/ martes 17 de abril de 2018

¿Buenos vecinos? (II)

“Entre dos amigos, sólo uno de ellos es amigo del otro”. Anónimo

México, en su devenir histórico, ha luchado por su soberanía y dignidad en el concierto mundial de las naciones. Sin excepción, todas las administraciones presidenciales del Imperio han sido agresivas, violentas, intervencionistas y voraces con nuestra patria. Sean demócratas o republicanas (son la misma cosa), México ha tenido que soportar insultos, vejaciones, presiones, siempre pendiendo sobre nuestra cabeza, la “espada de Damocles”, de quienes son dueños de los enormes emporios productores de armas del orbe. Las armas se fabrican para matar, no para exhibirlas en un muro de la sala de la casa. El que las compra, va a matar a sus semejantes, en guerras económicas que tienen un beneficiario unidireccional: el Imperio.

Ante ese macabro escenario, México, sin acumulación capitalista, sin desarrollo sostenido de la productividad, con un sistema educativo acotado por organizaciones enajenantes y esclavizadoras de profesores (SNTE y CNTE) y con sistema capitalista de dependencia, se ubica en el de un país de grandes esfuerzos para subsistir. Se ufana el presidente del Imperio de la construcción de un muro que impida el paso de los “bárbaros”, como los muros de antaño. En Mesopotamia, en la India, en Egipto, en el Oriente Medio, muchas ciudades estaban amuralladas. Los chinos construyeron una gran muralla de más de 9,000 km, para contener a los “bárbaros” tártaro-mongoles. Los romanos construyeron muros para impedir las invasiones “bárbaras”. ¿Lo lograron? No, qué va, la humanidad se mueve por la necesidad de libertad, de justicia social y de la defensa de su dignidad.

Ya nos platicaba Juan Jacobo Rousseau del origen de la propiedad privada, en su obra “El contrato social”. Sin ningún recato ni respeto a las normas internacionales, el Imperio dispone de la “protección” de sus intereses, con sanciones socio políticas, con la amenaza de sus fuerzas militares y con la amenaza de bloquear la globalización económica del país, con otros vecinos o naciones que pueden tener negocios con México. No son buenos vecinos, no lo han sido y no lo serán. Sigamos el esfuerzo de unirnos y de respetar nuestras leyes. Quienes convocan a romper el orden jurídico son traidores a la patria.


“Entre dos amigos, sólo uno de ellos es amigo del otro”. Anónimo

México, en su devenir histórico, ha luchado por su soberanía y dignidad en el concierto mundial de las naciones. Sin excepción, todas las administraciones presidenciales del Imperio han sido agresivas, violentas, intervencionistas y voraces con nuestra patria. Sean demócratas o republicanas (son la misma cosa), México ha tenido que soportar insultos, vejaciones, presiones, siempre pendiendo sobre nuestra cabeza, la “espada de Damocles”, de quienes son dueños de los enormes emporios productores de armas del orbe. Las armas se fabrican para matar, no para exhibirlas en un muro de la sala de la casa. El que las compra, va a matar a sus semejantes, en guerras económicas que tienen un beneficiario unidireccional: el Imperio.

Ante ese macabro escenario, México, sin acumulación capitalista, sin desarrollo sostenido de la productividad, con un sistema educativo acotado por organizaciones enajenantes y esclavizadoras de profesores (SNTE y CNTE) y con sistema capitalista de dependencia, se ubica en el de un país de grandes esfuerzos para subsistir. Se ufana el presidente del Imperio de la construcción de un muro que impida el paso de los “bárbaros”, como los muros de antaño. En Mesopotamia, en la India, en Egipto, en el Oriente Medio, muchas ciudades estaban amuralladas. Los chinos construyeron una gran muralla de más de 9,000 km, para contener a los “bárbaros” tártaro-mongoles. Los romanos construyeron muros para impedir las invasiones “bárbaras”. ¿Lo lograron? No, qué va, la humanidad se mueve por la necesidad de libertad, de justicia social y de la defensa de su dignidad.

Ya nos platicaba Juan Jacobo Rousseau del origen de la propiedad privada, en su obra “El contrato social”. Sin ningún recato ni respeto a las normas internacionales, el Imperio dispone de la “protección” de sus intereses, con sanciones socio políticas, con la amenaza de sus fuerzas militares y con la amenaza de bloquear la globalización económica del país, con otros vecinos o naciones que pueden tener negocios con México. No son buenos vecinos, no lo han sido y no lo serán. Sigamos el esfuerzo de unirnos y de respetar nuestras leyes. Quienes convocan a romper el orden jurídico son traidores a la patria.