/ jueves 17 de marzo de 2022

Perfil humano | A dos años de la pandemia, ¿regreso a la normalidad?

El descenso continuo de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos motivó que la SSA colocara el semáforo epidemiológico en verde para las entidades, a excepción de Querétaro que continúa en amarillo.

Este cambio implica medidas más flexibles relacionadas con la pandemia, la cual ya cumplió dos años en hacerse viral en el país y el resto del mundo. Ello se refleja en la mayoría de las actividades, como el retorno a las aulas educativas en todos los niveles y la reactivación de la economía.

Tal pareciera que regresamos a la normalidad y que la vacunación masiva ha dado buenos resultados para disminuir los efectos de la Covid-19 en sus distintas variantes como la Ómicron.

En México con todo aún no se inocula el biológico a menores de 18 años como se ha hecho en otros países, por lo que su asistencia a las escuelas no deja de ser incierto en cuanto puedan o no contagiarse al convivir nuevamente en los espacios escolares.

Aunque pareciera que la vida regresa a lo que era antes de la pandemia, no está eliminada la posibilidad para los expertos en el tema de que podría darse una nueva oleada del coronavirus en otra modalidad.

Sin embargo, aún con estas advertencias las sociedades han aceptado superar los riesgos para continuar con sus habituales actividades variando de acuerdo con sus condiciones culturales.

En Nuevo León, por ejemplo, acaban de decretar el transitar en espacios libres sin cubrebocas, mientras que en Coahuila ya lo dejaron atrás. En la Ciudad de México iban a considerar si continuaban con el cubrebocas o no.

Esta es la disyuntiva a la que nos enfrentamos los ciudadanos, seguir aplicando las medidas preventivas o ya no hacerlo, lo que a final de cuentas es una decisión personal.

En los Estados Unidos al parecer ya abandonaron algunas de estas medidas, pues en algunas entidades no utilizan ya el cubrebocas y disminuyeron las restricciones para viajar.

Con todo, en el continente americano continúan los riesgos de que se dé otro brote masivo de la pandemia, pues más de 200 millones de personas no han sido vacunadas. Por ejemplo, en Haití tan sólo el 2% de la población ha recibido alguna vacuna.

El dilema es si ya la Covid-19 realmente es manejable como cualquier otro virus de gripe o si estamos sólo ante otra tregua antes de una nueva ola de propagación como sucedió en el pasado.

Algunos especialistas médicos advierten que bajar la guardia, como si ya hubiera sido superada la pandemia, podría causar efectos contraproducentes como sucedió con la gripe española de 1918. Dos años después de esta fecha en varias ciudades norteamericanas se dio un número mayor de muertes que cuando estaba en su apogeo la enfermedad.

Obviamente es deseable que ya hayamos superado la etapa de confinamiento y restricciones que hemos tenido que experimentar en estos dos últimos años.

Mas una cuestión es lo ideal y otro la persistente realidad, por lo que lo más razonable es continuar con ciertas precauciones para evitar otra ola de contagios que nos obligaría a retomar las medidas aplicadas anteriormente. La adaptación lenta pero segura es mejor que una súbita mejoría transitoria para dejar atrás esta etapa pandémica con mayor seguridad y menos costos.



El descenso continuo de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos motivó que la SSA colocara el semáforo epidemiológico en verde para las entidades, a excepción de Querétaro que continúa en amarillo.

Este cambio implica medidas más flexibles relacionadas con la pandemia, la cual ya cumplió dos años en hacerse viral en el país y el resto del mundo. Ello se refleja en la mayoría de las actividades, como el retorno a las aulas educativas en todos los niveles y la reactivación de la economía.

Tal pareciera que regresamos a la normalidad y que la vacunación masiva ha dado buenos resultados para disminuir los efectos de la Covid-19 en sus distintas variantes como la Ómicron.

En México con todo aún no se inocula el biológico a menores de 18 años como se ha hecho en otros países, por lo que su asistencia a las escuelas no deja de ser incierto en cuanto puedan o no contagiarse al convivir nuevamente en los espacios escolares.

Aunque pareciera que la vida regresa a lo que era antes de la pandemia, no está eliminada la posibilidad para los expertos en el tema de que podría darse una nueva oleada del coronavirus en otra modalidad.

Sin embargo, aún con estas advertencias las sociedades han aceptado superar los riesgos para continuar con sus habituales actividades variando de acuerdo con sus condiciones culturales.

En Nuevo León, por ejemplo, acaban de decretar el transitar en espacios libres sin cubrebocas, mientras que en Coahuila ya lo dejaron atrás. En la Ciudad de México iban a considerar si continuaban con el cubrebocas o no.

Esta es la disyuntiva a la que nos enfrentamos los ciudadanos, seguir aplicando las medidas preventivas o ya no hacerlo, lo que a final de cuentas es una decisión personal.

En los Estados Unidos al parecer ya abandonaron algunas de estas medidas, pues en algunas entidades no utilizan ya el cubrebocas y disminuyeron las restricciones para viajar.

Con todo, en el continente americano continúan los riesgos de que se dé otro brote masivo de la pandemia, pues más de 200 millones de personas no han sido vacunadas. Por ejemplo, en Haití tan sólo el 2% de la población ha recibido alguna vacuna.

El dilema es si ya la Covid-19 realmente es manejable como cualquier otro virus de gripe o si estamos sólo ante otra tregua antes de una nueva ola de propagación como sucedió en el pasado.

Algunos especialistas médicos advierten que bajar la guardia, como si ya hubiera sido superada la pandemia, podría causar efectos contraproducentes como sucedió con la gripe española de 1918. Dos años después de esta fecha en varias ciudades norteamericanas se dio un número mayor de muertes que cuando estaba en su apogeo la enfermedad.

Obviamente es deseable que ya hayamos superado la etapa de confinamiento y restricciones que hemos tenido que experimentar en estos dos últimos años.

Mas una cuestión es lo ideal y otro la persistente realidad, por lo que lo más razonable es continuar con ciertas precauciones para evitar otra ola de contagios que nos obligaría a retomar las medidas aplicadas anteriormente. La adaptación lenta pero segura es mejor que una súbita mejoría transitoria para dejar atrás esta etapa pandémica con mayor seguridad y menos costos.