/ viernes 20 de abril de 2018

Gaudete et exultate

Me parece que es bueno conocer la Exhortación Apostólica del Papa Francisco que publicó el día de la Anunciación en Roma, y que tiene el nombre de este artículo. La carta está fechada el 9 de abril de 2018. Trata sobre el llamado a la santidad en el mundo actual.

En la imposibilidad de publicar la carta de forma completa voy a publicar algunas ideas textuales del documento.

Dice el Papa:

Alégrense y regocíjense, dice Jesús a los que son perseguidos y humillados por su causa.

Mi humilde objetivo es hacer razonar una vez más el llamado de la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades.

Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y de comunión.

Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor presenta a través de los más humildes.

Todos los cristianos son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de la santidad.

Trabajador: Sé santo cumpliendo con honradez y constancia tu trabajo al servicio de los hermanos.

Mirar y actuar con misericordia, eso es santidad.

Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha al amor, eso es santidad.

La cruz, sobre todo los cansancios y los dolores que soportamos por vivir el mandamiento del amor y el camino de la justicia, es fuente de maduración y de santificación.

La fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final.

El santo es capaz de vivir con alegría y con el sentido del humor.

La santidad es parresía, es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en el mundo.

Los sanos sorprenden, desinstalan, porque sus vidas nos invitan a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante.

La santificación es un camino comunitario, de dos en dos.

El santo es una persona con espíritu orante que necesita comunicarse con Dios.

María es la santa entre los santos, la más bendita, es la que nos enseña el camino de la santidad y la acompaña.


Me parece que es bueno conocer la Exhortación Apostólica del Papa Francisco que publicó el día de la Anunciación en Roma, y que tiene el nombre de este artículo. La carta está fechada el 9 de abril de 2018. Trata sobre el llamado a la santidad en el mundo actual.

En la imposibilidad de publicar la carta de forma completa voy a publicar algunas ideas textuales del documento.

Dice el Papa:

Alégrense y regocíjense, dice Jesús a los que son perseguidos y humillados por su causa.

Mi humilde objetivo es hacer razonar una vez más el llamado de la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades.

Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y de comunión.

Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor presenta a través de los más humildes.

Todos los cristianos son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de la santidad.

Trabajador: Sé santo cumpliendo con honradez y constancia tu trabajo al servicio de los hermanos.

Mirar y actuar con misericordia, eso es santidad.

Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha al amor, eso es santidad.

La cruz, sobre todo los cansancios y los dolores que soportamos por vivir el mandamiento del amor y el camino de la justicia, es fuente de maduración y de santificación.

La fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final.

El santo es capaz de vivir con alegría y con el sentido del humor.

La santidad es parresía, es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en el mundo.

Los sanos sorprenden, desinstalan, porque sus vidas nos invitan a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante.

La santificación es un camino comunitario, de dos en dos.

El santo es una persona con espíritu orante que necesita comunicarse con Dios.

María es la santa entre los santos, la más bendita, es la que nos enseña el camino de la santidad y la acompaña.