/ miércoles 26 de agosto de 2020

El cuerpo y sus funciones al descubierto

Hace algunos años visitamos una isla del Caribe, un lugar con unos escenarios espectaculares, playas de arena suave y blanca y un mar de aguas cristalinas con hermosos tonos azules y verdes. Al bajar del crucero tomamos un taxi y le dijimos al chofer que queríamos conocer la playa más bonita. El taxista riendo nos dijo que nos llevaría a la mejor. Después de un camino sinuoso llegamos, el chofer paró a unos 30 metros del acceso y nada más nos bajamos se arrancó todavía riendo. Con lo primero que nos topamos fue con un bar al aire libre, donde hombres y mujeres desnudos tomaban un trago plácidamente. Nosotros éramos dos parejas y al toparnos con ese escenario no supimos cómo reaccionar, el taxista había bromeado al respecto de estos lugares, pero yo en el momento no sabía que nos llevaba a una playa nudista. No sabíamos a dónde dirigir la vista, si al magnífico paisaje o a los cuerpos desnudos que en variadas anatomías se exhibían. Nos entró esa risita nerviosa que definitivamente nos delató junto con el exceso de ropa que portábamos ¡No pertenecíamos en ese lugar! Nos incomodamos y quizá incomodamos a aquéllos que nos vieron riendo con morbo.

Extendimos las toallas y nos acostamos mirando al mar, pero el desfile de desnudos nos sacaban a otro enfoque, así que decidimos irnos, pero ya cuando estábamos juntando las toallas, nuestros esposos vieron que se rentaban catamaranes, esas pequeñas embarcaciones de vela, y se les ocurrió ir a preguntar de qué se trataba. El encargado estaba detrás de un estante, un güero bronceado con su visera y lentes oscuros. El problema que había era que ninguno en el grupo sabía maniobrar la embarcación, pero el susodicho se ofreció a ir con nosotros. Salió del estante para dirigirnos al lugar de salida ¡Y oh sorpresa! el individuo también estaba desnudo, sólo le rodeaba la cintura una cangurera, pero eso no fue todo, el hombre estaba superdotado con un miembro de muchos centímetros, ahí comprobé que la naturaleza no sólo le da gran tamaño a los hombres de raza negra. Yo y mi compañera nos volteamos a ver e inmediatamente les dijimos a los esposos ¡Mejor nos vamos, esto es demasiada distracción para ver el paisaje! Y cancelamos el paseo, dándonos media vuelta y yéndonos con la certeza de que ahí no cabían personas vestidas y morbosas.

Les platico esto porque creo que si volviera a ésa o a otra playa nudista no vería esas personas al natural con el morbo que las vi en aquella ocasión, simplemente creo que los cuerpos pasarían frente a mí y no les daría la importancia que aquella vez les di. No me desnudaría porque yo no le veo el caso, pero respeto a quienes con tanta naturalidad lo hacen.

He entendido con los años que el morbo hacia los desnudos y hacia el sexo es algo que ha hecho mucho daño a la humanidad, dejamos de ver natural lo que es, y pensamos que toda información detallada de lo que tenga que ver con desnudos y sexo es indebida, hemos creado un secretismo que con sus tapujos lleva a suponer sucio e innombrable algo natural. Creo que mucho del degenere y del abuso sexual que existe es porque no se habla abiertamente de temas como la anatomía de la mujer y del hombre y de las funciones y consecuencias de manejar los genitales con cuidado y responsabilidad.

Me encanta cuando oigo hoy a niños y niñas decir pene y vagina naturalmente, los mencionan como una parte más del cuerpo, hay que hablarles de lo que los genitales son, deben ser expuestos en la educación con todo lo que implican, con la responsabilidad de conocerlos, cuidarlos y valorarlos. Que sepan claramente que nadie se debe meter en esas zonas y si alguien lo intenta, el niño delate de inmediato, y lo pueda expresar con naturalidad, porque para él ya no sería incómodo llamarle a las cosas por su nombre. El morbo que venimos arrastrando es enfermizo y ha hecho que esas partes del cuerpo se escondan junto con una bola de degeneres que han lastimado y siguen dañando a infinidad de personas.

Vigilante: Los escándalos sexuales salen a la luz con más frecuencia, lo que aún falta son castigos más severos para quienes cometen estos crímenes que marcan de por vida una existencia. Y que padres de familia y cuidadores de niños eviten frases como: ¡No te toques ahí cochino! ¡No seas descarado y tápate tu colita! O las burlonas ¡Mira qué nalgotas tienes! ¡Qué chichona estás! ¡Qué huevotes o huevitos te cargas! Las burlas y connotaciones sucias en este aspecto son el comienzo para que la sexualidad en toda su extensión se dañe.

