/ jueves 18 de enero de 2024

Perspectiva socioeconómica de México 2024. Parte I

Pedro Luis Uranga Rohana – AECHIH – A la memoria de Víctor Rico Galán, fallecido hace 50 años

Las actuales condiciones nacionales y mundiales favorecen el mejoramiento de las condiciones de vida de las y los mexicanos en general, afectadas durante décadas por la excesiva apertura, desregulación, dependencia económica y concentración de la riqueza.

Distribución del ingreso y pobreza.

Los aumentos de salarios mínimos generales y profesionales (SM) de 2019 a 2024 –20% nominal anual equivalente a 15% real anual descontada inflación–, han duplicado el valor de dichos salarios respecto a 2018 e impulsado al salario general a nivel ligeramente superior al de pre-pandemia.

Además de mejorar la distribución del ingreso –pésima en décadas–, el aumento salarial ha favorecido al propio crecimiento económico, al mejorar la capacidad de compra de millones de familias, haciendo del consumo interno el motor económico principal de los cinco años recientes.

De continuar en los próximos años el aumento de SM al ritmo actual, en 2030 se habrá cuadruplicado respecto a 2018, acercándose al nivel de 1976, el más alto alcanzado, reduciendo más la pobreza y fortaleciendo más el mercado interno.

Aunado al efecto social del aumento salarial, los apoyos de bienestar también aumentan el consumo y reducen la pobreza, que de 2018 a 2022 bajó casi 6 puntos porcentuales, de 41.9% a 36.3% de la población total (Coneval).

Ambas medidas –aumento salarial y subsidios sociales– no han ocasionado la actual inflación, que viene de fuera, ni eliminado las ganancias privadas, las más altas en décadas. Las políticas sociales son compatibles con un capitalismo regulado, y a la inversa. Se muestra que es necesario distribuir para crecer, en vez de concentrar y esperar un crecimiento y derrama de riqueza que no suceden.

Este ajuste cuantitativo es y puede continuar siendo un gran transformador socioeconómico, aún en el sistema actual, respecto al neoliberalismo puro de 1976-2018 (42 años), en que la depresión del salario y los “ajustes”, vulneraron al país.

Empleo

La buena condición económica se ha traducido en una reducción de la desocupación de 2018 a 2023, de 3.4% a 2.7% de la población económicamente activa, pese al bache de la pandemia que elevó la desocupación hasta 5.5% al inicio de 2020.

Es previsible que en los años próximos se reduzca aún más el desempleo por el impulso al mercado interno y en el norte del país por la relocalización en México de industrias y servicios productivos, a pesar de la desaceleración económica y la creciente inflación en EUA.

El gran reto es la transformación del trabajo por la automatización, robotización e inteligencia artificial, que reducirá empleos por unidad de inversión, y podría dejar en paro a millones de personas.

Otros retos en materia laboral son la afectación de la actividad agrícola por la sequía, la ausencia de apoyos en áreas temporaleras y la competencia de alimentos y materias primas importadas.

Finanzas públicas y deuda

La eficiencia en la recaudación y el gasto públicos han permitido pagar las políticas sociales e iniciar la inversión pública en infraestructura, como la Refinería de Dos Bocas, la rehabilitación de refinerías, el corredor Interoceánico de Tehuantepec, el Tren Maya, y otras.

Sin embargo, por la postergación de la necesaria reforma tributaria, ha aumentado la deuda pública, de 2.1% del PIB en 2018 a 3.9% en 2023, siendo este uno de los mayores retos pendientes.

purangachih@gmail.com


Pedro Luis Uranga Rohana – AECHIH – A la memoria de Víctor Rico Galán, fallecido hace 50 años

Las actuales condiciones nacionales y mundiales favorecen el mejoramiento de las condiciones de vida de las y los mexicanos en general, afectadas durante décadas por la excesiva apertura, desregulación, dependencia económica y concentración de la riqueza.

Distribución del ingreso y pobreza.

Los aumentos de salarios mínimos generales y profesionales (SM) de 2019 a 2024 –20% nominal anual equivalente a 15% real anual descontada inflación–, han duplicado el valor de dichos salarios respecto a 2018 e impulsado al salario general a nivel ligeramente superior al de pre-pandemia.

Además de mejorar la distribución del ingreso –pésima en décadas–, el aumento salarial ha favorecido al propio crecimiento económico, al mejorar la capacidad de compra de millones de familias, haciendo del consumo interno el motor económico principal de los cinco años recientes.

De continuar en los próximos años el aumento de SM al ritmo actual, en 2030 se habrá cuadruplicado respecto a 2018, acercándose al nivel de 1976, el más alto alcanzado, reduciendo más la pobreza y fortaleciendo más el mercado interno.

Aunado al efecto social del aumento salarial, los apoyos de bienestar también aumentan el consumo y reducen la pobreza, que de 2018 a 2022 bajó casi 6 puntos porcentuales, de 41.9% a 36.3% de la población total (Coneval).

Ambas medidas –aumento salarial y subsidios sociales– no han ocasionado la actual inflación, que viene de fuera, ni eliminado las ganancias privadas, las más altas en décadas. Las políticas sociales son compatibles con un capitalismo regulado, y a la inversa. Se muestra que es necesario distribuir para crecer, en vez de concentrar y esperar un crecimiento y derrama de riqueza que no suceden.

Este ajuste cuantitativo es y puede continuar siendo un gran transformador socioeconómico, aún en el sistema actual, respecto al neoliberalismo puro de 1976-2018 (42 años), en que la depresión del salario y los “ajustes”, vulneraron al país.

Empleo

La buena condición económica se ha traducido en una reducción de la desocupación de 2018 a 2023, de 3.4% a 2.7% de la población económicamente activa, pese al bache de la pandemia que elevó la desocupación hasta 5.5% al inicio de 2020.

Es previsible que en los años próximos se reduzca aún más el desempleo por el impulso al mercado interno y en el norte del país por la relocalización en México de industrias y servicios productivos, a pesar de la desaceleración económica y la creciente inflación en EUA.

El gran reto es la transformación del trabajo por la automatización, robotización e inteligencia artificial, que reducirá empleos por unidad de inversión, y podría dejar en paro a millones de personas.

Otros retos en materia laboral son la afectación de la actividad agrícola por la sequía, la ausencia de apoyos en áreas temporaleras y la competencia de alimentos y materias primas importadas.

Finanzas públicas y deuda

La eficiencia en la recaudación y el gasto públicos han permitido pagar las políticas sociales e iniciar la inversión pública en infraestructura, como la Refinería de Dos Bocas, la rehabilitación de refinerías, el corredor Interoceánico de Tehuantepec, el Tren Maya, y otras.

Sin embargo, por la postergación de la necesaria reforma tributaria, ha aumentado la deuda pública, de 2.1% del PIB en 2018 a 3.9% en 2023, siendo este uno de los mayores retos pendientes.

purangachih@gmail.com