/ jueves 7 de enero de 2021

El panorama electoral del 2021

Con el inicio de 2021 también comienzan las actividades electorales de los partidos políticos para participar en las elecciones de este año, denominadas como “las más grandes de la historia”.

La disputa de 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales, más de mil diputaciones estatales y miles de presidencias municipales caracterizan estos comicios intermedios. En ellos se dará de facto la ratificación de la actual administración federal o la inclinación popular hacia las propuestas de la oposición.

La alianza electoral entre el PRI, PAN y PRD es la primera de este tipo para enfrentarse al partido en el poder, Morena, el cual encabeza las encuestas, por lo que sus contrincantes tendrán que demostrar en sus campañas ser una mejor alternativa.

El que esta confrontación entre la 4T y sus opositores se dé en las urnas no deja de ser una ventaja, pues demuestra que con todo y sus fallas avanza la transición democrática en nuestro país.

En un entorno adverso debido a la conjugación de severas crisis tanto nacionales como globales, la alternativa democrática continúa siendo la menos mala. Máxime cuando los movimientos radicales de izquierda y derecha aumentan su fuerza en diversos países alentando el fortalecimiento de dictaduras disfrazadas de regímenes democráticos.

Ahora bien, la gravedad de la situación nacional derivada de las crisis sanitaria y económica repercutirá en la decisión que tome la mayoría de los ciudadanos el 6 de junio de este año.

Millones de mexicanos han sido afectados con pérdidas familiares, despidos laborales y cierres de sus negocios. Los efectos si bien se empezaron a dar el año pasado, en el 2021 calarán más hondo y los gobiernos serán evaluados en relación a la efectividad de sus medidas para afrontarlos.

En Chihuahua si bien el 2020 fue un pésimo año, el actual se perfila igual o peor, por lo que el ánimo ciudadano oscilará entre las propuestas federales y estatales.

El gran reto de los candidatos y sus partidos será recuperar la confianza, así como la credibilidad de los electores, no con promesas irrealizables sino planteando sus propuestas con argumentos y fundamentos factibles de ser probados.

La demanda de los mexicanos es salir de esta aguda y costosa megacrisis con los menores costos posibles, aunque se debe crear conciencia de que tal tarea no será fácil ni rápida.

Por ello el manejo político de las vacunas contra Covid-19 debe ser que realmente se apliquen a la mayor parte de la población, sobre todo a la más vulnerable. Para ello se requiere no sólo la participación federal, sino también la eficiente coordinación estatal y municipal.

Para lograr lo anterior la clase política debe priorizar la vida humana y posponer su búsqueda del poder por el poder mismo, lo cual no deja de ser ideal pero realizable.

En este escenario los enfrentamientos partidistas tendrían que evitar la polarización y el fácil maniqueísmo tradicional en aras del bien común, como lo planteaba Aristóteles. Son tiempos críticos en los cuales se debe actuar en base a estrategias racionales guiadas por valores y no por la intención primaria maquiavélica de conservar o conquistar el poder.

Tal vez lo anterior sería demandar demasiado a nuestros políticos, pero ante un escenario tan poco prometedor no queda más que recurrir a lo aún rescatable del ser humano: su visión y capacidad para afrontar los mayores riesgos, así como su férrea voluntad para superarlos, como lo ha probado en el transcurso de su historia.

Con el inicio de 2021 también comienzan las actividades electorales de los partidos políticos para participar en las elecciones de este año, denominadas como “las más grandes de la historia”.

La disputa de 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales, más de mil diputaciones estatales y miles de presidencias municipales caracterizan estos comicios intermedios. En ellos se dará de facto la ratificación de la actual administración federal o la inclinación popular hacia las propuestas de la oposición.

La alianza electoral entre el PRI, PAN y PRD es la primera de este tipo para enfrentarse al partido en el poder, Morena, el cual encabeza las encuestas, por lo que sus contrincantes tendrán que demostrar en sus campañas ser una mejor alternativa.

El que esta confrontación entre la 4T y sus opositores se dé en las urnas no deja de ser una ventaja, pues demuestra que con todo y sus fallas avanza la transición democrática en nuestro país.

En un entorno adverso debido a la conjugación de severas crisis tanto nacionales como globales, la alternativa democrática continúa siendo la menos mala. Máxime cuando los movimientos radicales de izquierda y derecha aumentan su fuerza en diversos países alentando el fortalecimiento de dictaduras disfrazadas de regímenes democráticos.

Ahora bien, la gravedad de la situación nacional derivada de las crisis sanitaria y económica repercutirá en la decisión que tome la mayoría de los ciudadanos el 6 de junio de este año.

Millones de mexicanos han sido afectados con pérdidas familiares, despidos laborales y cierres de sus negocios. Los efectos si bien se empezaron a dar el año pasado, en el 2021 calarán más hondo y los gobiernos serán evaluados en relación a la efectividad de sus medidas para afrontarlos.

En Chihuahua si bien el 2020 fue un pésimo año, el actual se perfila igual o peor, por lo que el ánimo ciudadano oscilará entre las propuestas federales y estatales.

El gran reto de los candidatos y sus partidos será recuperar la confianza, así como la credibilidad de los electores, no con promesas irrealizables sino planteando sus propuestas con argumentos y fundamentos factibles de ser probados.

La demanda de los mexicanos es salir de esta aguda y costosa megacrisis con los menores costos posibles, aunque se debe crear conciencia de que tal tarea no será fácil ni rápida.

Por ello el manejo político de las vacunas contra Covid-19 debe ser que realmente se apliquen a la mayor parte de la población, sobre todo a la más vulnerable. Para ello se requiere no sólo la participación federal, sino también la eficiente coordinación estatal y municipal.

Para lograr lo anterior la clase política debe priorizar la vida humana y posponer su búsqueda del poder por el poder mismo, lo cual no deja de ser ideal pero realizable.

En este escenario los enfrentamientos partidistas tendrían que evitar la polarización y el fácil maniqueísmo tradicional en aras del bien común, como lo planteaba Aristóteles. Son tiempos críticos en los cuales se debe actuar en base a estrategias racionales guiadas por valores y no por la intención primaria maquiavélica de conservar o conquistar el poder.

Tal vez lo anterior sería demandar demasiado a nuestros políticos, pero ante un escenario tan poco prometedor no queda más que recurrir a lo aún rescatable del ser humano: su visión y capacidad para afrontar los mayores riesgos, así como su férrea voluntad para superarlos, como lo ha probado en el transcurso de su historia.