ROBERTA CORTAZAR B.

Hace algunos años visitamos una isla del Caribe, un lugar con unos escenarios espectaculares, playas de arena suave y blanca y un mar de aguas cristalinas con hermosos tonos azules y verdes. Al bajar del crucero tomamos un taxi y le dijimos al chofer que queríamos conocer la playa más bonita. El taxista riendo nos dijo que nos llevaría a la mejor. Después de un camino sinuoso llegamos, el chofer paró a unos 30 metros del acceso y nada más nos bajamos se arrancó todavía riendo. Con lo primero que nos topamos fue con un bar al aire libre, donde hombres y mujeres desnudos tomaban un trago plácidamente. Nosotros éramos dos parejas y al toparnos con ese escenario no supimos cómo reaccionar, el taxista había bromeado al respecto de estos lugares, pero yo en el momento no sabía que nos llevaba a una playa nudista. No sabíamos a dónde dirigir la vista, si al magnífico paisaje o a los cuerpos desnudos que en variadas anatomías se exhibían. Nos entró esa risita nerviosa que definitivamente nos delató junto con el exceso de ropa que portábamos ¡No pertenecíamos en ese lugar! Nos incomodamos y quizá incomodamos a aquéllos que nos vieron riendo con morbo.

Extendimos las toallas y nos acostamos mirando al mar, pero el desfile de desnudos nos sacaban a otro enfoque, así que decidimos irnos, pero ya cuando estábamos juntando las toallas, nuestros esposos vieron que se rentaban catamaranes, esas pequeñas embarcaciones de vela, y se les ocurrió ir a preguntar de qué se trataba. El encargado estaba detrás de un estante, un güero bronceado con su visera y lentes oscuros. El problema que había era que ninguno en el grupo sabía maniobrar la embarcación, pero el susodicho se ofreció a ir con nosotros. Salió del estante para dirigirnos al lugar de salida ¡Y oh sorpresa! el individuo también estaba desnudo, sólo le rodeaba la cintura una cangurera, pero eso no fue todo, el hombre estaba superdotado con un miembro de muchos centímetros, ahí comprobé que la naturaleza no sólo le da gran tamaño a los hombres de raza negra. Yo y mi compañera nos volteamos a ver e inmediatamente les dijimos a los esposos ¡Mejor nos vamos, esto es demasiada distracción para ver el paisaje! Y cancelamos el paseo, dándonos media vuelta y yéndonos con la certeza de que ahí no cabían personas vestidas y morbosas.

Les platico esto porque creo que si volviera a ésa o a otra playa nudista no vería esas personas al natural con el morbo que las vi en aquella ocasión, simplemente creo que los cuerpos pasarían frente a mí y no les daría la importancia que aquella vez les di. No me desnudaría porque yo no le veo el caso, pero respeto a quienes con tanta naturalidad lo hacen.

He entendido con los años que el morbo hacia los desnudos y hacia el sexo es algo que ha hecho mucho daño a la humanidad, dejamos de ver natural lo que es, y pensamos que toda información detallada de lo que tenga que ver con desnudos y sexo es indebida, hemos creado un secretismo que con sus tapujos lleva a suponer sucio e innombrable algo natural. Creo que mucho del degenere y del abuso sexual que existe es porque no se habla abiertamente de temas como la anatomía de la mujer y del hombre y de las funciones y consecuencias de manejar los genitales con cuidado y responsabilidad.

Me encanta cuando oigo hoy a niños y niñas decir pene y vagina naturalmente, los mencionan como una parte más del cuerpo, hay que hablarles de lo que los genitales son, deben ser expuestos en la educación con todo lo que implican, con la responsabilidad de conocerlos, cuidarlos y valorarlos. Que sepan claramente que nadie se debe meter en esas zonas y si alguien lo intenta, el niño delate de inmediato, y lo pueda expresar con naturalidad, porque para él ya no sería incómodo llamarle a las cosas por su nombre. El morbo que venimos arrastrando es enfermizo y ha hecho que esas partes del cuerpo se escondan junto con una bola de degeneres que han lastimado y siguen dañando a infinidad de personas.

Vigilante: Los escándalos sexuales salen a la luz con más frecuencia, lo que aún falta son castigos más severos para quienes cometen estos crímenes que marcan de por vida una existencia. Y que padres de familia y cuidadores de niños eviten frases como: ¡No te toques ahí cochino! ¡No seas descarado y tápate tu colita! O las burlonas ¡Mira qué nalgotas tienes! ¡Qué chichona estás! ¡Qué huevotes o huevitos te cargas! Las burlas y connotaciones sucias en este aspecto son el comienzo para que la sexualidad en toda su extensión se dañe.

ROBERTA CORTAZAR B.