Actualmente está sobre la mesa la propuesta por parte del Ejecutivo Federal de extinguir la COFECE (Comisión Federal de Competencia Económica) y no podría estar más de acuerdo. En términos políticos estas decisiones se aprovechan para golpear al adversario pero en términos económicos la situación es otra. Todo el andamiaje de protección y defensa del consumidor se formalizó a partir de los años ochentas y noventas como una copia del sistema americano de desarrollo económico donde la empresa llevaba mano.
En México dio pie a que grupos industriales se agigantaran bajo el pretexto de la eficiencia económica. Haré referencia a tres entidades gubernamentales con tres ejemplos sencillos (de los millones que hay). –COFECE- El primero es la cadena de tiendas al menudeo denominadas OXXO. Si usted entra a su página web oficial alcanzara a leer que la empresa maneja el 80% del mercado en México y para el sector en donde se encuentra eso es un monopolio, (no cualquiera puede manejar ese nivel de inversiones), tiendas a 500 metros de distancia entre ellas, lo puede visualizar en google map. La COFECE no ha hecho nada para remediar esta situación ni lo hará.
Por otra parte, cuando la institución impone multas no benefician al consumidor, pero sí a la institución que se queda con ese recurso. –PROFECO-Esta institución es un caos de trámites, obtener una reparación de un daño es un peregrinar por lo que el consumidor en la mayoría de los casos prefiere no seguir ese tortuoso camino perdiendo el gasto generado en la adquisición de su bien o servicio. Esto es gravísimo porque regularmente son gastos significativos para el ciudadano y la institución al multar a la empresa se queda con ese recurso. El ejemplo más claro son los servicios de asistencia mecánica.
En Chihuahua circulan más de medio millón de vehículos diariamente, mismos que en algún momento tendrán que pasar por un servicio mecánico y en ningún caso se les puede asegurar la total reparación del mismo, siempre subsisten más desperfectos o inconsistencias que no se pueden solventar o nuevos desajustes, eso es lo común en la habitualidad citadina. Existen cientos de historias y más de mujeres que se han visto sorprendidas por mecánicos deshonestos y la PROFECO brilla por su ausencia.
Tienen que extinguir la PROFECO como se encuentra actualmente. Por último la CONDUSEF; ahí no hay mucho que agregar, el ejemplo más emblemático en la entidad es el caso ARAS, una defraudación a miles de personas donde la institución se lava las manos con excusas legaloides. Todo este andamiaje legal y operativo es un verdadero simulacro, costosísimo e ineficaz para el ciudadano. Hay que modificar las leyes para que de forma directa el consumidor pueda verse protegido ante malas prácticas económicas y comerciales (se puede hacer). Rehacer la estructura de defensa del consumidor con un carácter social es la respuesta y no como está ahora donde curiosamente ha impulsado el crecimiento de grandes consorcios y al mismo tiempo han empobrecido a más personas. ¡Feliz Navidad!
Maestro en Finanzas. Economista
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