/ jueves 29 de febrero de 2024

Crisis climática y guerra amenazan la subsistencia

La humanidad vive hoy dos mega crisis: la crisis medioambiental y la crisis bélica.

La crisis medioambiental es la ruptura de los ciclos del agua y de la vegetación, que puede estar ya en puntos de no retorno. Hoy es sequía severa, inundaciones, ciclones, afectación agrícola y limitación del consumo humano directo; mañana será más hambre, mayores migraciones y guerras por el agua.

La crisis bélica es la confrontación política por la vía armada entre bloques de países, que amenaza se prolongará y puede evolucionar a una tercera guerra mundial y nuclear que acabaría con las especies vivas, incluyendo la humana.

Ambas crisis son planetarias, no comenzaron con la actual sequía ni la invasión a Ucrania ni la agudización de la guerra de Israel contra Palestina. Vienen de hace años pero hoy se vuelven agudas y conjugadas. No son naturales, son producto de la acción humana, por el consumo desmedido y creciente de recursos naturales y la explotación de unos grupos y pueblos por otros con las consecuentes guerras por el control de territorios y riquezas naturales y sociales. Una o ambas crisis pueden ocasionar el fin de la civilización.

¿Podemos las personas y las sociedades solucionar estas crisis y dar continuidad a la especie humana? Sí podemos, cambiando comportamientos sociales.

El primer elemento para crear y aplicar soluciones es la toma de conciencia de las crisis y su gravedad. Para ello, la sociedad debe informarse, entender lo que está sucediendo y asumirlo como amenazas reales e inminentes. No tomamos conciencia de ello porque los medios de información y las élites políticas y económicas desinforman, minimizan y generan confusión y escepticismo; la mayoría de las personas ignora estas crisis o piensa que no son tan graves y de urgente solución, o que no se puede hacer nada para cambiar los comportamientos sociales generadores de estas crisis.

La crisis medioambiental puede superarse –si todavía estamos a tiempo- deteniendo la sobreexplotación y regenerando dos recursos naturales: la vegetación y el agua. La crisis bélica puede superarse virando hacia un modelo incluyente al interior de cada país y entre pueblos y continentes. No son soluciones simples ni fáciles, pero son posibles, necesarias e impostergables: “no queda de otra”.

Frente a cada crisis hay que identificar sus causas y ejes de solución principales y ponerlos en práctica con la exigencia y participación activa de la sociedad en cada espacio y cada tema.

En la crisis ambiental, dos medidas generales en cuanto a la masa vegetal que genera lluvias: 1) detener totalmente la tala de árboles y malezas en cada país y región; 2) reforestar con eficacia -recuperar la masa vegetal; en cuanto al agua, reducir su consumo con al menos cuatro medidas obligatorias: 1) tecnificar cultivos y seleccionar los adecuados a cada región; 2) racionar el consumo del agua -hoy excesivo, en México más de 2 mil litros por habitante/día contando riego agrícola; 3) reciclar toda el agua; 4) rescatar y proteger las cuencas superficiales y acuíferos subterráneos. Reducir la emisión de contaminantes.

Estas fuertes medidas no las tomarán los grupos dominantes. Serán realidad por la conciencia y la participación activa y enérgica de la sociedad organizada en cada núcleo, localidad, región, país y continente. Cuando -valga la paradoja- “el agua nos llegue al cuello”.

De la crisis bélica seguiremos opinando en el próximo editorial.

purangachih@gmail.com


La humanidad vive hoy dos mega crisis: la crisis medioambiental y la crisis bélica.

La crisis medioambiental es la ruptura de los ciclos del agua y de la vegetación, que puede estar ya en puntos de no retorno. Hoy es sequía severa, inundaciones, ciclones, afectación agrícola y limitación del consumo humano directo; mañana será más hambre, mayores migraciones y guerras por el agua.

La crisis bélica es la confrontación política por la vía armada entre bloques de países, que amenaza se prolongará y puede evolucionar a una tercera guerra mundial y nuclear que acabaría con las especies vivas, incluyendo la humana.

Ambas crisis son planetarias, no comenzaron con la actual sequía ni la invasión a Ucrania ni la agudización de la guerra de Israel contra Palestina. Vienen de hace años pero hoy se vuelven agudas y conjugadas. No son naturales, son producto de la acción humana, por el consumo desmedido y creciente de recursos naturales y la explotación de unos grupos y pueblos por otros con las consecuentes guerras por el control de territorios y riquezas naturales y sociales. Una o ambas crisis pueden ocasionar el fin de la civilización.

¿Podemos las personas y las sociedades solucionar estas crisis y dar continuidad a la especie humana? Sí podemos, cambiando comportamientos sociales.

El primer elemento para crear y aplicar soluciones es la toma de conciencia de las crisis y su gravedad. Para ello, la sociedad debe informarse, entender lo que está sucediendo y asumirlo como amenazas reales e inminentes. No tomamos conciencia de ello porque los medios de información y las élites políticas y económicas desinforman, minimizan y generan confusión y escepticismo; la mayoría de las personas ignora estas crisis o piensa que no son tan graves y de urgente solución, o que no se puede hacer nada para cambiar los comportamientos sociales generadores de estas crisis.

La crisis medioambiental puede superarse –si todavía estamos a tiempo- deteniendo la sobreexplotación y regenerando dos recursos naturales: la vegetación y el agua. La crisis bélica puede superarse virando hacia un modelo incluyente al interior de cada país y entre pueblos y continentes. No son soluciones simples ni fáciles, pero son posibles, necesarias e impostergables: “no queda de otra”.

Frente a cada crisis hay que identificar sus causas y ejes de solución principales y ponerlos en práctica con la exigencia y participación activa de la sociedad en cada espacio y cada tema.

En la crisis ambiental, dos medidas generales en cuanto a la masa vegetal que genera lluvias: 1) detener totalmente la tala de árboles y malezas en cada país y región; 2) reforestar con eficacia -recuperar la masa vegetal; en cuanto al agua, reducir su consumo con al menos cuatro medidas obligatorias: 1) tecnificar cultivos y seleccionar los adecuados a cada región; 2) racionar el consumo del agua -hoy excesivo, en México más de 2 mil litros por habitante/día contando riego agrícola; 3) reciclar toda el agua; 4) rescatar y proteger las cuencas superficiales y acuíferos subterráneos. Reducir la emisión de contaminantes.

Estas fuertes medidas no las tomarán los grupos dominantes. Serán realidad por la conciencia y la participación activa y enérgica de la sociedad organizada en cada núcleo, localidad, región, país y continente. Cuando -valga la paradoja- “el agua nos llegue al cuello”.

De la crisis bélica seguiremos opinando en el próximo editorial.

purangachih@gmail.com