/ domingo 20 de marzo de 2022

La revocación y los consejeros del INE

Por: Juan Carlos Loera

Estamos entrando en la última fase de la promoción del voto a favor o en contra de la revocación del mandato otorgado en las urnas a nuestro presidente, y si algo es manifiesto es la entera y sistemática oposición de la mayoría de los consejeros electorales a la consulta.

Aunque muchos estudiosos nos hablan de la avanzada madurez de la democracia mexicana y nos ofrecen como mejor prenda la experiencia y la obra del INE; contra lo esperado el comportamiento de los consejeros, en particular de su presidente y de Ciro Murayama nos revelan una imagen opuesta a lo que prescriben nuestras normas electorales.

Nuestros códigos en esta materia establecen claramente que las principales virtudes de nuestro máximo órgano electoral deben ser la independencia y la neutralidad, porque su papel principal es figurar como árbitro, con todos los atributos que éste debe tener.

Sin embargo, desde que emergió la iniciativa de la consulta, el INE y en particular su presidente y los consejeros, que hacen las veces de voceros, en cada fase del proceso se han dedicado a obstaculizar su desarrollo, recurriendo a argumentos que tratan de deslegitimarlo.

Esta conducta tan parcial, de resistencia y abierta oposición al cumplimiento de un nuevo evento electoral consagrado en nuestra constitución, es inaceptable en una institución cuya esencia debe ser la imparcialidad; pero es evidente que quienes tienen en sus manos la organización de esta oportunidad de profundizar en nuestra vida democrática, abriendo el espacio a la revocación de mandato, no han hecho otra cosa que sabotear esta innovación electoral.

Su empecinamiento es tal que si hoy se hiciera una encuesta nacional para identificar a quiénes se oponen a la consulta, aparecerían en primer lugar, sin ninguna otra posibilidad: Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, muy por encima de los más agudos críticos de los proyectos de AMLO y la 4T.

¿Cómo hemos llegado a este punto en el que los árbitros electorales, a la luz de todo México, utilizan los recursos del Instituto Electoral para levantar barreras que dificulten y descalifiquen, a los ojos de los ciudadanos, este mandato constitucional, que en verdad representa una transformación radical, para bien de nuestra democracia?

La respuesta es sencilla: contra todo lo que se dice de nuestro presidente y de Morena, los consejeros, quienes se han convertido en los mejores voceros de los partidos de oposición, han sobrevivido a pesar de haber faltado a su rol de árbitros, gracias al respeto que AMLO y su partido le tienen a este órgano electoral; respeto originado en la consciencia de que la consulta debe llevarse a cabo, a pesar de que el árbitro porta, sin rubor y con orgullo, la camiseta de quienes se oponen a la transformación de nuestra democracia.

Afortunadamente la inmensa mayoría de los ciudadanos conoce esta historia y este 10 de abril saldrán a votar para legitimar la continuidad del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

Por: Juan Carlos Loera

Estamos entrando en la última fase de la promoción del voto a favor o en contra de la revocación del mandato otorgado en las urnas a nuestro presidente, y si algo es manifiesto es la entera y sistemática oposición de la mayoría de los consejeros electorales a la consulta.

Aunque muchos estudiosos nos hablan de la avanzada madurez de la democracia mexicana y nos ofrecen como mejor prenda la experiencia y la obra del INE; contra lo esperado el comportamiento de los consejeros, en particular de su presidente y de Ciro Murayama nos revelan una imagen opuesta a lo que prescriben nuestras normas electorales.

Nuestros códigos en esta materia establecen claramente que las principales virtudes de nuestro máximo órgano electoral deben ser la independencia y la neutralidad, porque su papel principal es figurar como árbitro, con todos los atributos que éste debe tener.

Sin embargo, desde que emergió la iniciativa de la consulta, el INE y en particular su presidente y los consejeros, que hacen las veces de voceros, en cada fase del proceso se han dedicado a obstaculizar su desarrollo, recurriendo a argumentos que tratan de deslegitimarlo.

Esta conducta tan parcial, de resistencia y abierta oposición al cumplimiento de un nuevo evento electoral consagrado en nuestra constitución, es inaceptable en una institución cuya esencia debe ser la imparcialidad; pero es evidente que quienes tienen en sus manos la organización de esta oportunidad de profundizar en nuestra vida democrática, abriendo el espacio a la revocación de mandato, no han hecho otra cosa que sabotear esta innovación electoral.

Su empecinamiento es tal que si hoy se hiciera una encuesta nacional para identificar a quiénes se oponen a la consulta, aparecerían en primer lugar, sin ninguna otra posibilidad: Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, muy por encima de los más agudos críticos de los proyectos de AMLO y la 4T.

¿Cómo hemos llegado a este punto en el que los árbitros electorales, a la luz de todo México, utilizan los recursos del Instituto Electoral para levantar barreras que dificulten y descalifiquen, a los ojos de los ciudadanos, este mandato constitucional, que en verdad representa una transformación radical, para bien de nuestra democracia?

La respuesta es sencilla: contra todo lo que se dice de nuestro presidente y de Morena, los consejeros, quienes se han convertido en los mejores voceros de los partidos de oposición, han sobrevivido a pesar de haber faltado a su rol de árbitros, gracias al respeto que AMLO y su partido le tienen a este órgano electoral; respeto originado en la consciencia de que la consulta debe llevarse a cabo, a pesar de que el árbitro porta, sin rubor y con orgullo, la camiseta de quienes se oponen a la transformación de nuestra democracia.

Afortunadamente la inmensa mayoría de los ciudadanos conoce esta historia y este 10 de abril saldrán a votar para legitimar la continuidad del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.