/ miércoles 8 de enero de 2020

PERTENECER

El sentido de pertenencia es algo muy importante, vamos creando o eligiendo espacios donde nos sentimos a gusto y los adoptamos como un refugio. En esos espacios están esas personas que se unen a la finalidad de un hogar, un trabajo, una diversión, etc.

Cuando sentimos que ya no pertenecemos, hay que moverse, buscar otro entorno en el que volvamos a experimentar la delicia de pertenecer.

Para pertenecer primero tendremos que valorarnos ¡Merecemos un lugar que nos acoja! que en él podamos ser quien somos en toda la extensión de la palabra.

Imaginemos un escenario donde cada cual es, descubriendo los dones que se nos fueron dados y están ahí para que los desarrollemos.

Una gran pérdida de tiempo es querer cambiar al otro, no somos tan poderosos para lograrlo y a final de cuentas no tenemos el derecho de insistir con una molestia que sólo irrita y no da resultados, porque en dado caso, que alguien nos haga caso por un tiempo y “cambie” después volverá a ser quien es, mientras él no decida su propio cambio.

¿Cuál es la principal razón para querer cambiar a alguien? Satisfacer la obsesión de que el otro nos dé gusto.

¿Por qué dijiste esto? ¿Por qué te juntas con esas personas? ¿Por qué te vistes así? ¡Deberías decir esto! ¡No seas tan claridoso!

Poner atención enfermiza en lo que el otro hace o deja de hacer para “corregirlo”, es una de las fugas de energía personal más grande.

Hay un dicho que dice: “Estamos como estamos porque somos como somos”, pero muchas veces: “Estamos como estamos porque no somos como somos”.

Para pertenecer en ciertos ambientes, dejamos de ser quien somos ¡Qué vergüenza! ¡Qué van a decir! y por “darle gusto” a los demás perdemos la grandiosa oportunidad de conocernos a nosotros mismos. Y es ahí donde la pertenencia se vuelve enfermiza, absorbe y ya en esa bola de modas y costumbres nos ahogamos robotizando las acciones, sin darles una pensadita.

¿Por qué Dios nos hace únicos e irrepetibles? Yo creo que porque cada cual traemos algo que va a impactar el medio donde vivimos, y ese algo hay que aprovecharlo, desarrollarlo y unirnos a la pertenencia familiar, social, laboral, etc., con ese sello individual que identifica y enriquece el ambiente con mentes únicas, con ideas nuevas.

Hoy me atrevo, porque valoro quien soy, tengo mucho que dar y también muchísimo que recibir de todas las personas que pasan por mi camino, individuos diferentes que tienen mucho que ofrecerme.

Pertenezco a este mundo porque es mi casa, y así caminando de lado a lado observo, respeto y escojo esos refugios que me dan amor y aceptación.

ROBERTA CORTAZAR B.

El sentido de pertenencia es algo muy importante, vamos creando o eligiendo espacios donde nos sentimos a gusto y los adoptamos como un refugio. En esos espacios están esas personas que se unen a la finalidad de un hogar, un trabajo, una diversión, etc.

Cuando sentimos que ya no pertenecemos, hay que moverse, buscar otro entorno en el que volvamos a experimentar la delicia de pertenecer.

Para pertenecer primero tendremos que valorarnos ¡Merecemos un lugar que nos acoja! que en él podamos ser quien somos en toda la extensión de la palabra.

Imaginemos un escenario donde cada cual es, descubriendo los dones que se nos fueron dados y están ahí para que los desarrollemos.

Una gran pérdida de tiempo es querer cambiar al otro, no somos tan poderosos para lograrlo y a final de cuentas no tenemos el derecho de insistir con una molestia que sólo irrita y no da resultados, porque en dado caso, que alguien nos haga caso por un tiempo y “cambie” después volverá a ser quien es, mientras él no decida su propio cambio.

¿Cuál es la principal razón para querer cambiar a alguien? Satisfacer la obsesión de que el otro nos dé gusto.

¿Por qué dijiste esto? ¿Por qué te juntas con esas personas? ¿Por qué te vistes así? ¡Deberías decir esto! ¡No seas tan claridoso!

Poner atención enfermiza en lo que el otro hace o deja de hacer para “corregirlo”, es una de las fugas de energía personal más grande.

Hay un dicho que dice: “Estamos como estamos porque somos como somos”, pero muchas veces: “Estamos como estamos porque no somos como somos”.

Para pertenecer en ciertos ambientes, dejamos de ser quien somos ¡Qué vergüenza! ¡Qué van a decir! y por “darle gusto” a los demás perdemos la grandiosa oportunidad de conocernos a nosotros mismos. Y es ahí donde la pertenencia se vuelve enfermiza, absorbe y ya en esa bola de modas y costumbres nos ahogamos robotizando las acciones, sin darles una pensadita.

¿Por qué Dios nos hace únicos e irrepetibles? Yo creo que porque cada cual traemos algo que va a impactar el medio donde vivimos, y ese algo hay que aprovecharlo, desarrollarlo y unirnos a la pertenencia familiar, social, laboral, etc., con ese sello individual que identifica y enriquece el ambiente con mentes únicas, con ideas nuevas.

Hoy me atrevo, porque valoro quien soy, tengo mucho que dar y también muchísimo que recibir de todas las personas que pasan por mi camino, individuos diferentes que tienen mucho que ofrecerme.

Pertenezco a este mundo porque es mi casa, y así caminando de lado a lado observo, respeto y escojo esos refugios que me dan amor y aceptación.

ROBERTA CORTAZAR B.