/ domingo 24 de enero de 2021

“La ineptocracia”

incapacidad de los gobernantes para ejercer su oficio

Las instituciones estorban a los populistas

Biden, ejemplo de estadista y unidad nacional


Una democracia se nutre de la fortaleza de las instituciones. Esto permitió el triunfo de Joan Biden, como presidente de los Estados Unidos, a pesar de la intentona de una turba “trumpista” de bloquear su llegada al poder con la toma del Capitolio.

Legisladores demócratas y republicanos coincidieron que ante el grave peligro de la paz social, lo prioritario es el Estado de Derecho. Hoy, un expresidente, por primera vez en la historia del país más poderoso del mundo, está sujeto a un segundo juicio político.

Lo anterior es un claro mensaje para gobernantes, dictadores y populistas del mundo, que manipulan, quebrantan o destruyen las instituciones con el fin de postergarse en el poder, como está ocurriendo en Venezuela y Nicaragua.

Los órganos ciudadanos son vistos como un “estorbo” en sus planes de control político, y no como un fortalecimiento de la vida democrática. Es llamado de alerta para todos los mexicanos.

La crisis económica, falta de auténticos líderes, la corrupción ( endémica) la impunidad, la polarización y fragmentación de los partidos políticos, entre otros aspectos, han permitido la llegada al poder de populistas, que luego convierten el gobierno en un mando unipersonal y todavía le llaman “democracia”, como el propio Nicolás Maduro. El resultado social es funesto.

Dicho fenómeno ha sido estudiado por muchos economistas, psicólogos, politicólogos, intelectuales y filósofos, como el profesor francés Jean D’Ormesson y la escritora estadounidense de origen ruso Ayn Rand.

D’Ormesson (murió en 2017) fue decano de la Academia Francesa y exdirector de Le Figaro. Dejó más de 40 libros y ensayos, destacando “La conversación” sobre la vida de Napoleón. Narra que aquella época es muy parecida a la que estamos viviendo actualmente, con una gran crisis de valores que se sustenta en los distintos cataclismos financieros y políticos.

Jean describió de manera impecable la “democracia”, calificada por él como “L’ineptocracia”: “La ineptocracia es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente, y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías, que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que saben que son idiotas”.

Aunque no es el primer escritor que maneja el término de la “ineptitud de los gobernantes para ejercer su oficio”, ya antes había aparecido en el libro “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand, quien es contundente en su comentario: “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes, sino con favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no le protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”.

EEUU, una nación urgida de unidad, recién golpeada por un populista y rijoso.

La ceremonia de toma de protesta de Joe Biden el pasado 20 de enero estuvo envuelta de un gran simbolismo, el sentido de pertenencia de una nación urgida de unidad, recién golpeada por un gobernante populista y rijoso.

El discurso del nuevo presidente es de un gran estadista, que ama su patria, entiende la problemática del mundo (la crisis por la pandemia), permite la pluralidad y defiende la democracia.

Biden se dirigió a su pueblo: “Hemos aprendido de nuevo que la democracia es preciosa. La democracia es frágil. A esta hora, amigos míos, ha prevalecido la democracia”.

Y agregó: “vamos a unirnos para luchar contra los enemigos que enfrentamos: ira, resentimiento, odio, extremismo, anarquía, violencia, enfermedad, desempleo y desesperanza. Sin unidad no hay paz, sólo amargura y furia. Y sin progreso, sólo indignación agotadora”.

De cara a las elecciones más importantes y complejas de la historia moderna en México, tenemos el gran reto de defender la democracia y sus instituciones. Y un rechazo total a la ineptocracia.

Nos pueden seguir: palabrapropia@hotmail.com twiter@palabrapropia

Antena radio 102.5 FM. de lunes a viernes de 5 a 6 de la tarde


incapacidad de los gobernantes para ejercer su oficio

Las instituciones estorban a los populistas

Biden, ejemplo de estadista y unidad nacional


Una democracia se nutre de la fortaleza de las instituciones. Esto permitió el triunfo de Joan Biden, como presidente de los Estados Unidos, a pesar de la intentona de una turba “trumpista” de bloquear su llegada al poder con la toma del Capitolio.

Legisladores demócratas y republicanos coincidieron que ante el grave peligro de la paz social, lo prioritario es el Estado de Derecho. Hoy, un expresidente, por primera vez en la historia del país más poderoso del mundo, está sujeto a un segundo juicio político.

Lo anterior es un claro mensaje para gobernantes, dictadores y populistas del mundo, que manipulan, quebrantan o destruyen las instituciones con el fin de postergarse en el poder, como está ocurriendo en Venezuela y Nicaragua.

Los órganos ciudadanos son vistos como un “estorbo” en sus planes de control político, y no como un fortalecimiento de la vida democrática. Es llamado de alerta para todos los mexicanos.

La crisis económica, falta de auténticos líderes, la corrupción ( endémica) la impunidad, la polarización y fragmentación de los partidos políticos, entre otros aspectos, han permitido la llegada al poder de populistas, que luego convierten el gobierno en un mando unipersonal y todavía le llaman “democracia”, como el propio Nicolás Maduro. El resultado social es funesto.

Dicho fenómeno ha sido estudiado por muchos economistas, psicólogos, politicólogos, intelectuales y filósofos, como el profesor francés Jean D’Ormesson y la escritora estadounidense de origen ruso Ayn Rand.

D’Ormesson (murió en 2017) fue decano de la Academia Francesa y exdirector de Le Figaro. Dejó más de 40 libros y ensayos, destacando “La conversación” sobre la vida de Napoleón. Narra que aquella época es muy parecida a la que estamos viviendo actualmente, con una gran crisis de valores que se sustenta en los distintos cataclismos financieros y políticos.

Jean describió de manera impecable la “democracia”, calificada por él como “L’ineptocracia”: “La ineptocracia es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente, y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías, que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que saben que son idiotas”.

Aunque no es el primer escritor que maneja el término de la “ineptitud de los gobernantes para ejercer su oficio”, ya antes había aparecido en el libro “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand, quien es contundente en su comentario: “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes, sino con favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no le protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”.

EEUU, una nación urgida de unidad, recién golpeada por un populista y rijoso.

La ceremonia de toma de protesta de Joe Biden el pasado 20 de enero estuvo envuelta de un gran simbolismo, el sentido de pertenencia de una nación urgida de unidad, recién golpeada por un gobernante populista y rijoso.

El discurso del nuevo presidente es de un gran estadista, que ama su patria, entiende la problemática del mundo (la crisis por la pandemia), permite la pluralidad y defiende la democracia.

Biden se dirigió a su pueblo: “Hemos aprendido de nuevo que la democracia es preciosa. La democracia es frágil. A esta hora, amigos míos, ha prevalecido la democracia”.

Y agregó: “vamos a unirnos para luchar contra los enemigos que enfrentamos: ira, resentimiento, odio, extremismo, anarquía, violencia, enfermedad, desempleo y desesperanza. Sin unidad no hay paz, sólo amargura y furia. Y sin progreso, sólo indignación agotadora”.

De cara a las elecciones más importantes y complejas de la historia moderna en México, tenemos el gran reto de defender la democracia y sus instituciones. Y un rechazo total a la ineptocracia.

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