/ sábado 23 de abril de 2022

Antes que se nos olvide | Sociedad irracional

Por: Carlos A. Esparza Deister

En octubre de 2015 fueron asesinados por habitantes de Ajalpan, Puebla, los hermanos Rey David y José Abraham Copado, quienes laboraban como encuestadores para una empresa de marketing. Ese día realizaban un estudio sobre consumo de tortillas en un ambiente tenso, horas antes una jovencita había sido jaloneada con intenciones de raptarla por dos sujetos que huyeron, sin lograr su cometido. Los hermanos trabajaban con relativa normalidad, pero todo se ensombreció, cuando los lugareños comenzaron a quejarse porque hacían preguntas “extrañas”; luego, a alguien se le ocurrió decir que eran los robachicos, varios comenzaron a agredirlos, corrieron para ponerse a salvo, pero fueron alcanzados y golpeados levemente. Luego llegó la policía, que ante la presión de la gente, detuvo a los encuestadores. Ya en la comandancia, los acusados mostraron sus credenciales de la empresa, asimismo, la muchachita que horas antes habían tratado de secuestrar fue a identificarlos, pero aseguró que ellos no eran, sin embargo, en el pueblo las campanas de la iglesia ya sonaban incesantes, alertando a la comunidad. Rápidamente se propagó en Ajalpan que tenían detenidos a dos “secuestradores”, llegando hasta la explanada del palacio municipal cientos de habitantes enfurecidos, que evitaron el traslado de los jóvenes al ministerio público, arrebatándoselos a la policía, para luego agredirlos salvajemente, después, conformaron un tumultuoso y enloquecido tribunal, que decidió quemarlos vivos, la sentencia fue ejecutada casi al instante.

Algo similar ocurrió en San Miguel Canoa, Puebla, en 1968, cuando un sacerdote desquiciado acusó de ser comunistas, a unos visitantes que llegaron al pueblo. Entonces, decidió llamar a los pobladores desde el campanario, para que defendieran su comunidad, todo terminaría de manera trágica, con el linchamiento de cuatro personas inocentes, tres de ellos jóvenes estudiantes. Este tipo de hechos lamentablemente se repiten en nuestro país, en noviembre del 2004, en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, varias personas detuvieron a tres policías federales, que encubiertos realizaban una investigación de narcomenudeo, pero una mujer los acusó de ser secuestradores, paulatinamente fue llegando más gente al lugar donde los tenían retenidos y de pronto todo se salió de control, comenzaron a golpearlos brutalmente y al final les prendieron fuego, dos de ellos murieron.

Todo lo anterior es reflejo de una sociedad paranoica, hastiada, decepcionada de las autoridades, pero también refleja, que un sector de la ciudadanía es sumamente manipulable, que se deja arrastrar por la corriente y por no razonar antes de actuar termina cometiendo actos brutales.

***

Orgulloso miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

Sígame en Face: Antes que se nos Olvide

esparzadeister@gmail.com


Por: Carlos A. Esparza Deister

En octubre de 2015 fueron asesinados por habitantes de Ajalpan, Puebla, los hermanos Rey David y José Abraham Copado, quienes laboraban como encuestadores para una empresa de marketing. Ese día realizaban un estudio sobre consumo de tortillas en un ambiente tenso, horas antes una jovencita había sido jaloneada con intenciones de raptarla por dos sujetos que huyeron, sin lograr su cometido. Los hermanos trabajaban con relativa normalidad, pero todo se ensombreció, cuando los lugareños comenzaron a quejarse porque hacían preguntas “extrañas”; luego, a alguien se le ocurrió decir que eran los robachicos, varios comenzaron a agredirlos, corrieron para ponerse a salvo, pero fueron alcanzados y golpeados levemente. Luego llegó la policía, que ante la presión de la gente, detuvo a los encuestadores. Ya en la comandancia, los acusados mostraron sus credenciales de la empresa, asimismo, la muchachita que horas antes habían tratado de secuestrar fue a identificarlos, pero aseguró que ellos no eran, sin embargo, en el pueblo las campanas de la iglesia ya sonaban incesantes, alertando a la comunidad. Rápidamente se propagó en Ajalpan que tenían detenidos a dos “secuestradores”, llegando hasta la explanada del palacio municipal cientos de habitantes enfurecidos, que evitaron el traslado de los jóvenes al ministerio público, arrebatándoselos a la policía, para luego agredirlos salvajemente, después, conformaron un tumultuoso y enloquecido tribunal, que decidió quemarlos vivos, la sentencia fue ejecutada casi al instante.

Algo similar ocurrió en San Miguel Canoa, Puebla, en 1968, cuando un sacerdote desquiciado acusó de ser comunistas, a unos visitantes que llegaron al pueblo. Entonces, decidió llamar a los pobladores desde el campanario, para que defendieran su comunidad, todo terminaría de manera trágica, con el linchamiento de cuatro personas inocentes, tres de ellos jóvenes estudiantes. Este tipo de hechos lamentablemente se repiten en nuestro país, en noviembre del 2004, en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, varias personas detuvieron a tres policías federales, que encubiertos realizaban una investigación de narcomenudeo, pero una mujer los acusó de ser secuestradores, paulatinamente fue llegando más gente al lugar donde los tenían retenidos y de pronto todo se salió de control, comenzaron a golpearlos brutalmente y al final les prendieron fuego, dos de ellos murieron.

Todo lo anterior es reflejo de una sociedad paranoica, hastiada, decepcionada de las autoridades, pero también refleja, que un sector de la ciudadanía es sumamente manipulable, que se deja arrastrar por la corriente y por no razonar antes de actuar termina cometiendo actos brutales.

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Orgulloso miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

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esparzadeister@gmail.com