/ miércoles 4 de noviembre de 2020

El diablo

Iba el diablo por el mundo y envidioso veía las maravillas que Dios dispuso. La naturaleza brillaba con el sol, y la noche ya fuera oscura o con luna regalaba paz y amor. Los colores vibrantes le molestaban, y no comprendía cómo las combinaciones con tal precisión armonizaban. En cada clima una flora y fauna muy particular, animales y plantas se movían alegrando el lugar. En el cielo nubes blancas adornando el azul y por otro lado, relámpagos anunciaban una tromba de norte a sur.

Montañas, valles, bosques, selvas, playas, tundras y desiertos, y personas viviendo con sus costumbres, penas y contentos.

Ante este escenario idóneo ¿Qué puedo hacer? se preguntó pensativo el demonio, y de ahí en adelante, se puso a trabajar generando odio.

Su instrumento fue el ego de los humanos, los convenció que a toda costa eran merecedores de todo deleite mundano. Las guerras empezaron desde el hogar hasta naciones, y cada raza y país luchó para exterminar equivocaciones. A matar o amedrentar personas que valían menos, y que por sus creencias distintas ensuciaban doctrinas de los considerados “buenos”. Por otro lado Lucifer atacó las dotes de las gentes ¡Que vean menos, que oigan poco, que su olfato se deteriore, que se duerma el tacto y su sentido del gusto se degenere! Que no puedan disfrutar despiertos y conscientes de las maravillas de la creación, que simplemente vivan, y se olviden de la oración.

Que se llene el planeta de pantallas para que no vean el derredor, que un ruido artificial los ensordezca, ante la música del amor. Que llenen sus hogares de aromas ficticios ante la destrucción, que no se den cuenta que muchos ecosistemas cada día huelen peor. Que adopten la gula como el mejor entretenimiento, para que una demanda exagerada mate plantas y animales en una crueldad y desperdicio sin sentimiento. Que lleguen las crisis económicas a paralizar el furor, y de pilón que ellos mismos generen pandemias, que reduzcan los habitantes en una secuencia de muerte y horror. El diablo no tuvo que hacer tanto, utilizó a los seres humanos para ocasionar su propia desgracia y llanto. Satisfecho vio por fin muchos espectros, ya no había convivencia, había peligro de contagio, y se evitaban los encuentros.

Pero Dios no perdió fe en creyentes y seguidores, y en el caos creó muchos humanos que son ángeles cuidadores. Personas de todo el mundo están trabajando incesantes, para que pronto volvamos a convivir como antes. En el futuro se apreciarán más los abrazos, y estar rodeado de seres queridos será el mejor regalo. Por lo pronto en la distancia podemos meditar que la riqueza y diferencia de culturas se debe dejar estar. Somos muchos con variadas intenciones, el único requisito indispensable es que respetemos la vida propia y la del otro, mientras vivimos según nuestros pensamientos y emociones.

El mal se seguirá presentando, pero cada cual puede decidir si lo sigue alimentando.

Que los muertos descansen y que los vivos ante esta prueba de resistencia, no se cansen.



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Iba el diablo por el mundo y envidioso veía las maravillas que Dios dispuso. La naturaleza brillaba con el sol, y la noche ya fuera oscura o con luna regalaba paz y amor. Los colores vibrantes le molestaban, y no comprendía cómo las combinaciones con tal precisión armonizaban. En cada clima una flora y fauna muy particular, animales y plantas se movían alegrando el lugar. En el cielo nubes blancas adornando el azul y por otro lado, relámpagos anunciaban una tromba de norte a sur.

Montañas, valles, bosques, selvas, playas, tundras y desiertos, y personas viviendo con sus costumbres, penas y contentos.

Ante este escenario idóneo ¿Qué puedo hacer? se preguntó pensativo el demonio, y de ahí en adelante, se puso a trabajar generando odio.

Su instrumento fue el ego de los humanos, los convenció que a toda costa eran merecedores de todo deleite mundano. Las guerras empezaron desde el hogar hasta naciones, y cada raza y país luchó para exterminar equivocaciones. A matar o amedrentar personas que valían menos, y que por sus creencias distintas ensuciaban doctrinas de los considerados “buenos”. Por otro lado Lucifer atacó las dotes de las gentes ¡Que vean menos, que oigan poco, que su olfato se deteriore, que se duerma el tacto y su sentido del gusto se degenere! Que no puedan disfrutar despiertos y conscientes de las maravillas de la creación, que simplemente vivan, y se olviden de la oración.

Que se llene el planeta de pantallas para que no vean el derredor, que un ruido artificial los ensordezca, ante la música del amor. Que llenen sus hogares de aromas ficticios ante la destrucción, que no se den cuenta que muchos ecosistemas cada día huelen peor. Que adopten la gula como el mejor entretenimiento, para que una demanda exagerada mate plantas y animales en una crueldad y desperdicio sin sentimiento. Que lleguen las crisis económicas a paralizar el furor, y de pilón que ellos mismos generen pandemias, que reduzcan los habitantes en una secuencia de muerte y horror. El diablo no tuvo que hacer tanto, utilizó a los seres humanos para ocasionar su propia desgracia y llanto. Satisfecho vio por fin muchos espectros, ya no había convivencia, había peligro de contagio, y se evitaban los encuentros.

Pero Dios no perdió fe en creyentes y seguidores, y en el caos creó muchos humanos que son ángeles cuidadores. Personas de todo el mundo están trabajando incesantes, para que pronto volvamos a convivir como antes. En el futuro se apreciarán más los abrazos, y estar rodeado de seres queridos será el mejor regalo. Por lo pronto en la distancia podemos meditar que la riqueza y diferencia de culturas se debe dejar estar. Somos muchos con variadas intenciones, el único requisito indispensable es que respetemos la vida propia y la del otro, mientras vivimos según nuestros pensamientos y emociones.

El mal se seguirá presentando, pero cada cual puede decidir si lo sigue alimentando.

Que los muertos descansen y que los vivos ante esta prueba de resistencia, no se cansen.



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