Por Roberta Cortazar
El tiempo corre de diferentes maneras, para unos va lento, para otros muy rápido y para el resto va como debe ir. Todo es cuestión de percepción, tranquilidad, ansia o equilibrio. Su velocidad me ha despertado últimamente, quisiera pararlo, que la semana se fuera más despacio, pero estoy corriendo junto con él, a ese ritmo que me empujan los pendientes.
Por eso hoy valoro cuando me deja disfrutarlo sin apuros y espero con ansia los momentos en que nos encontramos en una velocidad media.
A propósito de los días que no permiten acabar lo planeado, en ellos he aceptado que lo que se pudo hacer es lo que se pudo, y lo que no se pudo tendrá que esperar, habrá tiempo y si no, así debió ser.
Tengo el recuerdo de la lentitud del tiempo en mi niñez y en los momentos más felices de mi vida, estaba ahí disfrutando y pensando en lo maravilloso que era vivir, experimentar. En la adolescencia subió la velocidad, crucé esos límites que me marcaban para encontrar los míos y mi panorama extendió posibilidades, corrí, busqué. Hoy estoy en una etapa de experimentar el tiempo más consciente en todas sus formas, disfrutar y aceptar la velocidad como se presenta.
Quisiera hacer un pacto con el tiempo y pedirle que me lleve calmada para absorber cada momento y agradecer cada escenario. Hoy quiero estar alerta para disfrutar este mundo maravilloso que Dios creó, quiero estar despierta cuando una persona esté a mi lado para convivir en mis cinco sentidos, quiero cruzar las fronteras visuales y mirar más allá, oír, oler, saborear y sentir la energía que me conforma y me envuelve.
El tiempo es el que marca el comienzo y el final, empezamos a vivir en determinada fecha, pero no sabemos cuánto tiempo tenemos de existencia en este mundo, así que con esta realidad más ganas me dan de disfrutar y agradecer lo que soy y lo que tengo en el momento presente.
Los frenos que me llevan al pasado quiero que sean para acordarme de lo bueno, y la incertidumbre del futuro la dejo en manos de Dios. Hoy es hoy, donde quiero convivir con mi tiempo, aprovecharlo y decir constantemente gracias.
Hago un inventario de mi tiempo en esta Tierra y sin duda he perdido mucho, por ignorancia, por arrogancia, por pereza, por no apreciar las posibilidades. Mis creencias me estancaron muchas veces ¡Esto debe ser así! Y de ahí no salía, siendo que venimos a este mundo a buscar lo que podemos descubrir fuera de lo que se nos enseña.
Salirme de mis creencias me ha enseñado que muchas veces son cárceles de control y ¿Por qué no hacer algo diferente? ¿Por qué no permitirnos ser escépticos y buscar otras maneras? Dios no está en una estructura rígida, Dios es amor y mientras no atentemos en contra de nosotros mismos y los demás, podemos ir por otros caminos.
Tiempo bendito, te abrazo para aprovecharte.
ROBERTA CORTAZAR B.