/ viernes 17 de noviembre de 2023

El movimiento en la filosofía tarahumara

Los tarahumaras pueden articular un discurso a través de la expresión corporal; ellos tienen en la dinámica de su corporeidad un lenguaje con el cual buscan imitar el movimiento de los hechos que encuentran en la naturaleza, esa naturaleza a la que respetan y veneran.

Los tarahumaras no escriben, pero encuentran su lenguaje trascendental en la danza y en la carrera, que son un tributo místico al cosmos. Para el rarámuri, moverse significa manifestar una interpretación del universo, de lo que hay y lo que se transforma en la naturaleza.

Para esta cultura ancestral, el movimiento y el cambio marcan el ser de todo. La vida misma de un individuo está necesariamente condenada al movimiento y al cambio. El ser humano es, en concreto, una actualidad y un futuro, lo mismo que un pasado; es cambio y movimiento.

Los tarahumaras viven con una inquietud profundamente filosófica, atentos a lo que se mueve y a lo que aparentemente deja de hacerlo; cuidan los ciclos, el principio y el fin de todo lo que ocurre. Es una cultura que admira el ser y su transformación.

En sus rituales, el tarahumara camina, corre y baila; entonces marca sus pausas y descubre el ritmo del movimiento y el tiempo. Entonces así se expresa, interpretando el tiempo cósmico y los ritmos del cambio y la vida.

El movimiento corporal de los tarahumaras durante sus rituales de acercamiento con el cosmos es un discurso metafísico, filosófico, el cual manifiesta el sentido que le dan a las cosas, a los animales, al ser humano.

El movimiento corporal en los rituales tarahumaras expresa una visión del mundo. Al correr o danzar, el rarámuri termina dándole un sentido al ser que le rodea y al ser que él mismo es. El movimiento como manifestación de significado.

En la cultura tarahumara, hablar es un recurso práctico, es una herramienta para sobrevivir y socializar. En dicha cultura hablar es instrumentar, operar dentro de la cotidianidad para lograr los fines prácticos y satisfacer las necesidades inmediatas.

Pero el lenguaje corporal, ese que se despliega en los momentos de acercamiento con el ser o el cosmos, no es de interés pragmático, sino que es de importancia trascendental, buscando con él la profundidad del origen y el sentido del mundo y del individuo.

Caminar, correr, danzar tienen un profundo significado en la Sierra Tarahumara, porque son un lenguaje, un discurso que corresponde a un sistema de ideas sobre el mundo, el hombre y la relación entre ellos. Que se trate de una cultura sin libros no significa que no haya filosofía o especulación metafísica y axiológica.

El ritual cósmico-religioso de los tarahumaras no es para exhibirse y atraer la atención de los otros. Danzar y correr en la Sierra Tarahumara no son un espectáculo. Los tarahumaras buscan la integración y comprensión del ser supremo, del ser en toda su amplitud.

El movimiento corporal de los tarahumaras es una expresión de la necesidad fundamental de todo ser humano: comprender lo que somos y vivir en consecuencia.

Los tarahumaras pueden articular un discurso a través de la expresión corporal; ellos tienen en la dinámica de su corporeidad un lenguaje con el cual buscan imitar el movimiento de los hechos que encuentran en la naturaleza, esa naturaleza a la que respetan y veneran.

Los tarahumaras no escriben, pero encuentran su lenguaje trascendental en la danza y en la carrera, que son un tributo místico al cosmos. Para el rarámuri, moverse significa manifestar una interpretación del universo, de lo que hay y lo que se transforma en la naturaleza.

Para esta cultura ancestral, el movimiento y el cambio marcan el ser de todo. La vida misma de un individuo está necesariamente condenada al movimiento y al cambio. El ser humano es, en concreto, una actualidad y un futuro, lo mismo que un pasado; es cambio y movimiento.

Los tarahumaras viven con una inquietud profundamente filosófica, atentos a lo que se mueve y a lo que aparentemente deja de hacerlo; cuidan los ciclos, el principio y el fin de todo lo que ocurre. Es una cultura que admira el ser y su transformación.

En sus rituales, el tarahumara camina, corre y baila; entonces marca sus pausas y descubre el ritmo del movimiento y el tiempo. Entonces así se expresa, interpretando el tiempo cósmico y los ritmos del cambio y la vida.

El movimiento corporal de los tarahumaras durante sus rituales de acercamiento con el cosmos es un discurso metafísico, filosófico, el cual manifiesta el sentido que le dan a las cosas, a los animales, al ser humano.

El movimiento corporal en los rituales tarahumaras expresa una visión del mundo. Al correr o danzar, el rarámuri termina dándole un sentido al ser que le rodea y al ser que él mismo es. El movimiento como manifestación de significado.

En la cultura tarahumara, hablar es un recurso práctico, es una herramienta para sobrevivir y socializar. En dicha cultura hablar es instrumentar, operar dentro de la cotidianidad para lograr los fines prácticos y satisfacer las necesidades inmediatas.

Pero el lenguaje corporal, ese que se despliega en los momentos de acercamiento con el ser o el cosmos, no es de interés pragmático, sino que es de importancia trascendental, buscando con él la profundidad del origen y el sentido del mundo y del individuo.

Caminar, correr, danzar tienen un profundo significado en la Sierra Tarahumara, porque son un lenguaje, un discurso que corresponde a un sistema de ideas sobre el mundo, el hombre y la relación entre ellos. Que se trate de una cultura sin libros no significa que no haya filosofía o especulación metafísica y axiológica.

El ritual cósmico-religioso de los tarahumaras no es para exhibirse y atraer la atención de los otros. Danzar y correr en la Sierra Tarahumara no son un espectáculo. Los tarahumaras buscan la integración y comprensión del ser supremo, del ser en toda su amplitud.

El movimiento corporal de los tarahumaras es una expresión de la necesidad fundamental de todo ser humano: comprender lo que somos y vivir en consecuencia.