/ martes 24 de julio de 2018

Centralización del poder para dar un golpe de timón

“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” - Lord Acton (1834 - 1902)

Si Maquiavelo, Fouché y Bossuet se juntaran para diseñar una estrategia para obtener el poder absoluto en el México de hoy -y quizá para los próximos 25 años- no se les habría ocurrido la genialidad de AMLO, en el sentido de nombrar a un solo delegado oriundo de cada uno de los estados, como su representante único. Al concentrar todo el poder de la federación en un solo delegado morenista, nativo del estado respectivo, se perfila al próximo gobernador. Desde el punto de vista estrictamente político (obtener, concentrar y conservar el poder), esta es, sin duda, la decisión más relevante que ha propalado.

México es una república representativa, democrática, compuesta por estados (y la Ciudad de México), libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, unidos en una Federación. De llevarse a cabo la citada decisión antifederalista, se trastocarían el ejercicio del poder democrático de los gobernadores, la legitimidad de los procesos electorales, la política hacendaria (sobre todo respecto al Sistema de Coordinación Fiscal), y la exitosa ejecución -en los estados- de los programas federales que dependen primordialmente de los recursos que administra la SHCP. Ello, en virtud de que el delegado único designado por AMLO compartiría el poder vis a vis con el gobernador electo de la entidad.

Transformar el simulado y disfuncional federalismo mexicano, para sustituirlo por un modelo más justo y efectivo, nos beneficiaría a todos, salvo que sea una estrategia para favorecer el poder “primoroso”. Es obvio que a través de los “prefectos” de AMLO se podrían generar aún mayores corruptelas, por la centralización de decisiones programáticas y presupuestarias federales, aplicadas en los estados.

Además de esta centralización del poder, AMLO anunció la desconcentración territorial de varias secretarías de Estado, el despido de más 5,000 empleados federales de confianza de los niveles más altos y la reducción sustancial de las prestaciones de los que continúen, todo con el propósito de abatir el gasto público innecesario, a sabiendas de que la austeridad gubernamental será festejada por la población. Con este plausible argumento, Morena reforzaría nacionalmente su control político y financiero, pese a las barreras jurídicas, laborales y económicas, que podrían resultar infranqueables.

El desmantelamiento del nivel estratégico, táctico, tecnológico y comunicacional del gobierno -implícito en el despido tantos empleados de confianza- me parece injusto, insensato y regresivo, ya que afectará la operación de las organizaciones públicas y arriesgará la gobernabilidad del país. La gran mayoría de dichos empleados cuentan con la formación académica, experiencia y capacidad de juicio para la toma de decisiones correctas y funcionales. La creatividad, el talento, las habilidades directivas y los conocimientos profesionales de quienes fueron designados por sus méritos, producen resultados que superan por mucho sus emolumentos. A los “aviadores”, a los apadrinados y a los corruptos, hay que correrlos o refundirlos en la cárcel… pero no deben pagar justos por pecadores.

La reconstrucción del corporativismo es otra táctica del presidente electo, apoyando a los líderes maleables de los sindicatos más grandes, para morenizar a sus agremiados: a los maestros revirtiendo la Reforma Educativa; a los petroleros refinanciando a Pemex; a los burócratas asegurándoles sus puestos; a los mineros prometiéndoles mayores prebendas, etc. También corporativizará a grupos específicos: tercera edad, “ninis” y mujeres, ampliando los programas sociales dirigidos ex profeso.

Las continuas y variadas declaraciones de AMLO como presidente electo, y de los anunciados miembros de su gabinete, nos dan más temas de los que podemos analizar para redactar editoriales y someterlos a la opinión de nuestros ilustres lectores.

Debo manifestar mi enorme admiración por el manejo estratégico de las propuestas en este interregno, y pedir al Altísimo que el sujeto de marras use el inmenso poder -que obtuvo en las urnas- de manera humanitaria, honesta y efectiva, de tal forma que cumpla las promesas que hizo a los mexicanos; so pena de que, paradójicamente, el adalid de los pobres y la anticorrupción fracase por la carencia de funcionarios capaces y procesos operativos y de control adecuados. AMLO, en tus decisiones descansa el futuro de México; por favor, obsequia la importancia que merecen a aquéllas relativas a cómo lograr las metas.



