/ jueves 3 de diciembre de 2020

Lo que nos faltaba en Chihuahua…

Según las autoridades sanitarias: Chihuahua es el estado con más alta positividad en el contagio del Covid, y México lo es a nivel mundial, en conclusión somos ese “botón de muestra”; como país registramos la tasa de letalidad mayor del planeta: 10.2, sólo superado por Yemen, país en constantes revueltas.

En seguridad pública la tasa de homicidios dolosos es de 78.1 por cada 100 mil habitantes, posesionando a Chihuahua en el primer lugar, que seguramente llegaremos a 2,500 como obsequio navideño, lo cual es una etiqueta fehaciente de la inseguridad reinante en la entidad.

Por si fuera poco, el gobierno estatal en 2011 se comprometió mediante la firma del gobierno de Duarte en dar seguimiento a un compromiso formal de seguridad vial en el seno de la Conago, denominado: “Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011 / 2020”, como propósito ante la Organización Mundial de la Salud, para disminuir en un 50% los accidentes viales; meta que por supuesto al concluir este año, lejos de disminuirse se aumentaron vertiginosamente, siendo Chihuahua la entidad con el segundo mayor número de accidentes en el país tanto en volumen como en tasa poblacional, incluyendo CDMEX (véase Inegi), que abordaremos los 300 mil accidentes registrados por la autoridad vial en ese lapso, sin contar la cifra negra.

El problema fehaciente es la tozuda negativa a aprobar una ley que realmente establezca distintos protocolos para disminuir accidentes como crear la licencia por puntos, educación vial obligatoria desde la infancia, aplicar la figura de la velocidad legal, expedición de licencias con rigurosos exámenes, ingeniería vial sustentada en estudios de urbanismo actualizado, semaforización inteligente, sistema de cámaras de vigilancia, en sustitución de agentes, sanciones donde el pago en dinero sea únicamente en casos de reincidencia, considerando sanciones de prestación de servicios comunitarios, cursos de resocialización vial, profesionalización de las corporaciones, nombramiento de delegados por exámenes de oposición, peatonalización responsable, etc. Tal y como opera en aquellos países donde sus gobiernos han tenido un cambio real que evite accidentes y haga de la movilidad vial un instrumento de armonía y seguridad urbana.

Lamentablemente tendremos en Chihuahua para el presente año, entre las muertes por el Covid, los homicidios dolosos y los accidentes viales, un total de 7,000 muertos, de acuerdo a datos consensados con Inegi, Consejo Estatal de Salud y Fiscalía del Estado. Mayor número de decesos que países en guerra como Irán, Siria, Sudán del Sur, Somalia y Afganistán. Muertes en Chihuahua que pudieron haberse evitado, que para asombro es superior incluso a años de eventos bélicos en la Revolución Mexicana en la entidad.

Independientemente de los actuales gobiernos con sus fallidas políticas públicas en seguridad pública-ciudadana. La conducta popular ha sido de enorme irresponsabilidad por ser un pueblo inculto, sin ética de desarrollo social, ni prácticas efectivas de solidaridad que nos facilita siempre con entonación dramática culpar al gobierno, cuando éste ha sido la imagen y semejanza de todos nosotros como débil y saqueada nación.


Según las autoridades sanitarias: Chihuahua es el estado con más alta positividad en el contagio del Covid, y México lo es a nivel mundial, en conclusión somos ese “botón de muestra”; como país registramos la tasa de letalidad mayor del planeta: 10.2, sólo superado por Yemen, país en constantes revueltas.

En seguridad pública la tasa de homicidios dolosos es de 78.1 por cada 100 mil habitantes, posesionando a Chihuahua en el primer lugar, que seguramente llegaremos a 2,500 como obsequio navideño, lo cual es una etiqueta fehaciente de la inseguridad reinante en la entidad.

Por si fuera poco, el gobierno estatal en 2011 se comprometió mediante la firma del gobierno de Duarte en dar seguimiento a un compromiso formal de seguridad vial en el seno de la Conago, denominado: “Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011 / 2020”, como propósito ante la Organización Mundial de la Salud, para disminuir en un 50% los accidentes viales; meta que por supuesto al concluir este año, lejos de disminuirse se aumentaron vertiginosamente, siendo Chihuahua la entidad con el segundo mayor número de accidentes en el país tanto en volumen como en tasa poblacional, incluyendo CDMEX (véase Inegi), que abordaremos los 300 mil accidentes registrados por la autoridad vial en ese lapso, sin contar la cifra negra.

El problema fehaciente es la tozuda negativa a aprobar una ley que realmente establezca distintos protocolos para disminuir accidentes como crear la licencia por puntos, educación vial obligatoria desde la infancia, aplicar la figura de la velocidad legal, expedición de licencias con rigurosos exámenes, ingeniería vial sustentada en estudios de urbanismo actualizado, semaforización inteligente, sistema de cámaras de vigilancia, en sustitución de agentes, sanciones donde el pago en dinero sea únicamente en casos de reincidencia, considerando sanciones de prestación de servicios comunitarios, cursos de resocialización vial, profesionalización de las corporaciones, nombramiento de delegados por exámenes de oposición, peatonalización responsable, etc. Tal y como opera en aquellos países donde sus gobiernos han tenido un cambio real que evite accidentes y haga de la movilidad vial un instrumento de armonía y seguridad urbana.

Lamentablemente tendremos en Chihuahua para el presente año, entre las muertes por el Covid, los homicidios dolosos y los accidentes viales, un total de 7,000 muertos, de acuerdo a datos consensados con Inegi, Consejo Estatal de Salud y Fiscalía del Estado. Mayor número de decesos que países en guerra como Irán, Siria, Sudán del Sur, Somalia y Afganistán. Muertes en Chihuahua que pudieron haberse evitado, que para asombro es superior incluso a años de eventos bélicos en la Revolución Mexicana en la entidad.

Independientemente de los actuales gobiernos con sus fallidas políticas públicas en seguridad pública-ciudadana. La conducta popular ha sido de enorme irresponsabilidad por ser un pueblo inculto, sin ética de desarrollo social, ni prácticas efectivas de solidaridad que nos facilita siempre con entonación dramática culpar al gobierno, cuando éste ha sido la imagen y semejanza de todos nosotros como débil y saqueada nación.