/ jueves 11 de abril de 2024

Escribe y escribe

Un día, en mi adolescencia, tomé una pluma y un papel y escribí desde un estado emocional eufórico, sentí algo nuevo por alguien y mi corazón se desbordó en un juego de palabras que insistían en describir ese torbellino sentimental que me exaltaba.

Ahí empezó mi desahogo emocional a través de la escritura. Este afán me ha acompañado desde entonces y por años en la privacidad he desahogado lo que mi mente elabora y mi corazón siente, literalmente encontré una amistad con esta práctica que me lleva a tener una conexión con mi esencia.

Escribo y escribo, en ocasiones lo guardo, en otras lo comparto y he descubierto que en muchas ocasiones me comunico mejor escribiendo.

¿De qué escribo? De todo y para todo, escogiendo lo exclusivamente mío y lo que suelto con los demás.

El amor por escribir me llevó a un taller de escritura, donde ideas y sentires se comparten en el momento que afloran y desde un tema sale la variedad de opiniones y sentimientos del grupo, un tesoro compartido que nos muestra que no somos iguales, pero somos lo mismo.

Hay personas que se niegan a experimentar la escritura pues piensan que las formas son lo importante, pero sin duda la espontaneidad puede asombrar a cualquiera, es un encuentro con el alma que se plasma sin el afán de juzgarlo, simplemente valorarlo como algo que salió por algo y para algo.

Mi sugerencia para toda persona es: Escribe, escribe y vuelve a escribir, todo eso que quizá no dices por miedo, prudencia, tristeza, coraje, por ego. Por otro lado, el amor, la alegría, la amistad, el agradecimiento son ocasiones que llaman a plasmar una frase o un pequeño párrafo que luce lo que sentimos cuando celebramos personalmente o con otros. Sacarlo conecta, alivia. Abrázalo y siente cómo tu corazón descansa al ver ya afuera lo que traes dentro, un reflejo de ti mismo que te lleva a conocerte, aceptarte y valorarte.

Muchas personas dicen enfáticamente ¡Es que a mí no se me da escribir! Y ahí encerrados en ese concepto pierden la oportunidad de experimentar conocerse a sí mismos ordenando en el desorden de lo que brota desde el corazón y la mente.

Muchas veces cuando escribo, veo claramente que me estoy hablando a mí misma en un mensaje que me atrapa y me invita a reflexionar. Desde la escritura he descubierto que todos tienen la razón y a la vez nadie la tiene. Las guerras entre la humanidad son obsesiones por tener la razón, pero ¿Quién puede asegurar que la tiene absolutamente?

La escritura es una práctica terapéutica, y para conocerla no se tienen que escribir largos textos, con una perfección en su redacción, simplemente una frase nos lleva a conectarnos con nosotros mismos, a analizar un pensamiento, una creencia, a conocer un sentimiento.

En una ocasión en un taller de superación personal, nos dieron una tarea buenísima, traer siempre por un mes, una pequeña libreta con una pluma, para apuntar nuestras quejas del día y es una revelación impresionante ver de todo lo que nos quejamos. Cuando se hace este ejercicio, definitivamente las quejas se disminuyen ¡Terapéutico de verdad!

Miles de mis escritos me han aconsejado, desde los más felices hasta los más oscuros y desde ellos he aprendido a no juzgar mis pensamientos y emociones, simplemente son y el plasmarlos me lleva a aceptarlos, procesarlos con la elección de trascenderlos como un aprendizaje.

Escribe y conócete, escribe y sana.

Roberta Cortazar B.

Un día, en mi adolescencia, tomé una pluma y un papel y escribí desde un estado emocional eufórico, sentí algo nuevo por alguien y mi corazón se desbordó en un juego de palabras que insistían en describir ese torbellino sentimental que me exaltaba.

Ahí empezó mi desahogo emocional a través de la escritura. Este afán me ha acompañado desde entonces y por años en la privacidad he desahogado lo que mi mente elabora y mi corazón siente, literalmente encontré una amistad con esta práctica que me lleva a tener una conexión con mi esencia.

Escribo y escribo, en ocasiones lo guardo, en otras lo comparto y he descubierto que en muchas ocasiones me comunico mejor escribiendo.

¿De qué escribo? De todo y para todo, escogiendo lo exclusivamente mío y lo que suelto con los demás.

El amor por escribir me llevó a un taller de escritura, donde ideas y sentires se comparten en el momento que afloran y desde un tema sale la variedad de opiniones y sentimientos del grupo, un tesoro compartido que nos muestra que no somos iguales, pero somos lo mismo.

Hay personas que se niegan a experimentar la escritura pues piensan que las formas son lo importante, pero sin duda la espontaneidad puede asombrar a cualquiera, es un encuentro con el alma que se plasma sin el afán de juzgarlo, simplemente valorarlo como algo que salió por algo y para algo.

Mi sugerencia para toda persona es: Escribe, escribe y vuelve a escribir, todo eso que quizá no dices por miedo, prudencia, tristeza, coraje, por ego. Por otro lado, el amor, la alegría, la amistad, el agradecimiento son ocasiones que llaman a plasmar una frase o un pequeño párrafo que luce lo que sentimos cuando celebramos personalmente o con otros. Sacarlo conecta, alivia. Abrázalo y siente cómo tu corazón descansa al ver ya afuera lo que traes dentro, un reflejo de ti mismo que te lleva a conocerte, aceptarte y valorarte.

Muchas personas dicen enfáticamente ¡Es que a mí no se me da escribir! Y ahí encerrados en ese concepto pierden la oportunidad de experimentar conocerse a sí mismos ordenando en el desorden de lo que brota desde el corazón y la mente.

Muchas veces cuando escribo, veo claramente que me estoy hablando a mí misma en un mensaje que me atrapa y me invita a reflexionar. Desde la escritura he descubierto que todos tienen la razón y a la vez nadie la tiene. Las guerras entre la humanidad son obsesiones por tener la razón, pero ¿Quién puede asegurar que la tiene absolutamente?

La escritura es una práctica terapéutica, y para conocerla no se tienen que escribir largos textos, con una perfección en su redacción, simplemente una frase nos lleva a conectarnos con nosotros mismos, a analizar un pensamiento, una creencia, a conocer un sentimiento.

En una ocasión en un taller de superación personal, nos dieron una tarea buenísima, traer siempre por un mes, una pequeña libreta con una pluma, para apuntar nuestras quejas del día y es una revelación impresionante ver de todo lo que nos quejamos. Cuando se hace este ejercicio, definitivamente las quejas se disminuyen ¡Terapéutico de verdad!

Miles de mis escritos me han aconsejado, desde los más felices hasta los más oscuros y desde ellos he aprendido a no juzgar mis pensamientos y emociones, simplemente son y el plasmarlos me lleva a aceptarlos, procesarlos con la elección de trascenderlos como un aprendizaje.

Escribe y conócete, escribe y sana.

Roberta Cortazar B.