/ jueves 17 de marzo de 2022

Las mujeres, sus sueños y pesadillas

Día de la Mujer, celebrado o ignorado, con flores o con palos, romántico o guerrero, fecha designada para las sometidas y liberadas, las religiosas o ateas, para las que sufren y las que gozan, para las marginadas y las privilegiadas. ¿Para todas?

He sufrido abusos por ser mujer y dejaron cicatriz, pero sigo perteneciendo a ese mínimo grupo de las privilegiadas a las que nunca les ha faltado oportunidad y apoyo para rescatar el sueño de amor y paz, un sueño que se convierte en pesadilla externa, cuando otras mujeres se revelan frustradas ante un mundo que las degrada, las ataca, las maltrata, que las deja sin opción, que las mata.

El Día de la Mujer hubo manifestaciones de los diferentes sueños y pesadillas que cada cual vive, unas podían sonreír porque en su mundo nada malo pasa o no quieren que se sepa qué pasa ¡No es tan grave, aguantamos!, pero otras se sublevaron y ya no le ven el valor a lo que destruyen porque lo que a ellas les destruyeron no alcanza para que el peso de la ley se manifieste. ¡Quieren justicia! Y no la hay. Violadas, vendidas, golpeadas, amenazadas, desvalorizadas, desprotegidas, parientes de víctimas.

Mujeres llorando la muerte violenta o desaparición de otra mujer, de sus hijas, de sus madres, sus hermanas, sus amigas, mujeres enterándose que su ser querida fue violada, estrangulada, torturada, quemada, cortada en pedazos.

Me salgo de mi sueño privilegiado y entro a esas pesadillas ajenas, oigo testimonios y en su lugar no puedo saber de lo que yo sería capaz en esas situaciones. Porque el solo hecho de enterarme de sus historias me altera y me hace ver una realidad que no cabe en la vida color de rosa que me tocó comparada a la de muchas mujeres que han vivido lo peor.

No puedo ver una ecuación con un resultado “correcto” en donde haya impunidad y paz al mismo tiempo ¡Sin justicia no puede haber paz y cordura!

Los gobiernos han venido arrastrando expedientes inconclusos y heredándolos de sexenio a sexenio, y esto nos lleva a entender que los delitos no se atienden en el momento, ni se les da seguimiento o importancia. ¿Por qué? Esa es la pregunta que necesita ser respondida.

Si la sociedad piensa que el lugar de la mujer es detrás o debajo de un hombre, es porque todavía no entiende que ningún sometimiento y degradación puede generar equilibrio y paz.

Los señalamientos del privilegio se enfocan en lo lamentable de los destrozos a edificios, y califican estas protestas como una violencia inadmisible, siendo que la violencia de estas mujeres es sólo una manifestación secundaria de una madre, violencia que se sostiene, se tolera y se entreteje en las comunidades, estrangulando las posibilidades de cordura de víctimas y sus cercanos.

Violencia genera violencia, ¿pero cuál es la violencia de origen? Porque la manifestación en el Día de la Mujer no tiene origen, es consecuencia.

Día de la Mujer, celebrado o ignorado, con flores o con palos, romántico o guerrero, fecha designada para las sometidas y liberadas, las religiosas o ateas, para las que sufren y las que gozan, para las marginadas y las privilegiadas. ¿Para todas?

He sufrido abusos por ser mujer y dejaron cicatriz, pero sigo perteneciendo a ese mínimo grupo de las privilegiadas a las que nunca les ha faltado oportunidad y apoyo para rescatar el sueño de amor y paz, un sueño que se convierte en pesadilla externa, cuando otras mujeres se revelan frustradas ante un mundo que las degrada, las ataca, las maltrata, que las deja sin opción, que las mata.

El Día de la Mujer hubo manifestaciones de los diferentes sueños y pesadillas que cada cual vive, unas podían sonreír porque en su mundo nada malo pasa o no quieren que se sepa qué pasa ¡No es tan grave, aguantamos!, pero otras se sublevaron y ya no le ven el valor a lo que destruyen porque lo que a ellas les destruyeron no alcanza para que el peso de la ley se manifieste. ¡Quieren justicia! Y no la hay. Violadas, vendidas, golpeadas, amenazadas, desvalorizadas, desprotegidas, parientes de víctimas.

Mujeres llorando la muerte violenta o desaparición de otra mujer, de sus hijas, de sus madres, sus hermanas, sus amigas, mujeres enterándose que su ser querida fue violada, estrangulada, torturada, quemada, cortada en pedazos.

Me salgo de mi sueño privilegiado y entro a esas pesadillas ajenas, oigo testimonios y en su lugar no puedo saber de lo que yo sería capaz en esas situaciones. Porque el solo hecho de enterarme de sus historias me altera y me hace ver una realidad que no cabe en la vida color de rosa que me tocó comparada a la de muchas mujeres que han vivido lo peor.

No puedo ver una ecuación con un resultado “correcto” en donde haya impunidad y paz al mismo tiempo ¡Sin justicia no puede haber paz y cordura!

Los gobiernos han venido arrastrando expedientes inconclusos y heredándolos de sexenio a sexenio, y esto nos lleva a entender que los delitos no se atienden en el momento, ni se les da seguimiento o importancia. ¿Por qué? Esa es la pregunta que necesita ser respondida.

Si la sociedad piensa que el lugar de la mujer es detrás o debajo de un hombre, es porque todavía no entiende que ningún sometimiento y degradación puede generar equilibrio y paz.

Los señalamientos del privilegio se enfocan en lo lamentable de los destrozos a edificios, y califican estas protestas como una violencia inadmisible, siendo que la violencia de estas mujeres es sólo una manifestación secundaria de una madre, violencia que se sostiene, se tolera y se entreteje en las comunidades, estrangulando las posibilidades de cordura de víctimas y sus cercanos.

Violencia genera violencia, ¿pero cuál es la violencia de origen? Porque la manifestación en el Día de la Mujer no tiene origen, es consecuencia.