/ jueves 19 de mayo de 2022

Perfil humano | La sequía y los incendios forestales, una seria amenaza estatal y nacional

El pasado miércoles 11 de mayo una espesa bruma cubrió a seis municipios del estado debido a la combinación del humo de los incendios forestales con el smog y la humedad.

Este fenómeno, conocido como calima, afectó entre otros al municipio de esta capital, al de Delicias y al de Parral con una capa grisácea que impidió la visibilidad y causó molestias entre los habitantes. Pero sobre todo fue una alerta sobre la amenaza de los incendios forestales en una parte de nuestro estado, sobre todo en la Sierra Tarahumara.

Ya son 13 incendios activos en la entidad de acuerdo a la Comisión Nacional Forestal (Conafor), lo que coloca a Chihuahua en el primer lugar nacional con el mayor número siguiéndole Guerrero con 12 y Oaxaca con nueve.

En el momento de escribir estas líneas habían sido afectadas más de 6 mil hectáreas forestales, colocando al estado de Chihuahua en el lugar tercero, sólo debajo de Guerrero y Durango.

En uno de los municipios afectados, Bocoyna, los ejidatarios de El Ranchito se quejaban de no recibir la ayuda de más brigadistas para poder combatir el incendio, lo cual han hecho sólo con sus propios y limitados medios.

La Conafor tiene menos recursos para prevenir y combatir los incendios forestales debido a los recortes presupuestales, por lo que ahora la mayor parte de la tarea recae en los propios habitantes de las zonas afectadas y de las autoridades locales.

Los legisladores responsables de esta medida al parecer no valoran las zonas verdes y a pesar de que el país padece una prolongada sequía en la mayor parte de su territorio no previeron la amenaza de un mayor número de incendios forestales en todo el país.

Con declaraciones de que están actuando es como las autoridades ahora pretenden tranquilizar a la opinión pública, mientras miles de hectáreas de bosques se pierden presa del fuego.

Esta es otra prueba de que el calentamiento global y sus consecuencias no han sido tomados en serio por los distintos niveles de gobierno, sobre todo por el federal. La deforestación progresiva en el país ha acelerado y agravado la sequía convirtiéndose en un círculo vicioso, pues a menos árboles menos agua captada y por consiguiente una mayor sequía.

Por consiguiente es urgente que se apliquen medidas preventivas para evitar el aumento de incendios, así como para contrarrestar la sequía.

La apatía ciudadana de una población concentrada en las urbes es otro factor en contra de la aplicación de una auténtica política ecologista. La escasez de agua, sobre todo en entidades como la nuestra, es un serio problema que tampoco se ha atacado a fondo con lo cual se agravan los otros problemas ambientales.

Por ello la calima que se presentó recientemente debe ser tomada más en serio y no sólo como un evento fortuito, es una llamada de atención de la naturaleza de que no estamos actuando para conservarla y evitar su destrucción como sucede con los incendios forestales.

Las altas temperaturas registradas en la temporada primaveral son otro factor que contribuye para que se originen y se extiendan los incendios forestales, pero sobre todo creo que el principal es el descuido y escasa valoración de los humanos de los bosques y las selvas.

En lo personal y social debemos cambiar el paradigma de que la naturaleza está a nuestro servicio y podemos explotarla como queramos sin mayores consecuencias. El reto es hacerlo antes de que sea demasiado tarde y los daños sean irreversibles no sólo para la naturaleza, sino también para todos los seres humanos.


El pasado miércoles 11 de mayo una espesa bruma cubrió a seis municipios del estado debido a la combinación del humo de los incendios forestales con el smog y la humedad.

Este fenómeno, conocido como calima, afectó entre otros al municipio de esta capital, al de Delicias y al de Parral con una capa grisácea que impidió la visibilidad y causó molestias entre los habitantes. Pero sobre todo fue una alerta sobre la amenaza de los incendios forestales en una parte de nuestro estado, sobre todo en la Sierra Tarahumara.

Ya son 13 incendios activos en la entidad de acuerdo a la Comisión Nacional Forestal (Conafor), lo que coloca a Chihuahua en el primer lugar nacional con el mayor número siguiéndole Guerrero con 12 y Oaxaca con nueve.

En el momento de escribir estas líneas habían sido afectadas más de 6 mil hectáreas forestales, colocando al estado de Chihuahua en el lugar tercero, sólo debajo de Guerrero y Durango.

En uno de los municipios afectados, Bocoyna, los ejidatarios de El Ranchito se quejaban de no recibir la ayuda de más brigadistas para poder combatir el incendio, lo cual han hecho sólo con sus propios y limitados medios.

La Conafor tiene menos recursos para prevenir y combatir los incendios forestales debido a los recortes presupuestales, por lo que ahora la mayor parte de la tarea recae en los propios habitantes de las zonas afectadas y de las autoridades locales.

Los legisladores responsables de esta medida al parecer no valoran las zonas verdes y a pesar de que el país padece una prolongada sequía en la mayor parte de su territorio no previeron la amenaza de un mayor número de incendios forestales en todo el país.

Con declaraciones de que están actuando es como las autoridades ahora pretenden tranquilizar a la opinión pública, mientras miles de hectáreas de bosques se pierden presa del fuego.

Esta es otra prueba de que el calentamiento global y sus consecuencias no han sido tomados en serio por los distintos niveles de gobierno, sobre todo por el federal. La deforestación progresiva en el país ha acelerado y agravado la sequía convirtiéndose en un círculo vicioso, pues a menos árboles menos agua captada y por consiguiente una mayor sequía.

Por consiguiente es urgente que se apliquen medidas preventivas para evitar el aumento de incendios, así como para contrarrestar la sequía.

La apatía ciudadana de una población concentrada en las urbes es otro factor en contra de la aplicación de una auténtica política ecologista. La escasez de agua, sobre todo en entidades como la nuestra, es un serio problema que tampoco se ha atacado a fondo con lo cual se agravan los otros problemas ambientales.

Por ello la calima que se presentó recientemente debe ser tomada más en serio y no sólo como un evento fortuito, es una llamada de atención de la naturaleza de que no estamos actuando para conservarla y evitar su destrucción como sucede con los incendios forestales.

Las altas temperaturas registradas en la temporada primaveral son otro factor que contribuye para que se originen y se extiendan los incendios forestales, pero sobre todo creo que el principal es el descuido y escasa valoración de los humanos de los bosques y las selvas.

En lo personal y social debemos cambiar el paradigma de que la naturaleza está a nuestro servicio y podemos explotarla como queramos sin mayores consecuencias. El reto es hacerlo antes de que sea demasiado tarde y los daños sean irreversibles no sólo para la naturaleza, sino también para todos los seres humanos.