/ viernes 26 de enero de 2024

La realidad construida

Se supone que la historia tiene que ver con nuestra realidad, y saber de historia es saber del pasado de nuestra realidad o la realidad de nuestro pasado. La historia es una respuesta ante nuestra realidad en el tiempo.

Sin embargo, esa realidad a la que busca dar respuestas la historia no está ahí, de por sí y en sí, sino que se trata de una construcción socio-cultural de los seres humanos. El ser humano no solo está ante una realidad, sino que la construye.

Esta es, básicamente la perspectiva de la corriente conocida como “La Nueva Historia”, un enfoque que da importancia a las interpretaciones diversas que hacen posible que haya una realidad en el espacio y en el tiempo.

Lo que construye la realidad es la existencia particular de cada individuo, así como las relaciones que hacen posible la convivencia en común y las instituciones que en dicha dinámica se van creando.

Cada uno de nosotros encara el mundo desde un particular punto, tomando una determinada perspectiva sobre los objetos, los cuales no tienen significado por sí mismos, sino que el sentido que les damos está vinculado con nuestra perspectiva.

La realidad, de la cual tomamos los datos para llegar al conocimiento, es una construcción determinada, entre otras cosas, por contextos específicos y tradiciones determinadas que entran en juego cuando se expone o se explica.

La manera tradicional en que comprendemos la labor de los historiadores es aquella según la cual ellos exponen la verdad sobre nuestro pasado, es decir, dictaminan -con base en fuentes- lo que pasó “realmente”.

Cada esfuerzo por relatar lo que pasó es una misión para colocar en el ambiente sociocultural una perspectiva o interpretación que contribuye a la construcción de la realidad histórica. El discurso de los historiadores es una proyección de un contexto y sus tradiciones.

Los cronistas, los narradores, los historiadores (¡y hasta los periodistas!) son agentes constructores de una realidad, y son agentes que actúan en un lugar determinado, con condiciones determinadas e intereses determinados. La realidad está siendo construida por todos.

La realidad histórica es una construcción de la sociedad gracias a la cultura y a los sujetos que tratan de entender y explicar los hechos en el tiempo. El discurso histórico construye la realidad en tanto es una reconstrucción social, intersubjetiva.

Es nuestra organización social, nuestra interrelación constante en el esfuerzo por dar sentido a las cosas, lo que hace que terminemos construyendo representaciones con la aportación de múltiples interpretaciones.

La realidad histórica es la que construimos entre todos con interpretaciones y símbolos. La realidad está construyéndose constantemente; también se deconstruye y se reconstruye. Tal pareciera que donde interviene el ser humano hay cambio, dinamismo.


Se supone que la historia tiene que ver con nuestra realidad, y saber de historia es saber del pasado de nuestra realidad o la realidad de nuestro pasado. La historia es una respuesta ante nuestra realidad en el tiempo.

Sin embargo, esa realidad a la que busca dar respuestas la historia no está ahí, de por sí y en sí, sino que se trata de una construcción socio-cultural de los seres humanos. El ser humano no solo está ante una realidad, sino que la construye.

Esta es, básicamente la perspectiva de la corriente conocida como “La Nueva Historia”, un enfoque que da importancia a las interpretaciones diversas que hacen posible que haya una realidad en el espacio y en el tiempo.

Lo que construye la realidad es la existencia particular de cada individuo, así como las relaciones que hacen posible la convivencia en común y las instituciones que en dicha dinámica se van creando.

Cada uno de nosotros encara el mundo desde un particular punto, tomando una determinada perspectiva sobre los objetos, los cuales no tienen significado por sí mismos, sino que el sentido que les damos está vinculado con nuestra perspectiva.

La realidad, de la cual tomamos los datos para llegar al conocimiento, es una construcción determinada, entre otras cosas, por contextos específicos y tradiciones determinadas que entran en juego cuando se expone o se explica.

La manera tradicional en que comprendemos la labor de los historiadores es aquella según la cual ellos exponen la verdad sobre nuestro pasado, es decir, dictaminan -con base en fuentes- lo que pasó “realmente”.

Cada esfuerzo por relatar lo que pasó es una misión para colocar en el ambiente sociocultural una perspectiva o interpretación que contribuye a la construcción de la realidad histórica. El discurso de los historiadores es una proyección de un contexto y sus tradiciones.

Los cronistas, los narradores, los historiadores (¡y hasta los periodistas!) son agentes constructores de una realidad, y son agentes que actúan en un lugar determinado, con condiciones determinadas e intereses determinados. La realidad está siendo construida por todos.

La realidad histórica es una construcción de la sociedad gracias a la cultura y a los sujetos que tratan de entender y explicar los hechos en el tiempo. El discurso histórico construye la realidad en tanto es una reconstrucción social, intersubjetiva.

Es nuestra organización social, nuestra interrelación constante en el esfuerzo por dar sentido a las cosas, lo que hace que terminemos construyendo representaciones con la aportación de múltiples interpretaciones.

La realidad histórica es la que construimos entre todos con interpretaciones y símbolos. La realidad está construyéndose constantemente; también se deconstruye y se reconstruye. Tal pareciera que donde interviene el ser humano hay cambio, dinamismo.