“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” - Lord Acton (1834 - 1902)

Si Maquiavelo, Fouché y Bossuet se juntaran para diseñar una estrategia para obtener el poder absoluto en el México de hoy -y quizá para los próximos 25 años- no se les habría ocurrido la genialidad de AMLO, en el sentido de nombrar a un solo delegado oriundo de cada uno de los estados, como su representante único. Al concentrar todo el poder de la federación en un solo delegado morenista, nativo del estado respectivo, se perfila al próximo gobernador. Desde el punto de vista estrictamente político (obtener, concentrar y conservar el poder), esta es, sin duda, la decisión más relevante que ha propalado.

México es una república representativa, democrática, compuesta por estados (y la Ciudad de México), libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, unidos en una Federación. De llevarse a cabo la citada decisión antifederalista, se trastocarían el ejercicio del poder democrático de los gobernadores, la legitimidad de los procesos electorales, la política hacendaria (sobre todo respecto al Sistema de Coordinación Fiscal), y la exitosa ejecución -en los estados- de los programas federales que dependen primordialmente de los recursos que administra la SHCP. Ello, en virtud de que el delegado único designado por AMLO compartiría el poder vis a vis con el gobernador electo de la entidad.

Transformar el simulado y disfuncional federalismo mexicano, para sustituirlo por un modelo más justo y efectivo, nos beneficiaría a todos, salvo que sea una estrategia para favorecer el poder “primoroso”. Es obvio que a través de los “prefectos” de AMLO se podrían generar aún mayores corruptelas, por la centralización de decisiones programáticas y presupuestarias federales, aplicadas en los estados.

Además de esta centralización del poder, AMLO anunció la desconcentración territorial de varias secretarías de Estado, el despido de más 5,000 empleados federales de confianza de los niveles más altos y la reducción sustancial de las prestaciones de los que continúen, todo con el propósito de abatir el gasto público innecesario, a sabiendas de que la austeridad gubernamental será festejada por la población. Con este plausible argumento, Morena reforzaría nacionalmente su control político y financiero, pese a las barreras jurídicas, laborales y económicas, que podrían resultar infranqueables.

El desmantelamiento del nivel estratégico, táctico, tecnológico y comunicacional del gobierno -implícito en el despido tantos empleados de confianza- me parece injusto, insensato y regresivo, ya que afectará la operación de las organizaciones públicas y arriesgará la gobernabilidad del país. La gran mayoría de dichos empleados cuentan con la formación académica, experiencia y capacidad de juicio para la toma de decisiones correctas y funcionales. La creatividad, el talento, las habilidades directivas y los conocimientos profesionales de quienes fueron designados por sus méritos, producen resultados que superan por mucho sus emolumentos. A los “aviadores”, a los apadrinados y a los corruptos, hay que correrlos o refundirlos en la cárcel… pero no deben pagar justos por pecadores.

La reconstrucción del corporativismo es otra táctica del presidente electo, apoyando a los líderes maleables de los sindicatos más grandes, para morenizar a sus agremiados: a los maestros revirtiendo la Reforma Educativa; a los petroleros refinanciando a Pemex; a los burócratas asegurándoles sus puestos; a los mineros prometiéndoles mayores prebendas, etc. También corporativizará a grupos específicos: tercera edad, “ninis” y mujeres, ampliando los programas sociales dirigidos ex profeso.

Las continuas y variadas declaraciones de AMLO como presidente electo, y de los anunciados miembros de su gabinete, nos dan más temas de los que podemos analizar para redactar editoriales y someterlos a la opinión de nuestros ilustres lectores.

Debo manifestar mi enorme admiración por el manejo estratégico de las propuestas en este interregno, y pedir al Altísimo que el sujeto de marras use el inmenso poder -que obtuvo en las urnas- de manera humanitaria, honesta y efectiva, de tal forma que cumpla las promesas que hizo a los mexicanos; so pena de que, paradójicamente, el adalid de los pobres y la anticorrupción fracase por la carencia de funcionarios capaces y procesos operativos y de control adecuados. AMLO, en tus decisiones descansa el futuro de México; por favor, obsequia la importancia que merecen a aquéllas relativas a cómo lograr las metas.