensa, un libro llamado, “Mi Batuta Habla”, escrito por Ernesto Riestra, no tenía idea quien era, resultó ser un director de orquesta muy famoso desde los años treinta hasta los setenta, fue el precursor en México de las grandes orquestas. En su libro, describe vivencias en un México que no volverá y vale la pena recordar. Riestra nació en Monterrey a inicios del siglo XX, de niño le tocó vivir la efervescencia revolucionaria. Un movimiento que exigía igualdad entre la sociedad, pero que se salió de control en gran parte del país, pues los revolucionarios llegaban a las ciudades o pueblos y arrasaban con todo, provocando caos y escasez de alimentos. Monterrey no fue la excepción, la familia Riestra, conformada por sus padres y cuatro hijos, incluido Ernesto, por varios días escucharon las metrallas de las Fuerzas Federales y las tropas revolucionarias que se enfrascaron en una cruenta batalla. Riestra observó a mujeres peleando casi a muerte por un costal de harina, vio a hombres y niños corriendo desesperados por las calles, cargando bultos de comida huyendo de los revolucionarios que al final resultaron vencedores, apropiándose de la ciudad, como el padre de Ernesto era empresario, pronto fueron a visitarlo a su casa, que lucía en su fachada impactos de bala por todas partes, igual que las demás fincas. Los revolucionarios aprovechando su poder le robaron varios caballos muy finos. Tiempo después, se apaciguó el conflicto, en ese tiempo comenzó a tomar clases de inglés y piano, despertando su amor por la música. Su padre fallece posteriormente y sus hermanos mayores, emigran a Estados Unidos. Al quedarse solos, su madre decide que vayan a New York a pasar una larga temporada con sus hermanos, y que Ernesto estudie allá, rentaron su casa y partieron en tren, el viaje duro cinco días. Comenzó a estudiar y trabajar, primero de mensajero, luego en una oficina de un hotel, donde uno de sus compañeros lo invitó a una pequeña banda musical, donde le prestan un banjo, (instrumento parecido a un guitarra), nunca lo había tocado pero los conocimientos de piano le ayudaron y en un solo día comenzó a a tocar varios acordes, continúa practicando hasta que lo dominó casi por completo. Músicos de otras bandas detectaron su talento, invitándolo a formar parte de agrupaciones de mayor prestigio. Abandonó su trabajo en el hotel y le dijo a su madre que se quedaría en Estados Unidos, iniciando una gira por varias ciudades estadounidenses, logrando tocar en los mejores centros nocturnos. Posteriormente le tocó vivir la gran depresión estadounidense ocurrida en 1929, pero eso no le afectó, pues en esa época un empresario lo invitó a trabajar en el casino de su hotel, pidiéndole que forme una orquesta, convirtiéndose así, en director. Después de varios años, en 1932, ya como un hombre casado, decide regresar a México para estar cerca de su madre. A pesar de tener un cierto prestigio en Estados Unidos como director musical, en su país no podía hacer ejercer, pues Monterrey era muy pequeño, no existía ningún circulo artístico, por lo cual decidió regresar a New York, pero su madre no quería que se fuera, por lo cual le consiguió una entrevista en Ciudad de México con Alberto Salinas Carranza, fundador de la aviación civil en México, sobrino de Venustiano Carranza y cuñado de su hermano mayor. Alberto le dio trabajo en la dependencia gubernamental que dirigía, mientras encontraba algo relacionado con su oficio, pero era complicado porque las estaciones de radio apenas iniciaban.

Por cuestión de espacio, esta historia continuará la próxima semana.


Los libros que más disfruto son de memorias o autobiografías, me gusta leer la vida de todo tipo de personajes, de hecho, si encuentro un libro de alguien desconocido para mí, de todas maneras, lo compro, pues todos tienen relatos interesantes que contar, experiencias sorprendentes, claro, también hechos tristes, los cuales llegan irremediablemente, pero dejan grandes enseñanzas. Hace varios meses encontré en una de las mesas de remate de Centro librero La Prensa, un libro llamado, “Mi Batuta Habla”, escrito por Ernesto Riestra, no tenía idea quien era, resultó ser un director de orquesta muy famoso desde los años treinta hasta los setenta, fue el precursor en México de las grandes orquestas. En su libro, describe vivencias en un México que no volverá y vale la pena recordar. Riestra nació en Monterrey a inicios del siglo XX, de niño le tocó vivir la efervescencia revolucionaria. Un movimiento que exigía igualdad entre la sociedad, pero que se salió de control en gran parte del país, pues los revolucionarios llegaban a las ciudades o pueblos y arrasaban con todo, provocando caos y escasez de alimentos. Monterrey no fue la excepción, la familia Riestra, conformada por sus padres y cuatro hijos, incluido Ernesto, por varios días escucharon las metrallas de las Fuerzas Federales y las tropas revolucionarias que se enfrascaron en una cruenta batalla. Riestra observó a mujeres peleando casi a muerte por un costal de harina, vio a hombres y niños corriendo desesperados por las calles, cargando bultos de comida huyendo de los revolucionarios que al final resultaron vencedores, apropiándose de la ciudad, como el padre de Ernesto era empresario, pronto fueron a visitarlo a su casa, que lucía en su fachada impactos de bala por todas partes, igual que las demás fincas. Los revolucionarios aprovechando su poder le robaron varios caballos muy finos. Tiempo después, se apaciguó el conflicto, en ese tiempo comenzó a tomar clases de inglés y piano, despertando su amor por la música. Su padre fallece posteriormente y sus hermanos mayores, emigran a Estados Unidos. Al quedarse solos, su madre decide que vayan a New York a pasar una larga temporada con sus hermanos, y que Ernesto estudie allá, rentaron su casa y partieron en tren, el viaje duro cinco días. Comenzó a estudiar y trabajar, primero de mensajero, luego en una oficina de un hotel, donde uno de sus compañeros lo invitó a una pequeña banda musical, donde le prestan un banjo, (instrumento parecido a un guitarra), nunca lo había tocado pero los conocimientos de piano le ayudaron y en un solo día comenzó a a tocar varios acordes, continúa practicando hasta que lo dominó casi por completo. Músicos de otras bandas detectaron su talento, invitándolo a formar parte de agrupaciones de mayor prestigio. Abandonó su trabajo en el hotel y le dijo a su madre que se quedaría en Estados Unidos, iniciando una gira por varias ciudades estadounidenses, logrando tocar en los mejores centros nocturnos. Posteriormente le tocó vivir la gran depresión estadounidense ocurrida en 1929, pero eso no le afectó, pues en esa época un empresario lo invitó a trabajar en el casino de su hotel, pidiéndole que forme una orquesta, convirtiéndose así, en director. Después de varios años, en 1932, ya como un hombre casado, decide regresar a México para estar cerca de su madre. A pesar de tener un cierto prestigio en Estados Unidos como director musical, en su país no podía hacer ejercer, pues Monterrey era muy pequeño, no existía ningún circulo artístico, por lo cual decidió regresar a New York, pero su madre no quería que se fuera, por lo cual le consiguió una entrevista en Ciudad de México con Alberto Salinas Carranza, fundador de la aviación civil en México, sobrino de Venustiano Carranza y cuñado de su hermano mayor. Alberto le dio trabajo en la dependencia gubernamental que dirigía, mientras encontraba algo relacionado con su oficio, pero era complicado porque las estaciones de radio apenas iniciaban.

Por cuestión de espacio, esta historia continuará la próxima semana.