/ viernes 6 de agosto de 2021

¿Por qué un Día de los Abuelos?

Por: José García Rivas

Me parece que los mayores deben ser tratados con cariño y con gratitud. Desde 2021 empieza a celebrarse el “Día de los Abuelos y de los mayores”. Se celebró el domingo 25 de julio. Se celebrará siempre el cuarto domingo del mes de julio. La Iglesia propondrá una meditación anual sobre la senectud.

Por abuelos, se entienden todos los mayores: hombres y mujeres, aunque no tengan nietos. Los mayores están en la última parte de su vida. Ya han vivido su vida. Suelen ser achacosos. Sufren afecciones leves o permanentes provocadas por la edad, o por enfermedad, o por los años. Es común ver a los ancianos que caminan muy despacio. Llevan bastón, o se apoyan en un andador, o se valen de muletas; los mueven en una silla con rodillos, o los trasladan sentados en una silla de ruedas. Viven solos, o en una casa que los ha recogido. Unos viven recluidos en la cama, hospitalizados, o viven solitarios. Quienes los hospedan los mueven a donde deban de ir. Los llevan a consultar al médico, al dentista, a un amigo.

Muchos viejitos van siendo afectados por la edad: pierden agilidad, no pueden soportar una caminata larga; pierden la rectitud horizontal, se encorvan; se fatigan con una actividad pequeña. La pandemia se llevó a muchos ancianos; muchos quedaron en viudez. A los mayores les aumentan los dolores: del pulmón, de los intestinos, dolor de piernas, de las rodillas, de los riñones, del estómago, del hígado. Sufren dolores de la cabeza, de la columna, del estómago, de las rodillas. Muchos tienen inflamados los pies. Pierden la agilidad para sostener una conversación, no oyen con claridad, les resulta dañada la vista, ni los lentes les ayudan a ver con claridad. Se desmayan frecuentemente.

¿Por qué un día para los abuelos? Para conocer a los ancianos, para valorarlos; para que los jóvenes los respeten, para que los adultos les den aprecio, para que los viejos acepten su senectud. La ancianidad produce: angustia, inconformidad, intranquilidad, pesimismo, amargura. Muchos mayores llegan a un egoísmo que los aísla. Se olvidan de otros viejos.

Los mayores deben revitalizar sus motivos para vivir. Siempre hay una razón para vivir, así sea una vida inactiva o enferma. Ancianos: recuerden que vivir es una gran maravilla, así sea una vida disminuida. No se puede renunciar a vivir. Viviendo hay muchas posibilidades. Dios siempre está con los ancianos. Nunca los deja solos. Mientras haya vida, los ancianos pueden hacer muchas cosas.

Mayores: han nacido para el amor. Quieran la vida, aprecien el hacer algo por los otros. Si no tienen amor para vivir, ya están muertos en vida. Nada hay más perfecto que el amor. El amor es paciente, es servicial, no busca su propio interés. Ama a los otros ancianos amargados.

Los abuelos, mientras puedan leer, lean el Catecismo de la Iglesia. Si ya has perdido la vista, haz que te lo lean. Ahí está la razón para vivir. Lee el No. 871: “Los ancianos son un Cristo, por el bautismo; son parte del Pueblo de Dios; tienen la función: sacerdotal, profética y real. Cada anciano es llamado a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo”. Tú usa tu vida, cualquiera que sea tu vida, para dar a conocer a Dios. Siempre Dios te asistirá. Reza por tu familia, reza por ti, reza por la Iglesia, reza por el mundo, reza por los ancianos desesperados. Nunca dejes de orar. Es tu función de vivir. Vives para rezar.

Por: José García Rivas

Me parece que los mayores deben ser tratados con cariño y con gratitud. Desde 2021 empieza a celebrarse el “Día de los Abuelos y de los mayores”. Se celebró el domingo 25 de julio. Se celebrará siempre el cuarto domingo del mes de julio. La Iglesia propondrá una meditación anual sobre la senectud.

Por abuelos, se entienden todos los mayores: hombres y mujeres, aunque no tengan nietos. Los mayores están en la última parte de su vida. Ya han vivido su vida. Suelen ser achacosos. Sufren afecciones leves o permanentes provocadas por la edad, o por enfermedad, o por los años. Es común ver a los ancianos que caminan muy despacio. Llevan bastón, o se apoyan en un andador, o se valen de muletas; los mueven en una silla con rodillos, o los trasladan sentados en una silla de ruedas. Viven solos, o en una casa que los ha recogido. Unos viven recluidos en la cama, hospitalizados, o viven solitarios. Quienes los hospedan los mueven a donde deban de ir. Los llevan a consultar al médico, al dentista, a un amigo.

Muchos viejitos van siendo afectados por la edad: pierden agilidad, no pueden soportar una caminata larga; pierden la rectitud horizontal, se encorvan; se fatigan con una actividad pequeña. La pandemia se llevó a muchos ancianos; muchos quedaron en viudez. A los mayores les aumentan los dolores: del pulmón, de los intestinos, dolor de piernas, de las rodillas, de los riñones, del estómago, del hígado. Sufren dolores de la cabeza, de la columna, del estómago, de las rodillas. Muchos tienen inflamados los pies. Pierden la agilidad para sostener una conversación, no oyen con claridad, les resulta dañada la vista, ni los lentes les ayudan a ver con claridad. Se desmayan frecuentemente.

¿Por qué un día para los abuelos? Para conocer a los ancianos, para valorarlos; para que los jóvenes los respeten, para que los adultos les den aprecio, para que los viejos acepten su senectud. La ancianidad produce: angustia, inconformidad, intranquilidad, pesimismo, amargura. Muchos mayores llegan a un egoísmo que los aísla. Se olvidan de otros viejos.

Los mayores deben revitalizar sus motivos para vivir. Siempre hay una razón para vivir, así sea una vida inactiva o enferma. Ancianos: recuerden que vivir es una gran maravilla, así sea una vida disminuida. No se puede renunciar a vivir. Viviendo hay muchas posibilidades. Dios siempre está con los ancianos. Nunca los deja solos. Mientras haya vida, los ancianos pueden hacer muchas cosas.

Mayores: han nacido para el amor. Quieran la vida, aprecien el hacer algo por los otros. Si no tienen amor para vivir, ya están muertos en vida. Nada hay más perfecto que el amor. El amor es paciente, es servicial, no busca su propio interés. Ama a los otros ancianos amargados.

Los abuelos, mientras puedan leer, lean el Catecismo de la Iglesia. Si ya has perdido la vista, haz que te lo lean. Ahí está la razón para vivir. Lee el No. 871: “Los ancianos son un Cristo, por el bautismo; son parte del Pueblo de Dios; tienen la función: sacerdotal, profética y real. Cada anciano es llamado a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo”. Tú usa tu vida, cualquiera que sea tu vida, para dar a conocer a Dios. Siempre Dios te asistirá. Reza por tu familia, reza por ti, reza por la Iglesia, reza por el mundo, reza por los ancianos desesperados. Nunca dejes de orar. Es tu función de vivir. Vives para rezar.